Tristes y sucias piletas sin agua ni patos
Eso que se ve en la imagen son tres piletas, o como decía el documento original que lo definió, un estanque repartido entre tres niveles, con un templete chinesco que dará la impresión de estar flotando sobre el agua, por la que caminarían alegremente patos deslizándose entre plantas acuáticas. Ese elemento iba a ser el más representativo y definitorio del nuevo parque que tendría, además, una gran plaza donde se había previsto levantar una escultura, mientras que en la parte más alta existiría una explanada en la que se pensaba habilitar un mirador orientado hacia el sur, desde el que sería posible contemplar una amplia panorámica de la parte nueva de Cuenca. Por supuesto, como corresponde a un parque que se precie, habría abundantes paseos, parterres con césped, una amplia zona de juegos infantiles y todos los aditamentos propios de estos casos. De los deseos a la realidad va la misma distancia que va del cero al infinito.
El parque de los Dos Ríos se encuentra situado al E del casco urbano, junto a la urbanización Villa Román, a continuación del instituto Pedro Mercedes y frente a otro parque, el de Europa, del que lo separa la avenida del Mediterráneo. Su preparación comenzó en 1988, pero las obras quedaron interrumpidas por esos incidentes tan frecuentes en este tipo de trabajos, hasta que pudieron reanudarse tres años más tarde. Entonces dijeron que había costado 57 millones de pesetas con los que se llevó a cabo la ordenación de cuatro hectáreas de terreno.
No tengo un recuerdo nítido acerca de si, efectivamente, alguna vez llegó a haber agua en esas tres piletas habilitadas junto al templete chinesco pero casi sí estoy seguro de que jamás hubo en ellas un solo pato. Como tampoco se puede deducir en qué momento, hace ya mucho tiempo, los responsables municipales del departamento botánico decidieron abandonar cualquier tipo de cuidado y fueron dejando (sinónimo de dejadez) que la instalación se fuera arruinando de manera progresiva, sin corregir el deterioro, hasta llegar a la lamentable situación actual. No creo que sea cosa de entrar aquí en excesivos detalles descriptivos, que sustituiré por uno solo: la cochambre generalizada es el factor más destacado en este desdichado lugar que, como está abierto a todas las miradas, no puede ocultar sus vergüenzas (en realidad, no son suyas, sino de quienes han permitido que se produzcan).
He leído estos días que el Ayuntamiento ha procedido a adjudicar a una empresa privada el cuidado de los jardines públicos de la ciudad. Tiempo triste estos en que las instituciones se dedican a privatizarlo todo y que nos obliga a recordar, con la necesaria nostalgia melancólica aquellos otros tiempos en que en cada jardín se podía encontrar siempre la presencia amable y cuidadosa de un guarda que procuraba tenerlo todo en orden. Pero aparte esa apelación al pasado, y volviendo a la situación actual, no creo que la empresa adjudicataria tenga entre sus funciones ir más allá del puro y más barato mantenimiento de las instalaciones que se le entreguen. Con podar y regar seguramente ya tiene bastante. Dudo que entre sus competencias figure entrar a fondo en la situación de deterioro que sufren muchos de los jardines de esta ciudad, con el Parque Dos Ríos en cabeza, que necesita, por lo que llevo dicho, no solo un lavado de cara sino un proyecto total que entre a saco en la corrección de todos los desperfectos que aquí apenas si he insinuado, pero que van desde la dichosa triple pileta sin agua ni patos a la deplorable plaza adoquinada sin olvidar la triste figura escultórica burdamente machacada por los inevitables grafiteros. Como decía aquel, hay aquí mucha tela que cortar y muchos detalles que incluir en cualquier programa electoral que se precie.