Julián Recuenco Pérez
Cuenca, 2017. Diputación Provincial; 493 pp.
El general Federico de Santa Coloma (Manila, 1850-Madrid, 1929) es uno de esos personajes cuya biografía ha permanecido siempre entre nebulosas, sin que se conocieran muchos datos explícitos sobre él, a pesar de lo cual ha tenido en Cuenca una especie de aura casi mitológica, en buena medida alentada por quien, sin dar muchos datos concretos (seguramente porque los ignoraba) sí procuró enhebrar en torno a esa figura insinuaciones suficientes no solo para valorarla desde la ignorancia, sino incluso para poner su nombre a una calle de la ciudad. Hablo de Federico Muelas, descendiente lejano del general Santa Coloma, al que admiró tanto que llegó incluso a incorporar su apellido al suyo propio, que no le corresponde, pues el famoso poeta solo se llamó Pérez, sin más acotaciones. El desconocimiento de la figura del general me llevó en cierto momento a dedicarle un comentario que, a más de injusto, era erróneo, porque me dejé influir por la realidad hasta hace poco vigente que ocultaba los datos esenciales de su biografía.
La situación ha sido corregida gracias al trabajo minucioso de investigación que ha desarrollado Julián Recuenco, con un resultado ciertamente sorprendente, porque de donde parecía no haber nada (y el propio autor así lo reconoce en el comienzo de su libro) ha sabido ir enhebrando documentos y referencias hasta conseguir elaborar un volumen cuyo grueso tamaño aventura, de entrada, las dimensiones y complejidades que nos esperan a medida que vayamos desbrozando páginas.
Ciertamente, Julián Recuenco (Cuenca, 1964), joven historiador ducho ya en las tareas de investigar en los generalmente adustos papeles que esperan en los archivos, había dado muestras de su habilidad para desenvolverse en terreno no siempre amable, pero en esta ocasión ha puesto en juego una considerable capacidad para seguir la mínima pista con que contaba al inicio de su trabajo, consiguiendo desarrollar un camino fecundo que consigue sobradamente su objetivo: hacernos saber quién fue este general Santa Coloma que, sin haber nacido en Cuenca ni residido en ella mucho tiempo, es considerado conquense a todos los efectos, si no por méritos propios sí por los de sus raíces y vínculos familiares.
En efecto, la familia Santa Coloma, amplia, numerosa, sí vivía en Cuenca, pero de la ciudad salió el padre, Eusebio, destinado como soldado forzoso a incorporarse al ejército en Filipinas y allí arraigó, haciendo carrera mediante sucesivos ascensos, entre los que tuvo tiempo para emparejarse con una mujer y formar una familia numerosa, para muchos años después formalizar el matrimonio. Entre los nacidos figuraba el protagonista del libro, Federico Santa Coloma, que desde niño sintió también la llamada de las armas y entró pronto en la milicia, desarrollando una carrera que, entre cargos administrativos y batallas sucesivas, en la última guerra carlista y finalmente en Marruecos, le hizo recorrer toda la escala hasta llegar a general, incluyendo en ese trayecto algunas condecoraciones.
La familia permaneció de manera mayoritaria en Cuenca y a la ciudad viajó varias veces el militar, sintiéndose halagado por el buen trato recibido aquí.
De todo ello, y de muchas más cosas, habla el libro que estamos comentando, y que desborda los límites considerados como propios para una biografía. Julián Recuenco se ha dejado llevar por la abrumadora cantidad de datos recogidos y ha pensado que era conveniente volcarlos todos sin dejar uno solo en el tintero, de manera que casi la mitad del libro (230 páginas, exactamente) se dedican a seguir paso a paso toda la genealogía de los Santa Coloma, desde el primero del que hay noticias, contando de manera prolija los infinitos datos que forma parte de cualquier vida humana. A partir de ese momento, entramos ya de lleno en seguir, también paso a paso, la vida del protagonista, desde que obtiene el cargo de alférez hasta el trance final, pasando por todos y cada uno de los detalles que jalonan su existencia y que, además, el autor complementa con largas disertaciones sobre hechos históricos del periodo (la guerra carlista, la reglamentación del Ejército, la guerra de África) cuestiones que, en verdad, tienen su interés, pero que son completamente innecesarias en el caso que nos ocupa.
Desbrozando esta envoltura queda el meollo del asunto que en verdad importa y es el descubrimiento de un personaje hasta ahora prácticamente desconocido, del que existían muy pocas noticias y que Julián Recuenco, con paciencia y habilidad, ha puesto ante la mirada de los lectores.