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Edición de José Luis Muñoz

Cuenca, 2016. Ediciones Olcades, 90 páginas

Antes de que llegara a España la democracia, antes de que en Cuenca surgieran partidos políticos y sindicatos, un grupo de hombres (pues hombres eran todos) promovió una empresa singular a la que bautizaron como La Fraternal, calificada como Sociedad benéfico-obrera de Socorros Mutuos, a caballo entre el vetusto concepto gremial y el todavía no desarrollado sindicalismo de clase. Con una energía sorprendente, basada en los humildes recursos aportados por sus socios, la sociedad empezó su andadura en 1903, montó escuelas de primera enseñanza, compró un solar en el espacio más céntrico de la ciudad, instaló un teatro al aire libre y en 1924 lo transformó en un amplio coliseo en el que se alternaron las actuaciones teatrales, las proyecciones fílmicas y los actos culturales y mítines políticos.  La guerra, que todo lo enturbia, castigó severamente a La Fraternal y el franquismo le dio la puntilla: de un modo desvergonzado, la sociedad fue expoliada brutalmente y el teatro derribado para en el solar levantar el edificio de los Sindicatos, cuya sombra decadente aún enturbia la imagen urbanística de la ciudad moderna. Con la ayuda de un amable fantasma, las vivencias del Teatro Cervantes resurgen del silencio para recomponer un tiempo casi olvidado.

            La información básica para la elaboración de este libro se encuentra en un breve trabajo mecanografiado, de carácter anónimo, elaborado por algunos de los últimos supervivientes de La Fraternal que hacía los años 80 del siglo pasado, cuando la democracia ya se había consolidado en España, creyeron llegado el momento de intentar recuperar el patrimonio expoliado. Animados de la mejor (y utópica) esperanza, distribuyeron ese documento entre los medios informativos locales, que apenas si prestaron atención en serio al problema, promovieron acciones ante el gobierno e incluso recurrieron al Defensor del Pueblo, sin éxito alguno. De esa manera el tema fue decayendo, los supervivientes fueron muriendo y hoy La Fraternal es apenas un recuerdo simpático.

            El documento mecanografiado a que hacemos referencia tiene un apéndice titulado “Memorias del Teatro Cervantes, contadas por su fantasma”, en el que se aportan curiosas observaciones sobre el amplio periodo en que el Cervantes fue teatro y cine en Cuenca hasta la década siguiente al final de la guerra civil

            Teniendo como soporte básico esos textos, José Luis Muñoz ha elaborado un libro organizado en tres partes. En la primera, aportada una serie de notas que podrían servir para hacer la historia del teatro en Cuenca, uno de los muchos temas que aún permanecen inéditos. En la segunda, ofrece una historia documentado de lo que fue La Fraternal, sus objetivos, localización espacial, aportaciones de tipo social, previas a un sindicalismo de clase que llegaría posteriormente y a la construcción del edificio en el centro de Cuenca, junto al parque de San Julián. La tercera parte está dedicada a reproducir las memorias del fantasma, aumentadas con otras noticias que aporta el autor de la edición y que, en unos casos, complementan el texto original y en otras lo corrige porque las memorias, como su nombre indica, se basa en el recuerdo y este no siempre es absolutamente fiel a los hechos.

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