Antonio Checa Sainz
Madrid, 2017. Vision Libros, 515 pp.
Son abundantes, abundantísimos incluso, los libros referidos con carácter monográfico a pueblos de la provincia de Cuenca, pero son escasos, muy escasos, los que realmente ofrecen un contenido meritorio, digno de merecer el interés y la atención de los lectores de amplio espectro porque entre ellos predominan los que ofrecen un carácter absolutamente anecdótico, incluso pueril, con multiplicación de páginas dedicadas a recoger insustanciales fotografías en que con rara predilección se ofrecen imágenes trilladas, sin ninguna selección y con un mínimo interés. En esos libros a los que aquí se alude de forma genérica se pasa de largo por la historia, la geografía, la toponimia y, por supuesto, el acontecer contemporáneo para dejarlo todo reducido a un centón de lugares comunes que no reflejan el carácter del lugar presuntamente estudiado. Los compromisos políticos, tan en boga, justifican la existencia de esos volúmenes que de otra forma no hubieran nacido.
Valga esta introducción para situar ahora al lector ante un texto que representa todo lo contrario y que viene a ser, por ello, el paradigma de lo que debería esperarse de un volumen de estas características, cuyo título incluye la palabra “historia” antes de mencionar con precisión a qué lugar se refiere. Y sorprende más si tenemos en cuenta que ese lugar, Buciegas, es un pequeñísimo pueblo de la Alcarria conquense, cuyo último censo ofrece la desoladora cifra de 48 habitantes de derecho, cantidad a la que ha llegado después de un continuado proceso de despoblación desde los 370 que tuvo en 1940, su punto más elevado y que por ello viene a ser un claro ejemplo de esa desventurada evolución demográfica que amenaza con llevar a una amplia zona de la provincia a la más completa desertización humana.
El libro que comentamos desarrolla con prolija dedicación y académica estructura cuanto se refiere a Buciegas y su entorno social, empezando, como ordenan los cánones clásicos, por la descripción del territorio en que se sitúa el pueblo, incluyendo un interesante repertorio de topónimos cuyo uso se encuentra en progresivo abandono en el habla popular. Se afronta a continuación el tratado histórico que, en una primera parte, es común a toda la zona alcarreña, dominada durante un largo periodo por la presencia de Huete, auténtico punto neurálgico de un amplio territorio que en la ciudad optense encontró durante siglos su punto de referencia hasta que la crisis del Antiguo Régimen sirvió, entre otros muchos motivos, para conceder beligerancia activa a los pueblos de aquel señorío, entre los que se incluye Buciegas que comienza a adquirir personalidad propia, que el autor va desgranando a través de los sucesivos periodos históricos, con capítulos de evidente interés en los que se pone de manifiesto el viejo axioma de que la historia de un país se construye a partir de las historias locales.
De esa manera podemos encontrar abundantes noticias sobre la vida familiar y social en el pueblo, la desamortización, el caciquismo (ejercido en la comarca por los Sartorius), los cambios laborales y económicos, la etapa republicana, el franquismo, la evolución de las estructuras agrarias, la despoblación derivada de una emigración masiva, para entrar en interesantes capítulos sobre aspectos concretos, como el molino, el pósito, la escuela, la iglesia, el folklore, las costumbres… es decir, un completo cuadro expositivo de todos los aspectos que contribuyen a delimitar el carácter esencial de un pueblo, hasta llegar a la dramática pregunta con que se cierra el texto: “¿Fin de un pueblo?”, a la que el autor, pese a todo, se contesta con un toque de preocupado optimismo: “Puede ser que estemos viviendo los inicios de una nueva etapa en la existencia del pueblo más que en su fin definitivo”, basándose en el mantenimiento de la actividad agropecuaria y en la aparición de nuevas realidades socioeconómicas que garantizan a los habitantes mejores condiciones de vida, además de las modernas facilidades en las comunicaciones con las grandes ciudades.
Antonio Checa Saiz nació en Madrid en 1975 y es licenciado en Derecho, además de un profundo amante de las cuestiones históricas, preocupación que ha volcado en Buciegas, el pueblo natal de su padre, al que se siente ligado íntimamente y que con las páginas de este libro ha contribuido a dotar de una personalidad propia, bien definida.