Castro Villacañas, Demetrio

Huete 21‑01‑1919 / Madrid, 03-04-2014

Una de las voces más sólidas y personales de la poesía de postguerra. Tras pasar la niñez en Alcalá de Henares, hizo la carrera de Derecho y la de Periodismo, sin faltar alguna incursión -leve- en el terreno político.  Periodista, abogado y poeta, habiendo ejercido con más intensidad la primera de las facetas, en el ámbito de la opinión, el artículo y la gestión administrativa, sobre todo en la ya desaparecida cadena Prensa del Movimiento, en cuyo órgano central, el diario Arriba, fue editorialista y jefe del departamento de Información y Confección, de donde pasó como subdirector y luego director a  Solidaridad Nacional, la histórica “Soli” barcelonesa, nacido durante la República con el título de Solidaridad Obrerae incautado por el régimen franquista al término de la guerra civil. Antes había participado como voluntario en la División Azul, donde pasó cuatro años (1941-1943), de los que dos tuvo a su cargo la dirección de La Hoja de Campaña, un boletín editado en Riga, que se hizo extraordinariamente popular en los campos rusos.

A su regreso a España hizo los cursos de Derecho en la Universidad de Madrid (en la que también obtendría el grado de doctor) pero pronto se orientó hacia su verdadera vocación, la del periodismo, ya en su estancia universitaria: había fundado la revista Aldea, órgano de las juventudes campesinas y Unión, de la Vieja Guardia de Falange; luego dirigió La Hora, revista de los universitarios españoles. Ya en la vertiente profesional, tras su paso por los periódicos citados, ocupó el puesto de Redactor Jefe de los Servicios Técnicos de Prensa del Movimiento antes de ser nombrado secretario nacional de la delegación de Prensa, Propaganda y Radio del Movimiento (1961), trayectoria profesional que completó con la dirección del semanario 7 Fechas. En Radio Nacional de España dirigió la “Emisión de Poesía” y luego fue un tiempo jefe de programas culturales; ejerció como profesor en las Escuelas Oficiales de Periodismo de Madrid y Barcelona y más tarde desempeñó el cargo de delegado de Información y Turismo en varias provincias (Córdoba, Santa Cruz de Tenerife, Sevilla). Continuó su carrera administrativa en el seno del ministerio como Jefe del Servicio de Teleclubs y Aulas de Cultura y la concluyó haciéndose cargo de la dirección general de Cultura de la Comunidad Autónoma de Madrid, ya en tiempo de recuperación democrática.

En el ámbito estrictamente literario hay que señalar su presencia en la revista Escorial, de la que fue secretario general, formó parte del grupo inicial de la revista Garcilaso y fue redactor-jefe de Vértice, todas ellas revistas de corte literario; también ocupó el puesto de secretario general del Ateneo de Madrid. En la que fue buque insignia de la poesía española de posguerra, Garcilaso, auténtico paradigma de las corrientes, algunas contrapuestas, surgidas en los años 40, podemos encontrar los versos de Castro Villacañas, por ejemplo, en el número 20, “Cinco sonetos de la triste ausencia” que tiene mucho que ver con el dolorido sentir de la lejanía de la amada:

En vano busco, en vano, tu latido

en esta mano fría de la ausencia

si le falta a tu pulso la asistencia

del corazón ardiente y conmovido.

O, en el número 33, un poema de claro sentido amoroso, con un ligero aroma provocado por la fisicidad del cuerpo amado:

Por la ventana, el sol de tu cabello,

infiel, a la montaña se escapaba;

y vigilante, el viento le obligaba

a enroscarse en la gracia de tu cuello.

Su primera publicación, en 1940, fue con ocasión de una obra colectiva promovida por el SEU para ensalzar el traslado de los restos de José Antonio desde Alicante a El Escorial, una publicación en la que tomaron parte los más reconocidos poetas del momento entre los que Castro Villacañas encontró un hueco que habría de ser definitivo.

Entre sus publicaciones como escritor destaca «Elegía a los muertos lejanos», en homenaje a los fallecidos de la División Azul, de la que formó parte. De hecho, la crítica lo bautizó con el título del poeta de esta unidad de voluntarios españoles que combatió contra la Unión Soviética en la II Guerra Mundial. Pero desde una óptica estrictamente poética sus obras más significativas pueden ser Hombres de mar y Olvido que bebemos, con versos de extraordinaria fuerza y emotividad.

Entre sus premios poéticos destacan el “Virgen del Carmen”, “Día de la Provincia” de la Diputación de Madrid, el «Ciudad de Barcelona», conseguido en 1957 por «Conciencia de hombre», etc. Estuvo en posesión de diversas condecoraciones y distinciones y publicó numerosos artículos de crítica literaria y de estudios sobre temas de poesía, además de incontables conferencias sobre esta materia. En el volumen Setenta años de poesía en Cuenca se recogen algunos testimonios laudatorios sobre la obra de Castro Villacañas, como el de Leopoldo Panero: «La poesía de Demetrio Castro Villacañas está, en cierto modo, más allá de las palabras, en tanto éstas pertenecen a la expresión artística o formal; y vale, sobre todo, por su entrañable y transparente humanidad»; o el de Dámaso Alonso: «Poesía muy emocionada, humana, con gran sentido de la estructura del poema y con un lenguaje que es al mismo tiempo noble y muy expresivo».

Aunque tuvo muy escasa vinculación con Cuenca, en 1953 fue pregonero de la Semana Santa de la ciudad, gracias al sólido prestigio que había alcanzado como poeta, en una época en que los pregoneros era, precisamente, reconocidos literatos.

El 18 de mayo de 2013, camino ya de los cien años, aún tenía fuerzas y capacidad oratoria para recordar aquel periodo, como se recoge en la crónica de una conferencia que publicó ese día, en la que combinó sabiamente historias de guerra y de amor, en referencia nuevamente a su tema preferido, la División Azul.

En algunos esbozos biográficos se cita Cautiverio como una de sus obras. En realidad, fue solo un guión cinematográfico, escrito en 1954, con el proyecto de rodar  una película de ese título, que nunca llegó a filmarse.

Su vida y obra han dado pie para el libro El soldado poeta falangista, Demetrio Castro Villacañas, de Carlos Caballero Jurado, cuya segunda parte reproduce íntegramente Elegía por los muertos lejanos.

* Obra publicada

      Elegía de los campos y los vientos en el cortejo de José Antonio (Granada, 1940; obra colectiva).

     Epistola y tres poemas más (Madrid, 1946)

     Elegía a los muertos lejanos (Madrid, 1947)

     Donde la sed comienza (Madrid, 1949)

     Misión de las minorías (Almería, 1950)

     Conciencia de hombre (Barcelona, 1957)

     Hombres de mar (Barcelona, 1959)

     Poesía (Barcelona, 1960)

     Olvido que bebemos (Madrid, 1968)

     Subida a la Giralda (Sevilla, 1971)