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Jesús de las Heras.

Editorial Edaf. Madrid, 2018. 301 páginas.

Jesús de las Heras (Cuenca, 1943) tiene acreditada una larga trayectoria como periodista de raza, de los que están al pie del cañón, en la inmediatez de la noticia y en la investigación de sus causas y consecuencias, orientación profesional que en los últimos años ha reciclado para transformarse en cronista de la historia, en la que busca momentos concretos, a través de los hechos y sus personajes. Si en el primer apartado nos dejó títulos tan contundentes como La España de los quinquis, El año Arias, El último año de Franco o El caso Mestre, en los que dejó buena prueba de su capacidad para realizar un valioso trabajo de introducción en los entresijos por donde se mueve la realidad cotidiana más allá de la apariencia superficial en el segundo, en el que se encuentra inmerso ahora, nos ha acercado ya a La Orden de Calatrava (2008), La Orden de Santiago (2010),  Alfonso el de las Navas (2012) y La espada, fuerza y poder (2015), a los que ahora se añade este nuevo título, Julián Romero, el de las Hazañas, elaborado con una extraordinaria metodología analítica y expositiva que nos permite penetrar en un mundo que podemos considerar ajeno o lejano pero que, sin embargo, forma parte constante de la historia de la humanidad y que, de paso (y no es lo menos importante), facilita el conocimiento de un personaje nacido en la provincia de Cuenca, de singular importancia en ese momento histórico ciertamente trascendental que introduce a España en el mundo europeo, en el que llegó a alcanzar un papel histórico y político de singular interés.

            Julián Romero nació en algún lugar de la provincia de Cuenca, alternándose Huélamo y Torrejoncillo del Rey en asumir ese papel, en 1518, por lo que este libro ve la luz al cumplirse justamente cinco siglos de aquel natalicio, ocasión que ha sido debidamente celebrada por el primer pueblo citado con diversos actos, mientras que el segundo ha preferido mostrarse indiferente al acontecimiento.

            Julián Romero, el de las Hazañas, es un tratado histórico, un compendio de noticias, un relato biográfico y también un texto novelesco, por el que el lector transita con avidez, atrapado por la calidad de una narración que en ocasiones llega a ser apasionante y, desde luego, muy entretenido, porque el autor lo lleva de la mano sin pedantería, aportando una considerable información sobre un aspecto tan específico como, quizá, desconocido. Y que se completa con una abundantísima ilustración gráfica que acompaña en cada momento las circunstancias concretas del texto.

            El papel de Julián Romero en la España imperial es el de un aventurero que a fuerza de valor, temerario en ocasiones, pero también de inteligencia organizativa, sirve a la carrera de las armas desde su más tierna juventud y en ella va escalando posiciones, siempre por méritos de guerra, hasta alcanzar el grado de maestre de campo general mientras iba perdiendo diversas partes de su cuerpo, de manera que al final de su vida estaba cojo, manco, tuerto y sordo de un oído, todo ello resultado de encuentros bélicos en cien batallas. Estuvo presente en todas las grandes ocasiones de aquellos conflictos que sirvieron para asentar la presencia de España en Europa, singularmente en Flandes y en Italia, figurando como ayudante excepciones del duque de Alba. Se había retirado ya de las peleas y las intrigas palaciegas, cuando don Juan de Austria le reclamó nuevamente y a esa llamada acudía cuando el 13 de octubre de 1577 cayó fulminado desde su caballo, muriendo repentinamente.

            Esta figura, controvertida, desde luego, pero de considerable importancia histórica y de interesante valor humano, como símbolo efectivo de un periodo concreto, había merecido ya libros y pinturas, pero el trabajo desarrollado por Jesús de las Heras viene a ser ciertamente ejemplar como modelo de un libro divulgativo que procura recoger todo lo que es necesario, desde el rigor y la documentación, para exponerlo con un lenguaje directo, sobrio, de considerable eficacia, en busca siempre de la cercanía del lector y de la comprensión de hechos y situaciones cuya lejanía en el tiempo pudieran llevar a interpretaciones incómodas. No es el caso: el libro resulta de una notable claridad expositiva, a lo que ayuda la abundancia de ilustraciones y la variada aportación de encartes complementarios, con lo que nos encontramos ante un libro de considerable utilidad.

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