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Pedro José Moreno Rubio

Valencia, 2009. Colección Malvaprosa, 177 páginas

Chumillas es uno de esos pequeños pueblos (de los que hay tantos) de la provincia de Cuenca, situado en el sector central, un mucho perdido y más aún desconocido, por encontrarse fuera de las carreteras principales que suelen ser los puntos de referencia para conocer estos lugares. Chumillas está, por ofrecer unas indicaciones de localización, entre Almodóvar del Pinar y Valeria, a orillas del río Valdemembra, un afluente del Júcar tradicionalmente con poco agua, salvo este invierno en que, como todos, está conociendo tiempos de bonanza.

            “Chumillas es un pueblo venido a menos como casi todos los pueblos de Castilla. Dicen que como consecuencia del progreso. El caso es que de los 450 habitantes que, según D. Sebastián Cirac, tenía en 1947, hoy quedan escasamente unos treinta”, dice en las primeras páginas de este libro su autor, Pedro José Moreno Rubio, hijo del pueblo y poeta de reconocido prestigio, sobre todo en Valencia, donde reside, y que en este caso ha cambiado las metáforas y las rimas por acometer la siempre encomiable tarea de contar cuestiones que forman parte de sus vivencias personales pero tratándolas con cierto distanciamiento para poder mantener un poco de objetividad ante los lectores que puedan acercarse a este libro con el propósito expreso de  conocer y aprender.

            El recorrido literario arranca, siguiendo el esquema clásico, de la situación geográfica del lugar para pasar por un acercamiento a la etimología y seguir luego con la historia, la iglesia parroquial, el torrejón, el molino del Horcajo, Ciriyuelos, El Candalar, personalidades importantes y una relación de alcaldes y párrocos vinculados respectivamente al poder municipal y al eclesiástico. Pero la parte más considerable y abultada la forman dos capítulos a los que merece la pena prestar singular atención porque es en ellos, verdaderamente, don Pedro José Moreno vuelca toda su sabiduría y conocimiento del lugar. El primero recoge las costumbres y tradiciones, desde la vivienda hasta la posada pasando por cuestiones tan domésticas y populares como la matazón, la dula, costumbres de boda, la fragua o el pregonero, mientras que en el segundo se incluye un amplísimo repertorio de fiestas y tradiciones populares que, junto con los juegos y canciones, ofrecen un estimulante panorama de vivencias dignas de ser conocidas.

            En resumen: dentro del panorama editorial conquense, diariamente abrumado con nuevos títulos, muchos de ellos referidos a los pueblos de la provincia y no siempre con méritos suficientes, este dedicado a Chumillas viene a ser un excelente ejemplo de cómo debería llevarse a cabo el tratamiento de la temática local, con rigor, seriedad, buen gusto y amable literatura, virtudes necesarias para que el conocimiento de estos lugares pueda hacer con eficacia y discreción.

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