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Pedro Saugar

Cuenca, 2009. Diputación Provincial; 468 pp.

Recupero ahora, con algo de retraso, un libro que, en la relectura, me ha parecido del máximo interés, juicio que se acrecienta si tenemos en cuenta que, al menos desde mi óptica, ha pasado desapercibido, quizá por la destacada personalidad política de su autor o, quizá también, porque a semejanza de lo que me ha pasado a mí, los presuntos lectores debieron considera que, habiendo leído ya estos textos cuando fueron publicados como artículos en el periódico local, no merecía la pena volver a repasarlos cuando adquieren la forma de libro. Un error de concepto, sin duda alguna.

            Pedro Saugar (Cuenca, 1934) siguió con entusiasmo su primer dedicación, la de maestro, que siempre acompañó de una irrefrenable vocación política, siguiendo desde joven los pasos marcados por el Frente de Juventudes de donde pasó con igual interés al Movimiento Nacional, ocupando diversos puestos de mando, ninguno destacado o de relevancia. Como tantos otros, asumió sin especiales problemas la transición a la democracia y fue en esta etapa en la que encontró la oportunidad de ocupar cargos de importancia, como diputado en el Parlamento autonómico o presidente de la Diputación Provincial de Cuenca, a la vez que obtenía el título de licenciado en Derecho.

            La vida política de Saugar estuvo marcada por su inconmovible vinculación con Alianza Popular y luego el Partido Popular, del que fue presidente provincial, posición ideológica que ejerció con extrema severidad, incluso dureza, manteniendo actitudes muy beligerantes hacia el PSOE, la Junta de Comunidades y el presidente José Bono. También el ejercicio de la presidencia de la Diputación lo llevó a cabo con energía y escaso espíritu de tolerancia hacia los otros. Liquidada ya esa etapa de gestión política, el autor descubrió otra afición, la de articulista periodístico, emprendiendo la publicación de varias series de artículos de carácter descriptivo sobre cuestiones antiguas relacionadas con Cuenca.

            Ese es el mismo carácter presente en este libro, en que el autor recoge un amplísimo repertorio de recuerdos, algunos anclados en la memoria, otros extraídos de los papeles impresos y que, en esencia, vienen a ofrecer un extraordinario panorama de lo que fue esta ciudad a lo largo del siglo XX, especialmente en su segunda parte, la más conocida de manera directa por Saugar y a la que dedica las mayores atenciones, con un sorprendente despliegue de personajes, de todo tipo y condición, destacando sobre todo los de carácter popular en un ejercicio que recuerda mucho lo que hacía Federico Muelas, cuya capacidad de retratista descriptivo era una de sus grandes virtudes.

            No le va a la saga Saugar, que reparte por igual sus recuerdos entre el urbanismo, los edificios y locales que existieron, los que se perdieron y, naturalmente, las costumbres, que nos transmiten con enorme eficacia narrativa la imagen global y colectiva de una ciudad que ya no existe. En esta especie de memoria, un género de enorme validez y muy escasamente practicado entre los autores conquenses, quien hoy nos ocupa elude referencias a sus propias vivencias política, como queriendo correr un tupido velo o no desear descubrir misterios, no de alcoba, sino de despacho.

            Leído con una perspectiva distinta a la inmediatez, este Desempolvando se convierte en un elemento de enorme interés para ayudar a desentrañar no pocos puntos oscuros de nuestra historia más inmediata.

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