Chirino, Alonso

Cuenca h. 1365 / Sigüenza, 1430

Fué médico (o físico, como se le llamaba en la época) de los reyes Enrique III y Juan II. Poco se sabe de su niñez, salvo que era miembro de una conocida familia de conversos radicada en la ciudad de Cuenca desde los tiempos de la conquista y originaria de tierras alcarreñas. Cabe suponer, sin embargo, que estudió en la Universidad de Salamanca, puesto que es la única que en esa época tenía estudios reglados de Medicina en la que, siempre en el ámbito de las hipótesis, debió graduarse hacia finales del siglo XIV. Cumplido el requisito académico se dedicó a ejercer la profesión siguiendo las pautas tradicionales marcadas y hacia las que pronto empezó a mostrar una actitud crítica, especialmente en la denuncia de títulos entregados sin muchas garantías científicas así como las supercherías que se aplicaban con harta frecuencia por curanderos sin escrúpulos. Parece que empezó a ejercer la profesión en algún lugar del reino de Toledo aplicando criterios diferentes a los usuales hasta ese momento. Tales  posiciones renovadoras debieron llegar a oídos de la corte porque en una fecha imprecisa figura ya al servicio del joven rey Enrique III, actuando no solo como médico del monarca sino ejerciendo también la tarea de examinador de quienes pretendían dedicarse a la Medicina en el reino de Castilla. Parece que, a pesar de sus esfuerzos, no consiguió que el monarca implantara ninguna medida correctora para mejorar el oficio de médico. Pasó luego al servicio del infante Fernando de Antequera (1413), tras lo que regresó a Cuenca, donde ya había nacido su hijo, Diego de Valera (1412) y donde estaba cuando el nuevo rey, Juan II, le llamó nuevamente a su servicio, uniéndole otra vez el cargo de examinador de médicos y cirujanos.

Además de su labor profesional, Chirino debió participar activamente en la vida local conquense, porque en un documento fechado en Valladolid (1423) aparece como procurador en Cortes por Cuenca y también parece que redactó o tomó parte en la redacción final de las Ordenanzas municipales de la ciudad, revisadas en los años 1417 y 1423. En su testamento, otorgado el 22 de agosto de 1429, ordenó que fuese enterrado en el convento de San Francisco, de su ciudad natal “lo que les mando que lo hagan sin ruido”.

Probablemente escribió trabajos en forma de cartas o discursos sobre el ejercicio de la Medina, pero hasta nosotros han llegado solo dos libros, uno de ellos verdaderamente notable y de considerable impacto en su época, Tratado llamado Menor daño de Medicina, publicado en 1506 e impreso por Cronberger en Sevilla, del que se han hecho incontables ediciones incluso en fechas modernas; y Espejo de Medicina. Ambas obras, especialmente la segunda, resultaron extraordinariamente polémicas porque Chirino arremetía sin contemplaciones contra la forma en que se estaba aplicando la medicina tradicional, propugnando una práctica que resultara menos agresiva para los enfermos e incluso planteando que no se aplicara ningún remedio invasivo mientras se dejaba actuar a la naturaleza.

Bibliografía

José María Álvarez Martínez del Peral, “Conquenses ilustres”. El Día de Cuenca, 03-06-1927 / Marcelino Amasuno Sárraga, Alonso Chirino. Un médico de monarcas castellanos. Salamanca, 1993; Junta de Castilla y León / Ángel González Plalencia, “Alonso Chirino, médico de Juan II y padre de Mosén Diego de Valera”. En Miscelánea Conquense, Cuenca, 1929; Seminario Conciliar, pp. 161-184 / María Teresa Herrera, Menor daño de Medicina, de Alonso Chirino. Edición crítica y glosario. Salamanca, 1973; Universidad.