Esta es una imagen de despedida, tomada el último día en que todavía era posible ver algo de los andamios que durante meses han cubierto la fachada de la Casa del Corregidor. Unas horas después, ya no quedaba nada y ahora la histórica fachada, con su espectacular escudo imperial, vuelve a ofrecerse diáfana a la contemplación de los transeúntes.

            Aún siguen las obras por dentro pero, por lo que me dicen, es cuestión de días que lleguen a su completo final. Luego vendrá esa otra parte del proceso que tiene una duración indefinida: el equipamiento, la puesta a punto, el traslado del Archivo Municipal, delicada operación que debería estar a cargo de un profesional cualificado, pero hace ya cuatro años que no existe archivero municipal, detalle que es muy demostrativo de la inoperancia del Ayuntamiento de Cuenca y de lo poco que le importan los asuntos relacionados con la cultura.

            Por lo pronto, el edificio ya está sin andamios. Veremos en qué queda todo lo demás.

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