No aparece, en los textos clásicos que hablan de Cuenca, más que alguna e inconcreta levisima alusión a lo que actualmente se conoce como ermita-mausoleo de Llanes. Inútil rastrear en los textos, tan manoseados por lo común, de Mártir Rizo, Mateo López, Torres Mena, Muñoz y Soliva, Giménez de Aguilar, Larrañaga y otros beneméritos escritores empeñados en enaltecer las glorias históricas y artísticas de la provincia, en algunos casos con mejor voluntad que feliz resultado. Sólo en Madoz aparece la mención de este nombre, situándolo como un despoblado en el término de San Pedro Palmiches, tan próximo a Albendea que, sin duda, se refiere al mismo lugar. Pero en esa cita del culto y laborioso recopilador de noticias del siglo XIX sí aparece un concepto que abre las puertas a la comprensión del lugar: despoblado, esto es, un sitio que antes tuvo población, hasta perderla por causas generalmente desconocidas.
Así ocurrió en Llanes y esa eliminación humana se tradujo, casi de inmediato, en la pérdida de memoria por parte del entorno circundante, quizá por la ubicación del único edificio que sobrevivió, el que protagoniza estas líneas, quizá porque su dedicación posterior, hasta fechas recientes (albergue de ganados) pudo hacer surgir una ausencia de interés hacia lo que parecía poco más que una tinada. Cualquiera que sean los motivos, la ermita-mausoleo, por usar la nomenclatura actual, de Llanes pasó totalmente desapercibida durante siglos y generaciones, hasta llegar a nuestra época, tan curiosa como interesada por explicar hasta los menores detalles del lugar en que vivimos. El autor de estas líneas pudo participar, desde ambas perspectivas (interés y curiosidad) en las primeras vivencias, emocionantes, que llevaban a la puesta en valor del paraje. Fue el gran poeta de Priego, Diego Jesús Jiménez, el guía entusiasta que abría paso por entre el bosque de pinos, orientándose a través de los inexistentes caminos, en busca del punto exacto en que, desde siglos, dormía este vestigio arquitectónico, seguramente la construcción más antigua de cuantas permanecen en pie en la provincia de Cuenca, edificaciones y puentes romanos aparte.
Como no hay noticias concretas sobre Llanes, ni suficientes restos de lo que pudo ser poblado, resulta también imposible localizar sobre el hipotético plano el lugar que correspondería a lo que debió ser la iglesia, una construcción premedieval, probablemente del siglo IV, es decir, en la transición de la época romana a la visigoda y en los inicios de la presencia cristiana en la provincia de Cuenca, una etapa de la que no existe dato histórico alguno pues se ignora todo sobre la evangelización de estas tierras. Ahora vemos, en el seno del pinar, una construcción cuadrada, seguramente la cabecera del templo, con tres ábsides semicirculares incompletos, uno en cada lado, mientras que el cuarto debía ser la comunicación con la nave, hoy totalmente perdida. Este elemento arquitectónico es ciertamente original: cada uno de los ábsides se cubre con bóveda de cañón ligeramente apuntada y se comunican entre sí a través de arcos de ladrillo.
Unas pequeñas saeteras facilitaban la iluminación interior. La fábrica es de piedra tobácea, mampostería y ladrillo y puede apreciarse el arranque de la bóveda destinada a cubrir la nave. Debajo de esta estructura se encuentra una cripta con planta de cruz latina, conservándose también los arranques de la bóveda y los restos de una pila bautismal, con señales constructivas que confirman su utilizan durante época visigoda.
Todo ello es del máximo interés pese a la situación de deterioro de la construcción y alienta el ánimo de los investigadores, tantas son las preguntas y tan difíciles muchas de las respuestas pero de un modo general ha podido establecerse un esquema que sitúa, inicialmente, un mausoleo a partir del cual se levantó una ermita, derivando luego, a lo largo de los siglos, en albergue de transeúntes y refugio de pastores, utilidad con la que llegó hasta las cercanías de nuestro tiempo. Luego, el silencio y el olvido. Hasta que la época nuestra, tan proclive a algunas calamidades pero también a no pocos aciertos, encontró la pista, el rastro conducente hacia ese escondido lugar, en el seno de un cerro cubierto de pinos, a poca distancia del río Escabas y allí encontraron, deteriorado pero superviviente, esta emocionante reliquia de nuestra cultura.
En la actualidad, la ermita-mausoleo se encuentra en el término municipal de Albendea, en el seno de un espeso y frondoso pinar, alejado de las miradas humanas y en espera de que se lleve a cabo la anunciada
Cómo llegar
Por la carretera CM 2023, entre Priego y Albendea, poco antes de llegar al río Guadiela, en un pinar situado a la derecha. No hay ninguna señalización, por lo que es conveniente preguntar antes en alguno de los lugares citados para que orienten sobre el camino correcto.
Otros lugares de interés en la provincia de Cuenca
Ermita de Hortizuela (Barbalimpia)
Ermita de Caracena del Valle (Castillejo del Romeral)
Ermita de Horcajada (Ribagorda)