Francisco Mora
Cuenca, 2015. Ediciones Olcades; 124 pp.
El corazón desnudo es el último título publicado por el escritor conquense Francisco Mora, que así vuelve al territorio de la poesía después de unos años en los que su actividad literaria parecía haberse orientado de manera preferente hacia la prosa, tanto en el relato como en los artículos periodísticos, sin descartar un par de incursiones en el terreno de la dramaturgia teatral. Ahora reaparece como poeta firmando un nuevo título de la colección Olcades Poesía, que dirige Ángel Luis Luján. La portada ha sido elaborada a partir de una obra de José María Albareda.
Para este reingreso en el universo poético (al que, por otro lado, nunca ha renunciado), el autor ha elegido un formato que hasta ahora no formaba parte de sus preferencias estilísticas, generalmente encaminadas a través del verso discursivo inmerso en poemas de amplia elaboración y complejo contenido. Aunque esta elaboración poética se encuentra presente también en algún caso en este libro, el estilo predominante se acerca al de los haikus japoneses, esa forma tradicional de la literatura oriental organizada mediante pocos versos cuyo contenido adquiere el carácter de una sentencia de profundo sentido filosófico o moral. Así, por ejemplo, cuando Francisco Mora escribe:
Rama desnuda
al borde del camino:
imagen de la muerte,
flor de la vida.
está ofreciendo una imagen desoladora y a la vez consoladora a partir de una visión tan cotidiana como cercana, resultado de la observación de un detalle aparentemente nimio en el que el poeta encuentra sentimientos que enlazan con otros propios de la mejor poesía clásica. O que comunica, en línea con los postulados de la poesía filosófica, una liviana meditación sobre el ser de la vida:
Senda del sabio
es el conocimiento
de no saberse.
Francisco Mora (Valverde de Júcar, 1960) es uno de los más destacados autores surgidos en la última década del siglo XX habiendo pasado en muy poco tiempo de ser una joven promesa de las letras a un escritor consagrado y firme, con una obra polisémica que abraza prácticamente todos los géneros, desde la poesía al articulismo periodístico, de la narrativa a la dramaturgia. Su entrada en el mundo de la literatura llegó a través de un premio juvenil, el denominado entonces «Promoción», dentro de la serie de concursos literarios que convocaba el ayuntamiento de Cuenca (1981) y en 2015 ha ingresado en la Real Academia Conquense de Artes y Letras con un discurso titulado Gramática de la luz, sintaxis del color: la palabra soñada de Diego Jesús Jiménez, puntos extremos, el ayer y el hoy, que marcan la trayectoria creativa de este singular escritor, consagrándole en plena juventud como un autor maduro y consciente de sus objetivos, desarrollando pausadamente una trayectoria que viene mereciendo el reconocimiento de la crítica y el favor de los lectores.
Todos sus primeros libros son de poesía pero en 2008 sorprendió con la aparición de un libro de relatos Todos los peces se llaman Eduardo, una colección de narraciones, algunas muy breves, que se desenvuelven en el terreno fronterizo entre la realidad, incluso cotidiana y el sueño desde el que llegan fantasías y deseos inconfesables. Su estilo depurado y de gran riqueza de matices queda patente también en la colección de artículos que desde 2003 fueron apareciendo en El Día de Cuenca a través de una columna semanal, una selección de los cuales se integran en dos libros. El título que hoy aparece en la colección Olcades Poesía se añade a una ya variada bibliografía en la que se incluyen: De la tierra adentro (1983), Las lágrimas (1984), La luna en los álamos (1992), Sonata breve con desnudo y lluvia (Cuenca, 1994), La noche desolada (1998), Memoria del silencio (2000), Ejercicios de caligrafía (2002), Cien columnas (2005), Todos los peces se llaman Eduardo (2007), Palabras para conjugar tu nombre (2009,y A vuelapluma. Ángel Luis Mota en 197 columnas y media (2010).