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Emiliano Sierra Zomeño

Barcelona, 2014. Edición del autor, 307 pp.

Como ya he comentado en alguna ocasión, la abundante bibliografía existente sobre los pueblos de la provincia de Cuenca ofrece escasos ejemplos dignos de consideración, puesto que abunda el anecdotario intrascendente cuando no directamente rechazable con abundancia de citas presuntamente históricas que no aportan nada o cansina repetición de lo que ya se ha dicho en los libros de interés general. Por eso satisface encontrar de vez en cuando un texto que se sale de esa línea común para ofrecer aportaciones realmente dignas de consideración para quienes tengan interés (o curiosidad) por conocer algo del pueblo elegido por el autor para desentrañar sus cuestiones más íntimas.

       Tiene mérito, por ello, el trabajo de Emiliano Sierra Zomeño, de quien se nos dice, en la solapa posterior que nació en Villar del Humo y estudió Arquitectura, trabajando ahora en la localidad barcelonesa de Sant Joan Despi, sin renunciar ni olvidar a su pueblo natal, al que ahora dedica este grueso volumen que sigue una doble línea, la documental, a través de la búsqueda en archivos y libros y la personal, basada en experiencias propias y recuerdos acumulados tanto por él como por gente conocida.

       Villar del Humo es uno de esos pueblos escondidos entre breñas serranas, en parajes por los que no cruza ninguna carretera de importancia, lo que significa que no se llega a él por casualidad, haciendo la habitual parada en el camino para tomar un café. A Villar del Humo hay que ir con toda intención y eso hace bastante gente, no toda la que el lugar se merece, atraída sobre todo por la existencia de la importante serie de abrigos naturales que conservan pinturas rupestres, justamente incluidas en una catalogación universal como Patrimonio de la Humanidad. Pero aparte las pinturas, que por sí solas ya tienen mérito, el pueblo ha sido siempre un baluarte de consideración en lo que tiene que ver con la arquitectura popular, debidamente conservada con todo cuidado hasta hace unos años en que las tendencias modernistas introdujeron elementos impropios de lo que era francamente meritorio.

       Emiliano Sierra arranca en su obra del inevitable capítulo histórico que, como es natural en este caso, se remonta hasta los orígenes de aquellas poblaciones primitivas que hacia el año 6.000 aC, en pleno Paleolítico Superior dejaron sus rastros pictóricos en los abrigos de Selva Pascuala, Peña del Escrito, Marmalo, Castellón de los Machos y tantos otros, pero que no, es desde luego, la única aportación histórica que se puede encontrar en un lugar de tanta antigüedad. De ahí hasta la época actual hay un largo camino, que el autor recorre a saltos puntuales, incluyendo noticias y comentarios para ofrecer un amplio panorama de las circunstancias que corresponden al lugar y que desbroza en un nuevo capítulo, el 4, referido ya directamente a la situación actual del pueblo, incluyendo los vientos dominantes, las fiestas y un relato sobre la transformación del municipio al compás de los tiempos cambiantes que nos ha tocado vivir, incluyendo menciones muy curiosas sobre los árboles que había en el lugar.

       Un capítulo monográfico está dedicado a “Las siete maravillas de Villar del Humo”, en el que se recoge, aparte las ya mencionadas pinturas rupestres que aquí se describen con todo detalle, lugares tan emblemáticos como la torre Barrachina o la torre Balbina (aquella construida, esta natural) y los espacios naturales que tanto abundan en el municipio. En un lugar de tanta importancia visual, el repertorio de construcciones típicas, que aún sobreviven, también ocupa un amplio espacio en el libro, incluyendo la iglesia, que sin ser de especial valor arquitectónico tiene, como es natural, su interés. En el aspecto costumbrista se incluyen la gastronomía, los juegos populares, las canciones y el léxico propio del lugar, todo lo cual viene a resaltar el mérito de este libro que hace de un pequeño pueblo conquense protagonista de importancia.

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