José Serrano Belinchón, Pedro Ruiz de Luna
Guadalajara, 2017. Diputación provincial, 468 pp., un CD
Se han cumplido cien años del nacimiento de Segundo Pastor, cuya vida discurrió a caballo entre su tierra natal, Guadalajara y otra, próxima a aquella, por la que sintió una predilección especial, Cuenca, haciendo así buena una realidad histórica, porque durante siglos el territorio molinés en que nació formó parte de ambas, estableciendo así una ligazón muy íntima que aún hoy puede detectarse en no pocos detalles. Poveda de la Sierra, el lugar concreto en que vino al mundo ha formado parte del obispado de Cuenca hasta fechas relativamente reciente y aquí, en esta ciudad, pasó sus años juveniles, estudiando en el Instituto y en la Escuela de Magisterio y también en Cuenca, en el Teatro Cervantes, ofreció su primera actuación pública como guitarrista, actividad que prolongó luego durante muchos años
Hay pues motivos sobrados para que siempre Segundo Pastor haya sido considerado conquense y así lo diremos, sin entrar en consideraciones y matices sobre adjetivos que pueden añadirse a ese título. Porque más allá de localismos artificiales lo que prima, generalmente siempre, pero desde luego en este caso, es el valor del ser humano, la importancia del artista y en ambos casos la personalidad que nos ocupa recogió méritos suficientes para merecer un tratamiento adecuado, el que José Serrano Belinchón y Pedro Ruiz de Luna le dan en este libro, de cuidada edición, publicado precisamente con ocasión del centenario del nacimiento del músico que hizo de la guitarra española un vehículo excelente para difundir a lo largo de todo el mundo los sentimientos íntimos que formaron parte de su razón de ser.
La obra se estructura en varias partes tituladas al modo de una composición musical. Así, el primer movimiento, “Vida” incluye una breve biografía personal, con todos los detalles y datos importantes de su trayectoria humana, seguida de un complemento muy ilustrativo del aspecto anterior, “Viaje musical”, con el recorrido exhaustivo de la actividad del artista a lo largo de más de sesenta años de profesión. Este esquema casi telegráfico se completa con el segundo movimiento, “Voz”, en que se recogen numerosas entrevistas periodísticas y conversaciones con diferentes autores, incluidos los del libro, que permiten seguir con todo detalle el pensamiento de Segundo Pastor y sus observaciones sobre el mundo, especialmente el musical, en que se encontraba inmerso. El tercer movimiento, “Retrato”, está a cargo directamente de su discípulo y compañero Pedro Ruiz de Luna y viene a ser una descripción muy próxima de cómo era y actuaba el guitarrista, una visión que por la cercanía de quien la cuenta tiene un valor muy especial y permite detectar elementos muy destacados que generalmente permanecen lejos de cualquier acercamiento biográfico. Se trata de unas páginas muy ilustrativas, que ofrecen al lector, sobre todo si está interesado en los entresijos de la actividad musical, muy interesantes observaciones sobre un mundo no siempre cercano a los espectadores. Por último, en el cuarto movimiento, “Coral”, se nos ofrece una recopilación de artículos, críticas y comentarios de quienes hablaron o escribieron de Segundo Pastor, en lo que viene a ser una suerte de antología de opiniones que completan lo que ya ha sido expuesto por los autores y que vienen a completar este fresco magnífico que tiene por centro una figura artística realmente excepcional, un músico brillante y prolífico, compositor e intérprete a un tiempo, merecedor sin duda de este reconocimiento que ahora nos llega en forma de libro, acompañado de un CD en el que se recogen muchas de sus propias composiciones.
Segundo Pastor fue siempre una persona muy cercana al público. Eran tiempos en que los elementos mediáticos hoy en uso no se habían desarrollado ni de lejos, por lo que no cabe hablar en este caso de su impacto social a través de mecanismos entonces inexistentes, pero sí mostró siempre una personalidad amable, cordial, cercana a las gentes, que respondieron con una extendida vocación amistosa hacia una persona fundamentalmente buena y que hizo de la guitarra española una vocación más allá de un simple oficio. Interpretó, compuso, escribió métodos y enseñó a tocarla, con una generosidad sin límites. Ahora que su nombre, por el paso del tiempo, empieza a diluirse en el olvido, viene muy bien este excelente libro para poner en valor una personalidad ciertamente muy atractiva.