La ciudad que nunca existió

A finales de año, todo el mundo hace balance de lo pasado y apunta, con más o menos imaginación y buenos deseos a lo que puede traer el futuro. Pienso en ello cuando repaso cientos de notas sobre las variadas propuestas y proyectos que han ido surgiendo en Cuenca durante las últimas décadas y que ofrecen la visión de una ciudad fantasmagórica, irreal, flotante en una nube de ilusiones fallidas.
      Aquella ciudad imaginada quedó en un sueño. Me pregunto, a estas alturas, qué hubiera sido, dónde estaría esta ciudad, Cuenca, si todo lo que unos y otros han ido anunciando, prometiendo, planificando incluso, durante los últimos años, se hubiera transformado en realidades. El repaso es desolador.
      Especulemos desde aquí e imaginemos cómo sería la ciudad si todo lo que nos dijeron que iban a hacer hubiera sido realizado. El centro urbano será completamente diferente, porque los amplísimos terrenos de la estación del ferrocarril van a ser urbanizados para levantar grandes bloques de viviendas y extensas zonas verdes. Además, un hermoso boulevard comunicará ese centro urbano con la estación del AVE, y en sus márgenes crecerán espacios igualmente verdes y hermosas instalaciones comerciales. Es palabra de alcalde y hay que creerla.
       Los servicios asistenciales van a mejorar de manera espectacular, con el nuevo hospital que a estas horas ya debe estar terminándose de construir, como el Palacio de Congresos, prometido en buena hora de campaña electoral. Junto a ellos, un espectacular recinto ferial, organizado en torno a un hermoso Bosque de Acero, ofrecerá a la ciudadanía ocasión de regocijo permanente, con barcas flotando sobre el Júcar, espacios lúdicos para niños y un magnífico auditorio al aire libre donde actuarán los mejores grupos musicales del país y parte del extranjero.
       Consciente de que el actual edificio municipal se ha quedado pequeño, además de ser incómodo, el Ayuntamiento ha preparado una operación de traslado a la parte baja. El arquitecto Eduardo Torallas ha preparado el diseño de la nueva Plaza Mayor, con el también nuevo Ayuntamiento, como se puede apreciar en la foto que encabeza este artículo.
       El tráfico, problema que agobia a tantas ciudades, ya ha quedado resuelto, gracias a la construcción de siete, nada menos que siete aparcamientos subterráneos en otras tantas zonas de la ciudad, empezando por el de la calle Astrana Marín, y siguiendo por Fermín Caballero y Casablanca. Además, para evitar los atascos en el centro, se construirá un magnífico túnel que desde la entrada desde la carretera de Valencia y por debajo del cerro del Socorro llegará hasta las inmediaciones del Auditorio, donde todos los coches quedarán almacenados sin saber qué hacer para salir del lío. Además, como complemento, se va a preparar una Ciudad del Transporte para que los camiones puedan aparcar cómodamente en vez de estar repartidos por las calles de las barriadas.
       También será solucionado el histórico problema de acceder al casco antiguo, mediante la implantación de una escalera mecánica, según propugna un partido o ascensores, como prefiere el otro partido. Como ambos se turnan en el gobierno municipal está claro que una de las dos opciones tomará forma en cualquier momento.
       El mundo de la cultura está de suerte. Las Cortes han aprobado una ley que fija en Cuenca la sede permanente de la Joven Orquesta Nacional de España, una de las más prestigiosas formaciones existentes en el país, lo que garantiza una programación constante de buena música. Otro gran proyecto ya aprobado es la utilización de los antiguos almacenes municipales de la avenida Reyes Católicos para implantar un centro dinámico de nuevas formas artísticas, junto con un teatro asequible y funcional, además de otra biblioteca municipal, de las seis que hay proyectadas y que tan necesarias son para garantizar el bienestar público. Ello se completa con la instalación en Cuenca de un gran centro de investigación de la imagen a través del archivo personal de Pedro Almodóvar, que va a recibir en breve plazo la Universidad, junto con la puesta en marcha de ICDEA, otro gran proyecto para digitalizar todo el patrimonio filmográfico español, proyecto enriquecedor que impulsa la Diputación.
       También el deporte se encuentra en auge. Se ha preparado un ambicioso plan para edificar un nuevo estadio de fútbol, capaz para 8.000 espectadores, a partir de la actual Fuensanta y además está en trámite la planificación de toda una Ciudad del Deporte, en la zona de Villarromán.
       E incluso, para que no falte nada, vuelve a hablarse de concluir las obras de la catedral de Cuenca, empezando por reedificar la torre del Giraldo, tristemente hundida en el aciago suceso de 1902.
       Todo ello, y muchas más cosas, quedarán recogidas en el nuevo Plan de Urbanismo que se está elaborando desde el año 2002. Porque está claro que una ciudad no puede vivir sin Plan de Urbanismo.
       Esta es, a vuelapluma, la ciudad que nunca existió más que en la imaginación de nuestros creativos regidores.

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