Asequible cercanía de Los Callejones de Las Majadas
El espectáculo de la naturaleza es inagotable y, a la vez, insustituible con cualquier otra cosa que no sea la contemplación directa. Ya se que hay docenas de mecanismos que pretenden sustituir eso que para mí es una verdad absoluta con otros sucedáneos, elaborados además con notable maestría, pero ni documentales en La Dos, ni grabaciones en vídeo, ni cualquier otro tipo de transmisión por cualquiera de los maravillosos artilugios que hoy tenemos a nuestra disposición puede equipararse al disfrute maravilloso de la contemplación en vivo y si eso puede ser disculpado en el caso de parajes situados en lugares exóticos, de difícil (o costosa) accesibilidad, tal disculpa no tiene vigencia en el caso de otros que se encuentran, por decirlo de un modo coloquial, al alcance de la mano. Tal como ocurre con los Callejones de Las Majadas.
El pueblo, Las Majadas, es pequeño (apenas en torno a unos 300 habitantes, quizá ahora algo menos) y atractivo, porque las aportaciones modernizadoras, aunque se notan, no han deteriorado demasiado su carácter rural y serrano. Hasta allí se llega sin mucho esfuerzo, por una carretera que, aunque enriscada y revoltosa, como corresponde a unos parajes serranos, se hace con comodidad facilitando la llegada a esta puerta de acceso a los incomparables paisajes de la Serranía de Cuenca. El nombre del lugar proclama su origen con toda evidencia, porque aquí no hay fantasías etimológicas que buscar: majada es un término claramente vinculado con la actividad ganadera, que se realizaba ya en el lejano siglo XII, cuando la familia Jaraba era la propietaria de estos parajes que imaginamos cruzados por rebaños de miles de cabezas, como corresponde a la tradición de estas tierras.
Pero lo que nos trae hoy hasta estas cumbres no es la remembranza histórica ni las nostalgias de un tiempo ido, sino el encuentro con Los Callejones, un espacio natural que se encuentran apenas a unos dos kilómetros del pueblo, siguiendo el camino forestal en dirección a Uña, donde la erosión pluvial dio origen, hace ya millones de años, a una de las formaciones kársticas más características de la geografía serrana conquense, repitiendo el fenómeno de la modelación de la naturaleza rocosa caliza para delinear, a partir de ella, figuras extrañas y sorprendentes, en la que siempre despierta imaginación humana intenta encontrar similitudes, fantásticas o reales. Todo ello responde a un proceso puramente natural, químico, cuya explicación racional no resulta satisfactoria para espíritus ansiosos de caminar por las sendas de las ensoñaciones, a las que ayuda sobremanera este espectáculo magnífico, grandioso en su propia estructura, configurado como una serie de pasadizos rocosos en los que, a diferencia de otros lugares, lo que importa no son las figuras aisladas sino el propio conjunto en sí mismo que, además, fue utilizado tradicionalmente por los pastores para el acomodo de sus ganados, actuando así como una majada natural para abrigo de rebaños y seres humanos.
Los Callejones de Las Majadas no ocupan una gran superficie de terreno, por lo que tampoco es necesario disponer de mucho tiempo para recorrerlos y disfrutar de ellos. Conservados en una situación de envidiable pureza, en clara demostración de que la utilización de un espacio natural para desarrollar actividades sostenibles no tiene por qué afectarlo negativamente, hoy se ha transformado en un recurso de clara utilidad turística, todavía no masificada (ni falta que hace), lo que contribuye a mantenerlo en condiciones razonables, cuya pervivencia siempre es deseable en una sociedad urbana que en tantas ocasiones, muestra comportamientos nada recomendables cuando se interna en el ámbito natural.