Hay algunos tópicos periodísticos que se han implantado cobrando carta de naturaleza.

            En funciones. En cuanto se convocan elecciones, se considera que todo el mundo está en funciones, lo cual es rigurosamente incierto. Un alcalde es alcalde hasta el mismo día e incluso minuto en que su sucesor toma posesión. De ninguna manera está en funciones. Otra cosa es que en ese periodo no se quiera comprometer a hacer nada, pero si quiere, puede hacerlo. Y lo mismo cualquier otra persona que ocupe un cargo público, sea electivo o por designación.

            Se ha abierto una información. Tras la noticia de algún suceso, sea accidente, robo o crimen, la crónica tiene que concluir con el inevitable latiguillo. En vez de hacer tal cosa, sería mucho más interesante y útil adoptar las medidas necesarias previas para que no ocurriese lo que finalmente sucede. Entonces se abre una investigación, pero, ¿cuándo se cierra? ¿alguna vez los promotores de tal información nos informan a los demás del resultado? Y, sobre todo, ¿hay alguna consecuencia para los responsables del suceso que dio lugar a tal información?

            Todas las hipótesis están abiertas, es el latiguillo que los comentaristas añaden invariablemente al final de cualquier suceso, invitando a las mentes calenturientas de los oyentes y lectores a imaginar las más tremebundas posibilidades cuando, en realidad, las cosas suelen ser muy sencillas, directas e incluso clarísimas. No hay hipótesis que valgan, pero queda bien decirlo.

            O bien encontramos con qué facilidad se confunde el dato particular con el todo colectivo: Cuenca estaba demandando tal cosa, Cuenca rinde homenaje a Fulano de Tal (y en la foto se ve exactamente a ocho personas), Cuenca defiende esta posición y a los dos días Cuenca defiende otra posición diferente, Cuenca recuerda la fecha de tal acontecimiento que, en realidad, solo parece importar al autor del artículo conmemorativo y así podríamos seguir hasta el infinito, sin olvidar las penosas imágenes de cuando hay que hacer una concentración por algún motivo, generalmente siniestro, a la que acuden los obligados a hacerlo, o sea, la autoridad competente y sus acólitos, sin que el pueblo participe para nada, lo cual no es obstáculo para que al día siguiente el titular de la foto responda a los parámetros ya conocidos: Repulsa de Cuenca ante el crimen.

            Por desgracia, Cuenca, en general, muestra una inconmovible indiferencia ante esto y aquello. Ya quisiéramos que, en las ocasiones necesarias, hubiera una amplia movilización ciudadana y no solo de quienes desempeñan cargos oficiales

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