Larrañaga Mendía, Julio

Madrid 1888 / Cuenca, 1976

            De ascendencia vasca, se educó en el colegio La Salle (Hermanos de la Doctrina Cristiana) de la capital de España, donde hizo los estudios de Ayudante de Obras Públicas, que terminó en 1910, cuando tenía 22 años, con el número 1 de su promoción, que le permitió acceder de inmediato al puesto de funcionario, obteniendo destino en la Jefatura de Obras Públicas de Cuenca, ciudad que había solicitado por mantener entonces relaciones afectivas con la joven Elisa Castell, hija de un comerciante de Tarancón, con la que contrajo matrimonio en 1923, fijando de manera definitiva su residencia en la ciudad conquense, como funcionario de la administración dedicado especialmente a cuestiones relacionadas con las carreteras y los ferrocarriles.

            A partir de ese momento y tanto por dedicación profesional como por una innata vocación hacia el estudio y la documentación, fue recorriendo intensamente la provincia acumulando una ingente cantidad de datos, que completó con amplias lecturas de todo tipo, sobre todo de cuestiones vinculadas con la historia, la geografía, la arqueología y el patrimonio. Con ese bagaje, en 1923 se encontró en concisiones de elaborar la que sigue siendo una Guía de Cuenca amparada por el prestigio, a pesar de que a estas alturas ha perdido ya su vigencia, superada lógicamente por textos más recientes. Este trabajo central se completó con otros de tipo más reducido, en forma de comunicaciones a congresos, artículos en prensa, folletos divulgativos, etc.

            Designado presidente de la Comisión Gestora Municipal al término de la guerra civil (1939) participó activamente en las tareas de impulsar la recuperación de las procesiones de Semana Santa, aunque en ese puesto apenas si permaneció poco más de un año.

            En sesión de 27 de septiembre de 1974, la Diputación acordó abrir el oportuno expediente para la concesión de la Medalla de Oro de la Provincia, “como prueba de agradecimiento por los trabajos de investigación, difusión y conservación sobre historia, monumentos y pecualiaridades conquenses”, distinción que recibió pocos meses antes de morir. En cambio, nunca mereció ningún otro galardón por parte del Ayuntamiento de Cuenca.

            Su obra capital es, naturalmente, la famosa guía identificada con su propio nombre: Cuenca. Guía Larrañaga, que resultó ser un extraordinario aporte de datos y observaciones, sobre todo geográficas, sobre la provincia, además de incluir un valioso capítulo descriptivo de la catedral. En realidad, y a pesar de su título, se trata de un considerable repertorio de noticias de todo tipo, en línea con lo que medio siglo antes había hecho José Torres Mena. El texto propiamente dicho se complementa con un nomenclátor muy esquemático de los lugares habitados en la provincia y con un repertorio de itinerarios por carretera.

            Durante más de 40 años, la obra de Larrañaga fue el instrumento casi único al que se pudo recurrir para hablar o documentar algún aspecto de Cuenca, aunque está muy lejos de ser lo que modernamente se entiende por una guía de orientación turística. Basta comprobar que no hay informaciones sobre alojamientos, restaurantes, gastronomía o fiestas populares, cuestiones que son básicas en el interés de cualquier persona que desee emprender viaje calificado como “turístico”. Por otro lado, una lectura crítica de esta obra permite encontrar numerosos errores y abultadas ausencias, lo que no impide en absoluto valorar la importancia del servicio que prestó a un par de generaciones que no tuvieron a su disposición otra fuente en la que beber.

            De la Guía Larrañaga se desprendieron otros textos, como una Guía de carreteras editada después de la guerra civil. En 1966 se hizo una nueva edición de la Guía en la que, sin embargo, el autor desperdició la oportunidad de rehacer algunos capítulos y ampliar otros, pues salvo algunas ligeras correcciones, el libro es el mismo que ya se conocía. En octubre de 1990 apareció una edición facsímil de este reconocido libro.

            El señor Larrañaga vivía en una casa situada frente al parque de San Julián, en la esquina de la calle ahora titulada de Noheda, donde se construyó luego un edificio moderno. Aquella vivienda tenía un hermoso jardín, en el que destacaban dos elegantes palmeras que fueron trasplantadas al jardín de la Plaza de la Hispanidad.  (Foto José Luis Pinós)

Obra publicada

Explanación y firme: tablas para el cálculo de sus distintos elementos… (Cuenca, 1916).

Cartilla del aspirante a peón caminero y capataz (Cuenca, 1916)

Cuenca. Guía Larrañaga (Cuenca, 1929)

Guía de carreteras de la provincia de Cuenca (Cuenca, s.a.)

La Artesanía en Cuenca (Cuenca, 940)

Cuenca. Guía Larrañaga (Cuenca, 1966)

Geografía de Tolomeo (Zaragoza, 1969)

Referencias: José Luis Muñoz, “La Guía de Cuenca, herencia permanente de Larrañaga”. Cuenca, 1988, Ciudad de Cuenca, año XXXIV, 2ª época, núm. 93, pp. 36-39 / José Luis Muñoz, “Don Julio Larrañaga, a los cien años de su nacimiento”. Gaceta Conquense, 25-06-1988, p. 20 / Hilario Priego Sánchez-Morate/José Antonio Silva, Diccionario de personajes conquenses; Cuenca, 2002; Diputación Provincial, pp. 210-211 / Carlos de la Rica, “El paso de don Julio Larrañaga”. Diario de Cuenca, 15-12-1977.