Llopis, Rodolfo

Rodolfo Llopis Ferrándiz

Callosa de Sarriá, Alicante, 27-02-1895 / Albi, Francia 22-07-1983

Político, pedagogo y escritor, figura fundamental como animador social y cultural en la ciudad de Cuenca durante la segunda década del siglo XX. Hijo de un sargento de la guardia civil, militó en el PSOE desde 1917 y fue profesor de Escuela Normal, con destino en Cuenca, desde 1920 a 1931.

Estudió Magisterio en Alicante, donde adquirió los principios de la metodología activa que luego aplicaría él mismo en su actividad docente. Completó esos estudios con los de la Escuela Superior de Magisterio, en Madrid, que concluyó en 1919 y se especializó en la rama de Letras, a la vez que empezaba su larga relación con la Junta de Ampliación de Estudios, que le proporcionó varios viajes formativos al extranjero. Al hacer las oposiciones, eligió destino en Cuenca como profesor numerario de Geografía, cuando tenía 24 años. Dos años después ya era secretario del centro, en el que estaba actuando con ánimos verdaderamente renovadores del sistema pedagógica vigente hasta esos momentos, de manera especial en el terreno de las actividades prácticas que dirigía a sus alumnos, con visitas a los espacios geográficos próximos a la ciudad o excursiones formativas a Toledo, Madrid, Guadalajara, Alcalá de Henares y El Escorial, experiencias hasta entonces desconocidas en la Normal de Cuenca.

Participó en 1922 en la creación de la Revista de Pedagogía, fue elegido director de la Asociación Nacional del profesorado numerario y director de la Revista de Escuelas Normales, cuya sede y redacción quedó establecida en Cuenca. En 1929 se trasladó a Moscú, invitado por el congreso panruso de enseñanza primaria, permaneciendo seis semanas en el país estudiando las peculiaridades del sistema educativo soviético, experiencia que, a su regreso, calificó de “dolorosa y profunda”, advirtiendo ya, en tan temprana época, de las contradicciones de un régimen que, entre sus virtudes educativas (la emancipación de la mujer, la lucha contra el analfabetismo) incluía unas restricciones de libertad y de movimientos que no encajaba con su propia visión de las libertades y la democracia.

Esa intensa dedicación docente no impidió a Llopis, más bien al contrario, implicarse de manera muy activa y comprometida en la vida social, cultural y política de la ciudad de Cuenca. Destacó como articulista en los periódicos El Día de Cuenca, La Lucha y la revista Electra, que él mismo contribuyó a fundar y dirigió como vehículo de difusión del pensamiento masónico, al que Llopis perteneció bajo el nombre de Antenor. De modo paralelo, fue corresponsal en Cuenca del diario El Sol, en el que publicó una impagable serie de crónicas y reportajes sobre Cuenca. Actividad periodística que encontró una lógica continuidad en la publicación de la nunca bien ponderada Guía de Cuenca, redactada por él mismo en colaboración con Juan Giménez de Aguilar. Si a todo ello añadimos un valioso repertorio de textos educativos, tendremos completo el perfil intelectual de una de las más destacadas figuras que han pasado por la ciudad conquense.

Como político, a Llopis le corresponde el haber sido el impulsor, quizá incluso el fundador, de la Agrupación Socialista de Cuenca, ideología prácticamente inexistente, o acaso sólo en ciernes al llegar él a Cuenca y que desarrolló hasta darle forma. Él mismo fue concejal del Ayuntamiento de la capital y a su mérito corresponde el inicio de la campaña cívica para intentar salvar la última de las Casas Colgadas, en trance de derribo definitivo por el Ayuntamiento, en el seno de una sociedad que no había aprendido todavía a valorar los vestigios urbanísticos y artísticos de una ciudad abandonada insensiblemente.

Institucionista, librepensador y masón, usó el apelativo de Antenor en muchos de sus escritos. La revista Electra fue el vehículo en que desarrolló intelectualmente su pensamiento progresista. Inspirado en los criterios del krausismo y la Institución Libre de Enseñanza, durante el decenio de estancia en Cuenca llevó a la práctica sus ideas, en los múltiples campos de actuación que ejerció su incansable actividad.

Al proclamarse la República fue nombrado director general de Primera Enseñanza, cargo que ocupó hasta 1933, asumiendo personalmente el papel de referente fundamental del importante movimiento renovador de la escuela y la enseñanza que vino a representar el periodo republicano. Fue el gran impulsor de la escuela pública nacional y recibió un respeto generalizado por su política de construcciones escolares, que en apenas cuatro años dio un vuelco total a un déficit acumulado durante décadas. En las elecciones de 1931 fue elegido diputado por Alicante y más tarde por Madrid. Durante la guerra civil ocupó la secretaría de la Presidencia en los gobiernos de Largo Caballero. Al término de la contienda se exilió en Francia con su esposa, Georgette.

En el exilio, Rodolfo Llopis representó durante largo tiempo la legalidad republicana, pues ejerció una simbólica presidencia del gobierno de la República, además de ocupar la secretaría general del PSOE durante más de 30 años y la presidencia de UGT. En agosto de 1972 se celebró el que habría de ser famoso XII congreso del PSOE, en Suresnes, en el que el grupo de jóvenes socialistas residentes en el interior consiguió imponer sus tesis, desbancando a Llopis de la secretaría general, que fue ocupada por Felipe González. Un amplio grupo de exiliados no quiso reconocer este resultado, produciéndose la escisión del partido, cuyo sector histórico continuó siendo encabezado por el político alicantino.

Muerto Franco, Llopis regresó a España el 16 de enero de 1976, procedente de Toulouse, donde había fijado su residencia. Llegó al aeropuerto de Barcelona, desde donde se dirigió a su tierra natal. En las primeras elecciones democráticas, de junio de 1977, aspiró a un escaño de senador por Alicante, dentro de la denominada Alianza Socialista Democrática, sin conseguir un resultado favorable por lo que volvió a Francia, fijando la residencia en Albi, en una especie de exilio voluntario y disconforme.

El escritor Llopis tiene dos dimensiones: la de teórico político y educativo, que se orienta a través de un largo repertorio de libros y la de cronista periodístico de Cuenca, trabajo que ejerció intensamente en la prensa local de la época y sobre todo como corresponsal del diario madrileño El Sol, en el que publicó más de cien apasionantes crónicas de la vida conquense en aquella década, además de noticias no identificadas sobre la actualidad conquense. En esta segunda faceta hay que citar dos trabajos de excepcional importancia, Las ideas de don Lucas Aguirre (Cuenca, 1925) y Guía de Cuenca (Cuenca, 1923). Como escritor pedagógico se pueden citar sus libros La escuela del porvenir según Angelo Patri (Cuenca, 1924), La pedagogía de Decroly (Cuenca, 1927); Cómo se forja un pueblo. La Rusia que yo he visto (Madrid 1930), La revolución en la escuela. Dos años en la dirección General de Primera Enseñanza (Madrid, 1933) y Hacia una escuela más humana (Madrid, 1934).

La foto que acompaña este texto la hizo Jesús de las Heras y se publicó en una entrevista en la revista El Banzo, en 1976.

Bibliografía

Eduardo Comín Colomer: La República en el exilio. La historia ignorada. Barcelona, 1957, AHR Editorial / Miguel Cortés Arrese en Educación, Ciencia y Cultura en España: auge y colapso (1907-1940), po. 311-314 / Jesús de las Heras, “Rodolfo Llopis, añoranza de Cuenca”.  Cuenca, El Banzo, núm. 6, febrero 1976, pp. 18-19 / Clotilde Navarro y José Luis Muñoz, Rodolfo Llopis, un aire de modernidad en la Cuenca de los años veinte; Cuenca, 2007, Diputación Provincial / Bruno Vargas, Alberto Liébana, Alonso Puerta, Beatriz García Paz: Rodolfo Llopis, pedagogo y político. Madrid, 2014; Fundación Indalecio Prieto.