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Villa que se encuentra a 33 kms. de la capital, en la comarca formada por el Valle del Júcar. Una sola carretera pasa por el lugar, la CUV 7037 que se inicia en la N-400, en el pinar de Jábaga, aunque también se puede acceder, viniendo desde Madrid, por un enlace que surge poco antes de la llegada al puerto de Cabrejas, en el kilómetro 286 de la A-40, la CUV 7032, que después de Abia sigue paralela al río Giguela, hasta llegar a Zafra de Záncara. Además de estas dos carreteras, cruzan también por el término la A-40 y la N-400, ambas desde Toledo a Cuenca y la CM 2019, que se inicia en los Altos de Cabrejas y conduce hasta Huete.

Según el Diccionario de la Academia, con el término abia llaman en la provincia de Álava al arándano. En la Biblia encontramos la referencia a una Abia, hija de Zacarías y madre de Ezequías, rey de Judá, mientras que la mitología griega nos ofrece otra Abia, nodriza de Hilos, hijo de Hércules, que recibió culto de venerable en la ciudad de Mesenia. Aquí, en este territorio helénico, hubo una ciudad llamada Abia, que fue prometida por Aquiles a Agamenón; también encontramos el nombre de Abia en dos antiguos obispados de las tierras orientales de Antioquía y Constantinopla. En España existe también una Abia de las Torres, en la provincia de Palencia. Pero ninguna de estas citas nos permite encontrar una razón etimológica clara para justificar el nombre de Abia que, en nuestro caso, podría interpretarse como una corrupción de «abadía». En cuanto a la referencia «de la Obispalía» está clara, al formar parte del antiguo señorío de la Iglesia de Cuenca.

Forma parte del partido judicial de Cuenca y se rige por el sistema de concejo abierto. La parroquia está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, en el arciprestazgo de Villares del Saz. En el término se encuentra la aldea de CABREJAS (v.).

Historia

La pretensión, alimentada por la tradición local, de que el pueblo se llamó Sarzola en tiempos remotos no pasa de ser una invención. Sí parece correcto pensar que la antigua Obviam, citada en la hitación de Wamba como uno de los límites del obispado de Segóbriga se corresponde con la actual Abia de la Obispalía, dentro de las reservas que suscita ese documento. Se han encontrado señales suficientes para datar los primeros asentamientos humanos en la Edad del Bronce, siendo el más notable de todos ellos el tesoro de Abia, encontrado en la Cueva del Moro y formado por empuñaduras de espadas correspondientes al Bronce II, brazaletes de oro del Bronce final y otros elementos como un anillo y una chapita metálica. Se compone de 14 objetos de oro, entre los que destacan dos brazaletes abiertos con acanaladuras longitudinales separadas por bandas en relieve. El tesoro de Abia de la Obispalía, conservado en el British Museum de Londres, volvió a España en diciembre de 2009 para formar parte de la exposición En los confines del Argar. Una cultura de la Edad del Bronce en Alicante, montada en el museo arqueológico de la ciudad levantina hasta febrero de 2010.

En el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural se informó en 1912 del hallazgo de huellas del hombre prehistórico, a través de varias sepulturas verticales y grutas artificiales labradas en areniscas a la entrada del pueblo. Parece que también junto a la iglesia había algunas sepulturas antiguas excavadas en la roca.

Varios hallazgos procedentes de distintos lugares del término dan fe la existencia de población en el periodo romano. Abundan los fragmentos de terra sigilata, pero especialmente valioso es un tesorillo formado por 23 denarios de plata, que se encontró en el paraje Cerro del Santo, en las proximidades de la ermita de San Jerónimo. Las monedas fueron emitidas por Sertorio, con el fin de poder financiar la guerra contra la metrópoli que mantuvo entre los años 80 a 72 a.C. y que, en parte, se desarrolló en el territorio de la actual provincia de Cuenca (Segóbriga). Estas monedas de plata llevan en el anverso una cabeza varonil mirando a la izquierda en cuya nuca figuran unos signos ibéricos, inscrito el conjunto en una gráfila de puntos. Los tipos reflejados en la colección son diferentes en cuanto a peinados y facciones. Los investigadores mantienen teorías distintas sobre la figura representada en los denarios, ya que unos estiman que se trata del propio Sertorio, mientras que otros se inclinan por el Hércules ibérico. En el reverso aparece representado un jinete ibérico con lanza, y en la parte inferior el nombre de la ceca emisora, Bolscan (Huesca), escrito con caracteres autóctonos. El tesorillo debió ocultarse alrededor del año 75 a.C., coincidiendo posiblemente con el ataque que Pompeyo desencadenó contra Sertorio y que afectó a la zona central de la península. Muy probablemente se trataba de los ahorros de un soldado que lo escondió con la intención de recuperarlo al término de las luchas cosa que, como es obvio, no ocurrió. En la actualidad, se conserva en el Museo Provincial de Cuenca.

En el año 1182, el rey Alfonso VIII hizo donación al obispo de Cuenca «de la aldea de Abia, nombrada antiguamente Sarzola, en los términos de Huete» [M.López I, 161. Miguel Ángel Monedero asegura que en el libro de Estatutos y Privilegios de la iglesia de Cuenca aparece la mención de este pueblo como incluido en el alfoz de Huete, desde donde se promovió la repoblación del lugar tras el abandono de los musulmanes, pero no hay ninguna explicación plausible acerca de la transformación de ese nombre en otro completamente distinto. Sí sabemos que fue entregada en señorío al primer obispo de Cuenca, don Juan Yáñez, “con sus tierras cultivadas y sin cultivar, con sus viñas y sus huertos, sus prados, sus pastos y sus aguas, sus presas, sus molinos, sus aceñas y lugares de los mismos, con sus montes, sus bosques y sus dehesas y con todos sus caminos y pertenencias”, por donación que firmó el rey Alfonso VIII en la villa de Zorita el 23 de diciembre de 1182.

En 1578 el pueblo había iniciado el proceso para pasar a la jurisdicción real, abandonando así su dependencia del obispado; para ello comisionó al vecino Miguel García, quien compareció en la corte con los poderes necesarios. El rey, que disponía de la necesaria autorización pontificia para poder enajenar los bienes de la Iglesia que considerase necesarios para financiar las guerras contra el Islam, confirmó la venta de la villa el 15 de abril de 1582, firmando en El Pardo el documento que se conserva en el archivo municipal. En esos momentos, el tributo que abonaba Abia a su señor, el obispo, era el de 120 huevos y un cabrito, junto con 2.088 maravedíes, que el concejo pagaba cada año en la Pascua de Resurrección. La Iglesia accedió a la venta del lugar para atender las instrucciones del papa Gregorio XII encaminadas a obtener ingresos para financiar las guerras de religión. En esa época posiblemente existió un castillo, del que sólo se conserva el nombre vinculado al pequeño cerro que domina la población.

Geografía

El término, que tiene una superficie de 63,21 kms2 presenta un relieve muy accidentado, que corresponde a las primeras estribaciones de los Montes de Toledo. El pico de Cabrejas (1.150 metros) y el llamado Mari Torrecilla (1.157) son los elementos más altos del paisaje. En este último hay situado un vértice geodésico. Junto a ellos hay que señalar una gran variedad orográfica, con cerros y montes verdaderamente escarpados, que facilitan el decurso de numerosos arroyos. El terreno es de naturaleza arenosa, lo que favorece la formación de cuevas y grutas, como la de Los Noques, en la que fluye abundante agua o la Cueva del Moro, en las inmediaciones de Cabrejas donde también se encuentra el Pozo del Tesoro.

            A unos 3 kilómetros del pueblo nace el río Záncara, en un vado visible desde la carretera, con dos fuentes principales, una en el paraje de El Puerto, que se orienta hacia la vega y otra en La Sartenilla, en dirección hacia Villarejo Seco, para unirse las dos en las inmediaciones de Huerta de la Obispalía; más al norte, en los Altos de Cabrejas, lo hace el Gigüela, en terrenos del terciario, cerca de la antigua aldea del mismo nombre, para orientarse seguidamente hacia el sudoeste, en dirección a las tierras manchegas. Ambos siguen un curso aproximadamente paralelo, que más tarde cambiará hacia el sur, primero el Záncara y mucho más adelante su hermano fluvial, para terminar uniéndose ambos en la zona manchega dando lugar al nacimiento del Guadiana. Al norte del término tiene su origen el arroyo de Valdecolmenas de Arriba; otros muchos cruzan el territorio, todos de escasísima importancia, salvo el del Santo, que pasa por las inmediaciones de la ermita de San Gerónimo.

            Como aportes de Záncara dentro del término pueden citarse el Arroyo Posadero, el Morciguillo, La Canal, El Cerezo y el ya citado del Santo.

            Entre las numerosas fuentes localizadas en el término, de caudal variable según las circunstancias climáticas, hay que mencionar las de El Cubo, El Enebrillo y El Puerco.

            Pequeña, pero interesante, es la laguna de El Pico, situada junto a la ermita de San Jerónimo y una fuente, cuyas aguas vierten en el arroyo del Cuende.

            El clima es de extrema frialdad, registrándose 662,5 mm. de precipitación anual media, que alcanza la forma de nieve en el periodo invernal más acusado. Hay otra estación pluviométrica en los altos de Cabrejas, con una precipitación media anual de 772,4 mm.

            Los mapas de vegetación señalan 12 km2 de encinar y algo más de dos kilómetros cuadrados de pinar, que corresponde a los parajes próximos a Cabrejas; el resto del manto botánico natural está formado por matorrales (tomillos, aliagas y romeros).

Población (abienses)

1787 429 (477 con Cabrejas)
1802 130 vecinos
1843 346
1857 657
1877 644
1887 499 (617 con Cabrejas)
1910 612
1920 678
1930 613
1940 566 (684 con Cabrejas)
1950 520 (635 con Cabrejas)
1960 490 (541 con Cabrejas)
1970 285
1981 92
1991 118
2001 85

En el censo de 1591 se registran 124 pecheros, 2 hidalgos y 2 clérigos, lo que hace un total de 128 vecinos. El censo de Floridablanca le adjudica 429 habitantes (222 varones y 207 mujeres) mientras que el de la Ensenada registra 60 pecheros, 29 jornaleros, 2 pobres de solemnidad, 8 viudas, una pobre y seis menores bajo tutela, total 106 vecinos.

            La población ha registrado un brutal descenso, de los mayores de la provincia, desde el cénit registrado a mediados del siglo XIX hasta el punto más bajo en 1980, con una ligera recuperación en la última década del siglo XX. En la transición entre esos dos siglos se contabilizaban 222 varones y 207 mujeres, es decir, un total de 429 habitantes. Sin embargo, el comienzo del XXI ha vuelto a registrar un nuevo descenso poblacional, hasta situar el número de habitantes en el nivel más bajo de la historia del municipio, con abundancia de varones (49) sobre mujeres (36).

Urbanismo

El poblamiento original hay que situarlo en el cerro que domina la población, en el que estuvo colocado el inicial castillete o torre de vigilancia y donde también se construyó la primitiva iglesia. Sin embargo, alejadas las circunstancias bélicas, las gentes fueron abandonando ese lugar ciertamente difícil para asentarse en la llanura y dar forma a la actual configuración.

En el censo de 1591 se registran 124 pecheros, 2 hidalgos y 2 clérigos, lo que hace un total de 128 vecinos. El censo de Floridablanca le adjudica 429 habitantes (222 varones y 207 mujeres) mientras que el de la Ensenada registra 60 pecheros, 29 jornaleros, 2 pobres de solemnidad, 8 viudas, una pobre y seis menores bajo tutela, total 106 vecinos.

            La población ha registrado un brutal descenso, de los mayores de la provincia, desde el cénit registrado a mediados del siglo XIX hasta el punto más bajo en 1980, con una ligera recuperación en la última década del siglo XX. En la transición entre esos dos siglos se contabilizaban 222 varones y 207 mujeres, es decir, un total de 429 habitantes. Sin embargo, el comienzo del XXI ha vuelto a registrar un nuevo descenso poblacional, hasta situar el número de habitantes en el nivel más bajo de la historia del municipio, con abundancia de varones (49) sobre mujeres (36).

Patrimonio edificado

Ermita de Santa Catalina

Esta antigua ermita, situada en la parte baja de la población, fue habilitada como iglesia parroquial cuando en 1656 el Visitador del obispado sugirió que se abandonase la situada en la colina, a causa de la distancia y dificultad considerables “para que los enfermos e impedidos puedan acudir a los divinos oficios”. Consejo que se atendió prontamente y así el culto se trasladó a este lugar. Es una construcción de mampostería, con sillares en las esquinas y en la fachada meridional. A ella se entra por una portada de estilo renacimiento, formada por un arco de medio punto sobre impostas con una cornisa corrida por encima; en la parte superior hay una hornacina de concha situada en el eje. Tiene delante un atrio que se apoya en dos columnas de piedra, cubiertas por un tejado a tres aguas. En el muro sur hay una ventana abocinada de triple moldura, visible al exterior pero no dentro de la nave, ya que se encuentra cegada.

            El interior está muy restaurado. Es templo de una sola nave, aunque en 1960 se le añadió la sacristía y el trastero. La estructura del edificio es muy alargada, con tres tramos cubiertos por bóveda de arista y una cúpula de media naranja sobre el altar mayor. Es muy llamativa la pila bautismal, de gallones rehundidos, apoyada en un plinto de planta cuadrada, con banda superior de círculos secantes. Se encuentra situada a los pies del templo.

            Entre la dotación parroquial figura un cáliz de plata dorada, repujada, del siglo XV, con un pie de seis lóbulos, de los que cuatro tienen decoración vegetal, otro con los atributos de la Pasión y el sexto un medallón circular; un ostensorio del siglo XVI y una custodia de plata con sello de P. Sanz

            Iglesia de Nuestra Señora de Asunción

            En lo alto de la colina que continúa llevando el nombre de Cerro del Castillo, se encuentra esta iglesia de origen románico parcialmente en ruinas. Por su traza, aún visible, podemos considerar que debió ser una de las iglesias de este grupo de mayores dimensiones de cuantas existieron en la provincia.

Inicialmente fue un templo de planta rectangular, de una sola nave, con dos puertas de entrada, una al norte y otra al sur, ambas de estilo románico (arcos de medio punto con arquivoltas), lo que permite deducir que la construcción inicial correspondió a este periodo, seguramente en los primeros años del siglo XIII. La fábrica es de mampostería, con sillares en las esquinas, fórmula que se repite en la torre, el único elemento arquitectónico que queda totalmente en pie; la torre se compone de tres cuerpos y base cuadrada, salvo el cuerpo superior, la torre de campanas, que es octogonal y de sillería, con cuatro huecos, si bien solo uno mantiene todavía su campana; en este cuerpo superior se sitúan cuatro pináculos de bolas en las esquinas..

La iglesia, con su estructura definitiva, fue construida a partir de 1569 y abandonada cien años más tarde, cuando cambió la orientación del pueblo, trasladándose la parroquia a la ermita de Santa Catalina. El viejo y ruinoso edificio ha perdido la techumbre, pero conserva el ábside semicircular y una portada de medio punto. El muro norte se conserva completo, incluso los canecillos, pero solo en parte el muro sur. Nada queda del «retablo de talla y pincel viejo» como también se ha perdido el techo de madera, la sacristía y la tribuna, aunque se conserva la vieja pila bautismal. En agosto de 1993 fue rehabilitado el sonido de la campana de Santa Bárbara, tras una obra de restauración de la escalera de acceso, que había estado cegada por los escombros más de 15 años. En una parcela anexa se encuentra el cementerio que hasta bien entrado el siglo XX prestó servicios a la comunidad.

En el año 2003 el Ayuntamiento promovió un proyecto encaminado a restaurar los restos de la iglesia, contando con una posible subvención del ministerio de Fomento, pero no parece que llegara a efectuarse semejante plan.

            Desde el lugar, en lo alto del cerro, se puede contemplar un hermoso y amplio paisaje de esta zona de transición de la Alcarria a la Mancha, con los Altos de Cabrejas perfilándose en el horizonte y el valle del recién nacido río Záncara abriéndose camino hacia horizontes de mayor amplitud.

                Castillo

            Junto a la antigua iglesia de Santa Catalina, en lo alto del cerro que domina la población, perviven aún unos restos pétreos informes que corresponden a lo que fue un pequeño castillo o torre de vigilancia, seguramente vinculado a la fortaleza de Huerta de la Obispalía. En el cerro pueden encontrarse algunas muescas o señales que se corresponden con el antiguo trazado de la muralla y también alguna galería subterránea, ya prácticamente ocupada por la maleza. Entre los elementos que aún pueden identificarse se encuentra un solitario algibe.

            Casa señorial popular

            En la calle principal, que sirve de carretera, y con el número 58, hay una atractiva casa de estilo popular, de dos plantas, cubierta con tejado a dos aguas; la entrada se hace por un soportal adintelado, entre dos columnas; en la fachada principal se pueden admirar varios ejemplares de rejería tradicional. En la parte negativa hay que señalar que todo el edificio está encalado, lo que impide conocer los elementos de sillería y madera que formaban parte de la estructura original.

            Ermita de San Jerónimo

            Ermita situada a unos 4 kilómetros del pueblo, en el fondo de una amplia hondonada a la que se llega por un camino que tiene su origen frente a la iglesia. La construcción, pequeña pero muy cuidada, está junto al río del Santo, en un atractivo paraje natural en que abundan las encinas y las colmenas y que se conoce en el pueblo igualmente como El Santo. No parecen existir datos sobre la fecha de su construcción, pero sí sabemos que fue reconstruida en el año 1905, con cargo al hijo de la villa, Marcos Martínez Diaz, chantre de la catedral de Calahorra, según una información aparecida en el semanario El Correo Católico, del 14 de octubre. En la crónica se hace constar la alegría del vecindario “al ver de nuevo levantado el santuario que tantos años estuvo derruido”.

            Cruz del Santo

En un pequeño altozano, junto a la carretera, se encuentra esta sobria cruz de piedra, de origen visigodo, como se puede deducir de la cruz prometeada y que pudo haber marcado el límite de una hipotética división territorial marcada por el rey Wamba, sin que permanezca ningún recuerdo de leyenda o tradición conocida en el acervo popular sobre su origen o matices.

Calvario

A unos 400 mts. del pueblo en dirección O se encuentra ubicado un antiguo calvario de origen popular en un espacio agrícola dedicado a cultivos de secano, en el camino de San Jerónimo y colocado de manera ciertamente espectacular sobre una áspera roca, junto a la que se han localizado restos de una necrópolis prehistórica.

Molino de Abia en el Záncara

Molino El Palo         

Puente de la Peña del Lagarto

Torre telegráfica

Cabrejas

Aldea que cuando era villa tuvo reconocido un territorio de 2.051 hectáreas, en parte llano y en parte monte alto, cubierto de pinares. Se encuentra situada a los pies de los Altos de Cabrejas, formación montuosa oriental de los Montes de Toledo que sirve de divisoria de los ríos Tajo y Guadiana. En sus inmediaciones nace el Gigüela, en un punto actualmente cubierto por la carretera. Durante la Edad Media formó parte de la Tierra de Cuenca. Está a 2,9 kms. de la villa matriz. En el Censo de Floridablanca tiene la consideración de villa de señorío, con alcalde ordinario (1789). En 1800 era villa y tenía 13 vecinos [M.López II, 78]. En 1802 era propiedad de un señor particular y tenía 13 vecinos. Madoz le adjudica tener ayuntamiento propio y la define así: “Situada en una colina donde le combaten todos los vientos; tiene 13 casas de 6 a 8 varas de altura, casi todas separadas unas de de otras; una posada de regular arquitectura, construida en el año 1827 y una capilla (Santa Quiteria)” añadiendo que “en el centro esta una fuente bastante abundante con un pilón, que sirve para el surtido del vecindario y usos domésticos”. En 1860 tenía 15 edificios habitados permanentemente y 3 vacíos. En el recuento censal de 1887 los edificios eran 19, 2 de un piso y los otros 17 de dos plantas [H 609-III]. En 1883 quiso segregarse de la matriz, que se opuso. El 9 de noviembre, la Diputación acuerda que pase a dictamen de comisión y al día siguiente pide informe a los municipios colindantes. Desde 1995 se encuentra completamente deshabitada a efectos censales. La iglesia fue desmantelada durante la guerra civil para utilizarse como almacén, granero y pajar. En 1591, el pintor Juan Gómez contrató con el mayordomo de la iglesia hacer una imagen de Santa Quiteria “con su caja, dorada, estofada y encarnada, y en las espaldas de la imagen una color muy buena para que se pueda sacar de la dicha caja llevada en procesión”, trabajo por el que debería cobrar 30 ducados.
En el censo de 1591 se le reconocen 16 vecinos, todos pecheros. Su evolución demográfica ofrece los siguientes datos:

  D H
1787 48  
1843 64 (con Valmelero)  
1890 118 127
1900 106 106
1910 111 118
1920 99 102
1930 93 92
1940 107 110
1950 115 119
1960 51 49

Sociedad y cultura

En el término se cultivan cereales (trigo, avena), girasol, patata y algo de hortalizas.

Se celebraba feria el día 25 de noviembre «que es una romería que se tiene a santa Catalina» y que se estuvo llevando a cabo hasta mediados del siglo XIX, con abundante intercambio mercantil de animales para el laboreo en el campo y también productos de consumo ordinario.

La patrona es María Auxiliadora (24 de mayo) y el patrón San Antonio (13 de junio), pero celebran también la festividad de San Jerónimo (30 de septiembre), con una romería en mayo, y la Asunción de Nuestra Señora (15 de agosto), además de Santa Catalina (25 de noviembre). Entre sus costumbres antiguas se cita la fiesta de las Letanías de San Jerónimo, que se celebraba el día anterior a la Ascensión, con una romería a la ermita, celebración de actos religiosos y bailes populares.

La devoción a María Auxiliadora parte de una imagen regalada en 1906 por Carmen Gutiérrez de León. El cuadro despertó pronto las simpatías populares por lo que tres años después el párroco encargó una talla, destruida durante la guerra civil y sustituida por una nueva en 1942.

Bibliografía

Madoz I, 53; V, 54

            CMDC, 1-2

            Anónimo. Abia de la Obispalía. En Ofensiva, 20 enero 1944, sin firma, pero Julio Larrañaga.

            GUERRA FERNÁNDEZ, Jesús: Abia de la Obispalía: por tierras de obispos. Cuenca, 2006; Edición del Autor.

            MONEDERO BERMEJO, Miguel Ángel: La arquitectura de la repoblación en la provincia de Cuenca. Cuenca, 1982; Diputación Provincial, pp. 36-40

RICA, Carlos de la: “Un camino hacia Madrid: Cabrejas”. Diario de Cuenca, 23-06- 1978.

            RUBIAL, Amador: Castillos de Cuenca. León, 1994; Lancia, pp. 83-84.

 

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