Hay curiosas contradicciones en este mundo nuestro. Oímos con notable frecuencia lacrimógenos comentarios sobre lo poco que se lee, sobre todo en el sector de los más jóvenes, pero a la vez contemplamos en las librerías, tanto en sus escaparates como en los anaqueles interiores, una incontenible acumulación de nuevos títulos que siguen saliendo al mercado, si parar; algunos de ellos, envueltos en esa cosa misteriosa y en apariencia inaccesible que es el éxito.

 Se lee poco pero cada vez hay más libros. Esa parece ser la realidad. Y encima, como es el caso que hoy me ocupa, los escritores son cada vez más jóvenes. A mí me sorprende, en el periódico recorrido por las librerías y por las páginas de novedades, la cantidad de nuevos escritores que han saltado a la escena en los últimos años y que aún no he tenido tiempo de llegar a conocer (o sea, a leer).

 Aquí mismo, en Cuenca, se ha producido un curioso fenómeno de esta naturaleza, con la irrupción de la primera novela de la jovencísima Lucía Mora (16 años apenas y todavía estudiante en un Instituto). Naturalmente, todos hemos sido escritores juveniles, pero nos hemos guardado las cuartillas o, como mucho, hemos publicado un cuentecillo en la revista del barrio, pero lo de Lucía es especial porque se trata de un libro entero, completo e impreso. Con la lógica curiosidad me he acercado a esas páginas para encontrar un relato bien armado, mezcla de cuestiones vinculadas a la realidad con otras de naturaleza fantástica, agradable mescolanza de sensaciones y un trazo global que hace suponer en la autora una madurez mayor de la que corresponde a su edad. Clara es el título de esta novela que en casi 200 páginas nos descubre un contenido muy imaginativo, plagado de observaciones interesantes y aportaciones narrativas que demuestran lo que se reconoce en la solapa, que la autora es una pertinaz lectora y, por tanto, ha sabido asimilar no pocos de los recursos con que un escritor consagrado aporta a su obra. El relato es sencillo y directo, pero con un claro estilo literario que va más allá del simple aprendiz en lo que se puede interpretar como una razonable promesa de empeños de mayor envergadura.

Deja una respuesta