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Pablo Pérez Rubio

Zaragoza, 2017. La Fragua del Trovador, 174 pp.

De siempre ha habido una muy íntima relación entre el cine y la literatura. Incluso hay algunos escritores cinematográficos (críticos, analistas, estudiosos) convencidos de que las mejores películas existentes son aquellas que tienen un buen soporte literario anterior, lo cual, como todo en esta vida, es solo relativamente cierto porque también se dan, y en abundancia, los ejemplos contrarios: muchas excelentes películas se escribieron directamente para el cine, sin pasar antes por el tamiz de la letra impresa. En justa concordancia con lo anterior, el arte de la imagen ha servido para inspirar un considerable número de obras escritas y canciones, en palmaria demostración de que, a fin de cuenta, nada forma parte de un círculo cerrado y, en cambio, todo se puede interrelacionar para dar origen a fabulosas criaturas de la imaginación.

            Pablo Pérez Rubio (Zaragoza, 1954) lleva ya bastante tiempo vinculado a Cuenca, primero como docente en el instituto de Motilla del Palancar y ahora en el instituto San José, de la capital, donde es profesor de Lengua y Literatura y en el que, además, desde este curso, ejerce la dirección del centro, dedicación profesional que viene compaginando eficazmente con una inconmovible afición al cine, al que ha dedicado ya una larga bibliografía, de considerable interés, con títulos como El cine melodramático (2004), Voces en la niebla: el cine durante la transición española (1973-1982) (2004 ), El profesor chiflado, de Jerry Lewis (2009), Jerry Lewis (2010), Escritos sobre cine español: tradición y géneros populares (2011) y otros referidos exclusivamente a su tierra aragonesa, como Diccionario de aragoneses en el cine y el video (1984) o Moncayo Films (1997), ambos escritos en colaboración con Javier Hernández Ruiz.

            Esa línea de sobria y erudita investigación conoce ahora una sutil variante que pone de relieve una vocación latente aunque escondida bajo aquella otra capa de estudioso con la que ya ha vertido una obra respetable para mostrar a un escritor de rica inventiva, poderosa imaginación y muy convincente técnica narrativa, que desmenuza en una serie de relatos que, como casi parece inevitable, giran en torno al cine. Locos de cine y otros relatos se presenta como una colección de cuentos distribuidos en cinco apartados: “Locos de cine”, “Recortes de prensa”, “Liturgias”, “Historias de la historia”, “Los límites de la realidad” y una especie de epílogo amparado bajo el lema de “Miscelánea”. El contenido de estas historias revela un riquísimo repertorio de posibilidades, que el autor explora con notable habilidad, incluyendo en la práctica totalidad de ellos una apreciable dosis de intriga y un atrevido empleo del humor, para llevar al lector, de la mano de ambos ingredientes, hacia un desenlace que casi siempre resulta sorprendente y que en no pocas ocasiones provoca la sonrisa al borde de la hilaridad.

            El hilo conductor, como se desprende del título (y de la vocación natural de Pablo Pérez Rubio) es el cine, situaciones directa o indirectamente vinculadas a la actividad cinematográfica. Hay en todos los relatos una búsqueda consciente de lo insólito como elemento provocador de momentos de tensión que pueden derivar en un desenlace inesperado y, por ello, sorprendente. En la forma habilidosa en que el autor conduce el relato hasta llegar a la consecuencia final reside en muy buena medida el mérito de este libro de textura menor pero de considerable impacto emocional, pero también es extraordinariamente meritoria su capacidad para imprimir una valiosa dosis de ironía, que en ocasiones llega hasta el sarcasmo. Así, el extraordinario juego con los palíndromos que, situado en las primeras páginas del libro, ayuda al prendimiento del lector, atrapado ya en la sucesión de momentos emocionantes, mientras que en “Puntualizaciones” desgrana con maestría algo que todos los periodistas hemos vivido en directo en no pocas ocasiones: la disparatada sucesión de desmentidos por alusiones más imaginadas que reales y que llevan, finalmente, a olvidar por completo cuál fue el origen de la discusión.

            Pasando páginas, esta apasionante lectura nos permite ir sin apenas transición de la comedia al melodrama, del ambiente negro a la intriga psicológica, del amor al desamor en un amistoso y ejemplar recorrido por los más significativos géneros cinematográficos. Locos de cine y otros relatos es un excelente compañero de viaje, sea en el cómodo sofá de casa o en el asiento de un tren o autobús o en el banco de un parque (donde todavía, aunque parezca sorprendente sigue habiendo lectores). Es de esos libros que atrapa, entretiene, divierte y, desde luego, alimenta la capacidad de la mente para pensar en la rica variabilidad emocional de los seres humanos.

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