Pasado Uña y el embalse de la Tobna, el valle  del Júcar ya está abierto del todo. La carretera discurre ahora al mismo nivel que el río, de modo que no hay barrancos ni precipicios que alejen o dificulten la comunicación entre ambos elementos. El viajero puede acercarse cuantas veces quiera a la ribera, sin problemas, pero si no lo hace avanzará presuroso para, a la vuelta de un sencillo recodo, empezar a percibir uno de los espectáculos más dignos de maravilla que es posible contemplar por estos senderos que estamos recorriendo. Pues nos espera, sencillamente, Huélamo, que se orienta de manera frontal hacia el valle, ofreciendo una amplia visión de su estructura urbanística, bellísima, de casas blancas cubiertas de rojos tejados.
    Hay una fuerte, fortísima subida, hasta que se alcanza la plaza del Obispo Isidoro Caja y Jara, uno de los dos personajes más célebres salidos de aquí; el otro es el maestre de campo Julián Romero distinguido en múltiples aventuras guerreras (la batalla de San Quintín, por ejemplo).
    Huélamo es una especie de anomalía histórica, porque perteneció a la Orden de Santiago que es, como se sabe, eminentemente manchega, por lo que no se explica muy bien a cuento de qué se hicieron cargo de este castillo serrano, que había sido construido por los musulmanes para, desde aquí, controlar bien toda la zona. Historias aparte, que siempre dan mucho juego, vayamos a lo que importa hoy.
    El entramado callejero de Huélamo es tan atractivo y sugerente como es la visión exterior y lejana del pueblo: una buena urbanización, un sugerente recorrido orlado de fuentes públicas, una correcta implicación de la arquitectura tradicional con las nuevas construcciones, suficiente respeto para mantener elementos antiguos (rejas sobre todo). En fín, un lugar digno de ver y pasear.
     El pueblo se estructura en tres calles paralelas, pero situadas a distinto nivel, que se extienden a todo lo largo del anfiteatro montañoso, con una serie de escalinatas de comunicación entre ellas que, a la vez, forman pequeñas plazuelas, algunas con fuentes públicas. La vía principal recibe el nombre de calle Real y llega hasta la iglesia; en su inicio y frente al edificio municipal, está la plaza de Julián Romero que, en realidad, es sólo un fragmento de la calle. Paralela a la Real se encuentra la calle de Arriba que, como es fácil suponer, sirve para la comunicación de las viviendas situadas en el sector superior de la población. De todas las que forman escaleras, las calles de la Paz o de la Fuente pueden servir de ejemplos para comprobar cómo se resuelve la comunicación entre los distintos niveles



     La inercia y lógica del paseante le harán tomar la calle Real que es la que insinúa ser el camino más directo y principal. Lo es y a su término nos espera el edificio religioso, una iglesia sencilla, sin especiales adornos. A su lado está la plaza de toros y por detrás de esta la subida a lo que queda de castillo, una amalgama de piedras sin forma desde la que se contempla toda la grandeza del paisaje inmediato. Pero lo realmente digno de ver son las calles de este pueblo, en la que siguen existiendo varias casonas tradicionales, muy atractivas y en las que se puede ver la que es, posiblemente, la mejor colección de rejas de toda la Serranía de Cuenca.
Cómo llegar
            Desde Cuenca hay que seguir la carretera autonómica CM 2105 que sigue paralela al curso del río Júcar hasta llegar a Huélamo.
Dónde comer y dormir
            Casa Rural Martínez López. 969 289 071 / 606 323 080
            Casa Rural Castellanos. Calle Real, 36; 969 289 116 / 616 385 483.
            Los Ayales. Apartamento turístico. Calle de Arriba, 10; 682 727 043
            Bar Rocha Fría. Calle de la Fuente, 35.
           

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