Si algún día la actual carretera CM-220 se transformara en autovía Cuenca-Albacete (como los políticos suelen anunciar en campaña electoral, una vez tras otra) eso llevaría consigo, como en todos los casos conocidos, la eliminación del paso por el interior de Almodóvar del Pinar. No discutiré la bondad de este sistema que evita a los vehículos cruzar por el interior de las poblaciones y con ello los riesgos consiguientes, pero también es verdad que siempre me pareció interesante la posibilidad de echar un vistazo, siquiera fuese de prisa y en algunos casos corriendo más de la cuenta, a pequeños pueblos que no gozan de los atractivos turísticos suficientes para detener la marcha y pasear un rato sosegadamente por ellos. Al perder el paso del tráfico Almodóvar perdería también una de sus circunstancias sociales y económicas más estables, porque ese carácter de cruce de caminos ha formado parte secular del sentido histórico del lugar hasta convertirse en un punto neurálgico de la parte baja de la Serranía de Cuenca situada al borde de la comarca manchega y punto intermedio en las comunicaciones con levante, situación favorable que propició la pujanza de la arriería y el comercio de las maderas de los montes inmediatos. Por los servicios prestados por estos carreteros a la cabaña real quedaron exentos de quintas y milicias.
   A pesar de lo que he dicho en el párrafo anterior sobre las ventajas turístico-culturales derivadas de que un pueblo esté situado en medio de una carretera, no creo que sean muchos los viajeros que aprovechan esa oportunidad para darse una vuelta por Almodóvar del Pinar. La rutina de los viajes, casi siempre condicionados por la prisa de llegar cuanto antes al punto de destino, ha desplazado antiguas saludables costumbres como la de parar un rato para echar un café o dar un paseo para estirar las piernas y que los niños se desbraven un poco. Pero si alguien lo hace en este caso -o estas palabras animan a hacerlo- encontrará un ámbito edificado sumamente interesante a la par que acogedor. La estructura urbana está muy bien definida, a diferencia de lo que sucede en la mayoría de los pueblos serranos conquenses, que suelen ofrecer un entramado callejero enrevesado. Por el contrario, este conjunto destaca por su excelente trazado urbanístico, realizado en el siglo XVIII, mediante la asunción anticipada de criterios que luego habrían de ser de uso común en todos los lugares.

  Aquí, en Almodóvar, es posible señalar con claridad el trazado de las calles en perpendicular, a partir del centro marcado por la Plaza Mayor, donde se levantan la iglesia y el ayuntamiento. De todas ellas destacan tres, de gran longitud y singularmente una, la denominada de manera expresiva calle Larga, con su trasera, la calle del Crucero. En ellas, junto a las casas populares, hay varios edificios señoriales de interés. Sus casas, aunque de arquitectura rural ordinaria, ofrecen en algunos casos -pocos ya- un balcón de madera llamado tambanillo, propio del lugar, formado por una elegante y sobria balconada de madera cubierta con un audaz tejaroz, elemento que, en ocasiones, se complementa con un airoso dintel de configuración clásica y también algunas rejas. Se encuentran sobre todo en la calle Larga (se puede ver desde la gasolinera) cuyo recorrido puede hacerse con miradas alternativas a las aceras de uno y otro lado, pues hay ejemplos suficientes en ambas. Cualquiera que sea la dirección del paseo, por arriba o por abajo se puede continuar yendo a la calle de al lado, la del Crucero, donde se repite el esquema, quizá con un poco menos de brillantez formal pero igualmente atractivo. Todo ello continuará ahí, con autovía o con carretera, para quien quiera echar un rato el freno y disfrutarlo mientras pasea por este atractivo lugar.

   Porque, además del recorrido a través de las calle Larga y sus paralelas, está la bien ordenada plaza mayor, con el edificio municipal, la iglesia (muy interesante) y al lado el edificio del antiguo Pósito, también merecedor de ser contemplado como ejemplar sobreviviente de una antigua costumbre agrícola-económica de suma utilidad para los pueblos. Y sin olvidar, al borde de la carretera, la impresionante fábrica de la antigua iglesia de San Vicente Ferrer, abandonada ya para el culto y preparada para servir de centro cultural. Dicho así todo esto último, como de pasada, sin profundizar, pero sin que por ello deba ser minusvalorado.
Cómo llegar
         Por la carretera Cuenca-Albacete, CM 220, km. 92.
         Por la carretera Almodóvar del Pinar-Minglanilla, CM 211.
Alojamientos
         Casa Rural Las Carretas. Larga, 16; 616 409 084
         Casa Rural El Acebo. Castillejos, 3. 609 876 884
Dónde comer
         Restaurante Barreda. Palacio, 4; 969 336 229
         Mesón Marino. Larga, 5; 969 336 122.

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