Eduardo Higueras Castañeda
Madrid, 2016. Marcial Pons Historia, 451 pp.
Hay periodos de la historia (en general, y la de España en particular) que resultan especialmente atractivos para quienes se dedican a escudriñar en ella, sin que sea preciso mencionar aquí algunas de esas etapas, tan prolíficas en textos, sean libros o artículos monográficos, junto a otros que, también por razones no siempre explícitas, resultan más ásperos, menos atractivos para los investigadores y que, por ello, dejándose llevar de una quizá inconsciente inercia, van abriendo un vacío considerable en el conocimiento global de las generalmente complicadas relaciones que han ido marcando el devenir de los españoles.
Uno de esos periodos, no diré que totalmente desconocido pero sí, desde luego, confuso o envuelto en los tópicos suficiente para salir del paso, es el que corresponde al conocido escuetamente como Sexenio Revolucionario, que marca entre 1868 y 1874 uno de los momentos álgidos de la vida nacional y, desde luego, la efectiva transición entre el agotado sistema monárquico-político que se había ido arrastrando a lo largo del siglo XIX y el arranque de un mundo nuevo, el que pretendía introducir al país en la modernidad de las ideas y los comportamientos. Es, desde luego, un ciclo de vital importancia y, sin embargo, escasamente estudiado, no al menos con la intensidad y abundancia que otros muchos, como ya he indicado al comienzo de este comentario.
Lo dicho hasta ahora puede ser suficiente para marcar, de entrada, la importancia y la excepcionalidad del libro que tenemos en las manos, obra primeriza de Eduardo Higueras Castañeda (Cuenca, 1981), quien ya venía mostrando un interés claro orientado hacia ese momento vital de nuestra historia y que ahora concreta en un trabajo ciertamente enciclopédico, que articula en torno a la figura de Manuel Ruiz Zorrilla, un personaje controvertido a la vez que contradictorio en sí mismo, lo que ayuda a hacerlo más atractivo, tanto en el terreno personal como en el político. En unas circunstancias en las que abundan los nombres de relumbrón, a uno y otro lado, la figura de Ruiz Zorrilla ha aparecido siempre envuelta en tintes estrambóticos, propios de un sujeto apasionado, visceral y por ello cambiante de criterios, tópicos que el autor intenta desmontar trazando un recorrido biográfico en el que se desvelan no pocos ingredientes personales aunque su intencionalidad manifiesta es, como él mismo dice, hacer una biografía política, la de quien fue, sobre todo, un destacado e impulsivo promotor del liberalismo, el progresismo y el republicanismo, ideas conjuntas y coincidentes a las que dedicó todos sus entusiasmos, con una entrega y unas convicciones ciertamente considerables.
Desde ese punto de vista, Ruiz Zorrilla fue un auténtico precursor de las ideas que habrían de quedar consolidadas en las décadas siguientes. Frente a los conservadores timoratos y a los intereses económicos del sector social dominante, el político soriano impulsó con una energía inalterable a los embates de la fortuna los intentos por conseguir desmontar las ruinas de un sistema decadente y corrupto. Que fracasara en ese intento no devalúa en forma alguna su atrevimiento.
Eduardo Higueras ha elaborado un texto de ejemplar estructura expositiva, con el que da forma al resultado de una investigación que se adivina profunda y metódica y que se transmite a través de un apretado relato que, en ocasiones, tiene mucho de novelesco, lo que sin duda ayuda a que el lector se sienta impregnado hasta el apasionamiento en la sucesión de capítulos que, alternando sabiamente el orden cronológico con el temático, nos descubren los matices de ese periodo tan complejo de la Historia de España y del que sale la figura de Ruiz Zorrilla envuelta en un nivel de conocimiento, quizá incluso de comprensión, que ayuda a desmontar no pocos tópicos alimentados hasta ahora.