Acacia Uceta
Prólogo de Jesús Hilario Tundidor
Madrid, 2014. Ediciones Vitruvio, 394 pp.
Descubro tardíamente la existencia de este libro, cuya publicación, me parece, no ha tenido ningún eco (y no consigo entender por qué) en los ambientes literarios (y los que no lo son) de Cuenca, a pesar de su intrínseco interés, no solo por la personalidad de su autora sino también, y quizá eso sea lo más importante, por el considerable valor de su contenido poético. Ya en el eficiente prólogo, corto pero eficaz en su contenido, Jesús Hilario Tundidor hace una afirmación rotunda que no resulta difícil compartir: “La personalidad entrañable de Acacia, de importancia capital en la trayectoria de la Poesía femenina española, hace de su obra una seria aportación al panorama literario poético de su época”. Así fue, en efecto, y a ello habría que añadir la dimensión localista, mínima si se quiere, pero importante desde la óptica de esta serie de comentarios que tienen que ver justamente con lo que, en el ámbito de las letras, sucede en Cuenca y sobre Cuenca.
Porque Acacia Uceta (1925-2002), nacida en Madrid, quedó vinculada de por vida a Cuenca y no solo por su matrimonio con Enrique Domínguez Millán sino también (y sobre todo) por una irrefrenable vocación hacia todo lo que Cuenca significa: el paisaje del entorno, el sentido melancólico de las calles y plazuelas, la vivencias sociales, culturales sobre todo, de una ciudad con la que quedó íntimamente imbricada y a la que aportó experiencias, sensaciones y versos. Son cuestiones si se quiere marginales pero deberían haberse tenido en cuenta para subrayar aquí la importancia de este libro que recoge la obra completa de la autora.
Desde su primera juventud mostró un destacado interés por el ámbito de la cultura, con clara orientación hacia la pintura y la creación literaria y, de hecho, cursó estudios de Bellas Artes. En los años 50 comenzó a publicar versos en revistas variadas, siendo desde entonces habitual su presencia en recitales, conferencias, ateneos, etc. Esta última mención resulta de especial importancia porque al hacerse cargo de la sección de literatura del Ateneo de Madrid convirtió el siempre decadente y monótono espacio social en un activo recinto que dio lugar a constantes actos desde presentaciones de libros, coloquios, encuentros, homenajes, etc. A esa actividad propia de la capital hay que añadir la que desarrolló en Cuenca; miembro del grupo fundador de la Academia Conquense de Artes y Letras, su presencia fue constante en citas del más variado contenido haciéndose una figura habitual en la actividad social y cultural de la ciudad, incluyendo conferencias y pregones..
Su obra editada no es muy abundante. En vida, Acacia Uceta publicó siete libros de poesía, a los que se han añadido otros dos más en el volumen que recopila su Poesía completa, Calendario de Cuenca y Memorial de afectos. Son versos, en su práctica totalidad, inmersos en un sentimiento marcado por el raciocinio; no hay en ellos la emotividad propia de lo que surge espontáneamente, sino de una severa aplicación conceptual, que viene a demostrar la conciencia rigurosa de la autora, convencida del poder de la palabra y de su capacidad para transmitir esa misma emoción que puede estar en el origen del poema, pero sin dejarse arrastrar por ella hasta el punto de poder anular la capacidad creativa, que debe estar marcada por una exigencia constante, en busca del término adecuado y convincente, siempre en línea poética. Son poemas que van alternando expresiones vinculadas a su intimidad con otros puramente objetivos, a través de experiencias personales y el conocimiento de ambientes y ciudades que la marcaron. De ambas cosas nacen versos profundos, bien elaborados, con autenticidad poética:
No me importó dejar en la andadura
mi bagaje de sueños,
la luz de nácar de la amanecida,
el rumor hondo de la caracola,
la rama del almendro florecido.
Versos en los que flota, como en el conjunto de la obra de Acacia Uceta, una íntima melancolía que nunca llega a desembocar en el pesimismo. Mujer vitalista, activa, desarrolló su inmensa personalidad a través de la poesía hasta llegar a alcanzar una profunda imbricación entre ambas cuestiones. Todo ello queda patente en este libro copioso de emociones y de versos, que invita a una lectura sosegada de una de las voces más profundas y sinceras que ha producido la literatura española de las últimas décadas.