Jesús de las Heras
Cuenca, 2016. Ediciones Olcades; 76 pp.
El 6 de enero de 2013, día de Reyes, la joven de origen colombiano y residente en Cuenca Anyulis Esther Albir Julio, de 19 años de edad, sorda de nacimiento, salió de su casa y ya no volvió a ella nunca más. La familia esperaba su regreso pero tres días después no hubo más remedio que dar la voz de alarma y emprender la búsqueda de la joven. Las autoridades aseguraban que se habían volcado en ello, con resultado negativo. Hubo movilizaciones callejeras, promovidas sobre todo por la comunidad colombiana, pero el paso de los días fue apagando el fuego inicial mientras aumentaban el misterio y las hipótesis. Hasta que el 30 de abril alguien, un hombre desconocido, encontró en la ribera derecha del Moscas, cerca de la Ronda Oeste, el cadáver de una joven que pronto fue identificada como Anyulis. Han pasado los meses y van pasando los años sin que los investigadores ofrezcan respuestas a las incesantes preguntas: ¿suicidio? ¿muerte natural? ¿accidente? ¿homicidio? ¿asesinato? Sin que pueda descartarse la hipótesis de un secuestro previo, que explicaría esos tres meses sin rastro alguno de la desaparecida.
Pasado el tiempo, más de tres años, solo hay una cosa cierta: todos, incluida la familia, callan. El caso sigue estando bajo secreto del sumario, que ha sido sobreseído temporalmente ante la dificultad de poder encontrar pruebas suficientes que explique alguna de las hipótesis que se manejan y eso condiciona el que se pueda acceder abiertamente a la información que haya podido generar la investigación del caso.
El autor de este libro, Jesús de las Heras (Cuenca, 1943), periodista con amplia experiencia en el mundo de la investigación, ha procurado rehacer todo el itinerario vital de este caso que durante algún tiempo conmocionó a la ciudad de Cuenca, hasta que otro suceso aún más impactante, el protagonizado por Sergio Morate, presunto asesino de dos jóvenes y este sí, en prisión, en espera de juicio, vino a sustituir a aquel en el interés popular.
La reconstrucción del caso Anyulis incluye una amplia exposición de las circunstancias familiares en torno a la madre, una mujer colombiana emigrada de su país y radicada en Cuenca, con cuatro hijas a su cargo, además de la abuela materna, mientras el padre, divorciado, permanece en su país de origen. Nos encontramos ante una típica entidad familiar vinculada a la emigración, subsistiendo en una ciudad española de tipo medio, en unas condiciones ciertamente nada favorables, con unos ingresos mínimos procedentes del trabajo doméstico que realizan las dos mujeres y con el único objetivo vital de poder mantener un mínimo vital.
En ese contexto la personalidad de Anyulis Esther Albis Julio también poseía connotaciones especiales. 19 años de edad en el momento de la desaparición, con graves dificultades auditivas que, a la vez, le impedían hablar con claridad, por lo que en determinados momentos fue calificada como sordomuda, sin serlo realmente. Para facilitar su capacidad de comunicación se le había implantado un dispositivo electrónico de alta tecnología para transformar las señales acústicas en eléctricas, pero el sistema no llegó a funcionar correctamente. Quizá por ello, la joven era una experta en Internet, sistema al que dedicaba mucho tiempo y con el que realmente conseguía establecer comunicación con el resto del mundo. Precisamente ahí se encuentra su última señal de vida: un mensaje en el que comentaba el regalo de Reyes que había recibido ese día, incluyendo una fotografía, que emitió a las seis de la tarde. Luego, ya, el silencio total, la desaparición.
La movilización social y policial fue intensa, rastreando todos los lugares posibles de los alrededores de Cuenca y recurriendo a todas sus amistades, en busca de una pista. No apareció ninguna. Junto a ello, hipótesis, conjuras, algunas muy fantasiosas. No faltó la posibilidad de que, mediante alguna forma incomprensible, hubiera regresado a Colombia, con su padre. Hasta que el 30 de abril, a las doce de la mañana, a plena luz del día, un hombre que paseaba por la ribera del Moscas, afluente del Júcar, en un lugar relativamente céntrico aunque algo escondido por la maleza y, desde luego, por cuyas proximidades pasan diariamente cientos de personas, encontró el cadáver, ya en avanzado estado de descomposición.
El autor del libro reconstruye todo ese proceso de investigación y búsqueda, dialogando con todas las personas implicadas de muchas de las cuales, como ocurre con la policía o la jueza, sólo ha podido extraer el silencio. Que es lo que más se encuentra en este misterioso caso que se va diluyendo por falta de noticias concretas. Hasta que el tiempo, que todo lo cura, cubra completamente de olvido la muerte de Anyulis, una joven colombiana que pensó encontrar en España la solución a sus problemas.