Escalona, Toledo, 1282 / Córdoba 1348
El llamado Infante Don Juan Manuel (que no era infante, sino príncipe, hijo único del infante Pedro Manuel y de Beatriz de Saboya y nieto del rey Fernando III el Santo) viene aquí no tanto como escritor padre de las letras castellanas, sino porque gran parte de esa actividad literaria, además de otra de carácter político y militar, se desarrolló en la provincia de Cuenca, en su condición de señor de Villena, extenso territorio que comprendía prácticamente todo el sur de la actual provincia de Cuenca y que durante su gestión aún se extendió más. En el «Libro de los Castigos», don Juan Manuel dice a su hijo: «Et podedes ir del reino de Navarra fasta el reino de Granada, que cada noche posedes en villa cercana o en castiellos de los que yo he». Y así era, en verdad, porque desde Peñafiel, cuna del señorío, el territorio se extendía hasta Murcia y Sierra Morena, con el centro de operaciones situado en Alarcón.
Don Juan Manuel heredó de su padre el estado de Villena que él procuró acrecentar con una ambición ciertamente desmesurada. A ello contribuyó el nombramiento de Adelantado Mayor del Reino de Murcia, que recibió del rey, lo que le dio manos libres para poblar y colonizar, convirtiéndose en árbitro de la política territorial de la época, al amparo de su privilegiada posición. En efecto, Villena formaba parte de Castilla, pero por la sentencia de Torrecilla (1304) fue incorporada a Aragón; una decisión puramente teórica, pues en la práctica el acuerdo sirvió para consagrar la independencia efectiva de don Juan Manuel, que mantuvo jurisdicción sobre un auténtico estado soberano, que fue aliando a uno y otro reino según sus propias conveniencias. Intrigante y oportunista, rebelde a la autoridad real, por dos veces se desnaturalizó de Castilla; a la segunda, Alfonso XI le obligó a retirarse a sus dominios y con ello hizo un enorme favor a la literatura, pues el Infante, fracasado como político y militar, se dedicó a partir de entonces a escribir y repoblar el abandonado señorío, transformado ya en marquesado.
En Cuenca, don Juan Manuel poseía una amplia red de villas, casi todas fortificadas, que dan clara idea de su privilegiada posición: Castejón, Torralba, Buendía, Puerto Camdaljub, Villares del Saz, Huete, Montalbo, Zafra de Záncara, La Hinojosa, Puebla de Almenara, Castillo de Garcimuñoz, Alarcón, Belmonte, El Cañavate, Iniesta y El Provencio. Posteriormente, y a medida que la reconquista estabilizó las fronteras, el ya marquesado de Villena perdió las villas de la zona alcarreña, circunscribiéndose a la comarca que comienza en los tres grandes castillos conquenses ‑Garcimuñoz, Alarcón, Belmonte‑ y extendiéndose, ya en Albacete, por Chinchilla, Villena, Almansa, Hellín, Tobarra, Yecla, Jorquera y La Roda. De su más que teórica pertenencia al reino aragonés, la zona ha conservado el nombre de Mancha de Monte Aragón. En uno de esos lugares, la aldea de El Cañavate, implantó una ceca para acuñar su propia moneda, de la que se conservan algunos ejemplares con el texto “Santa Orsa” en el anverso y en el reverso “A depicta via con”, en referencia a su hija Constanza.
Desde 1344 don Juan Manuel vivió prácticamente todo el tiempo entre Alarcón y Castillo de Garcimuñoz, dándose por cierto que en este último lugar escribió parte de su obra, especialmente El conde Lucanor. De hecho, el Libro de la Caza es un verdadero tratado de geografía sobre la Mancha conquense. A un ilustre profesor español, Manuel Cardenal Irachieta (que ejerció la docencia en el instituto “Alfonso VIII” durante varios años) debemos un muy lúcido análisis de esta obra capital y desconocida (fue reeditada por última vez en 1945) y especialmente de lo que a Cuenca corresponde en ella: “En el obispado de Cuenca hace la descripción por riberas, lo cual da un singular interés geográfico y hasta científico a su relato. Enumera, en efecto, en este obispado, las riberas siguiendo un orden perfectamente claro y definitivo, comienza por el noroeste de la provincia -sistema hidrográfico del Tajo y del Guadiela- y sigue, describiendo un arco del Oeste a Este y de Norte a Sur, por Júcar y Cabriel; continúa cerrando el arco de Este a Oeste, por Záncara y Gigüela, arco que acaba de cerrar de Sur a Norte, traspasando la divisoria del Guadiana y de sus afluentes, hasta la del Tajo. De este modo, la descripción de las riberas que eran cazaderos de ánades, garzas, etc., pone ante el lector todo el sistema hidrográfico del obispado de Cuenca, sistema que como es sabido ha servido hasta no hace mucho para fundamentar una descripción fisicogeográfica de una región y que aún es pedagógicamente útil”.
Además de su actividad literaria, también llevó a cabo otras empresas de gestión pública, como la fundación del convento de dominicas, en La Alberca de Záncara, desde donde lo trasladó a Belmonte. De don Juan Manuel se han conservado íntegras ocho obras, a las que hay que añadir otras de las que solo hay referencias indirectas y que se deben dar por perdidas. Los títulos conocidos son:
Crónica abreviada (anterior a 1325); Libro de la Caza (hacia 1326); Libro del cavallero et del escudero (entre 1326 y 1328); Libro de los estados (1330); Libro del conde Lucanor (1335); Tratado de la Asunción de la Virgen María (hacia 1335); Libro infinido (hacia 1337); Libro de las tres razones (1345)
Bibliografía
Manuel Cardenal Iracheta, “La geografía conquense del Libro de la Caza”. Madrid, 1948; RABM, pp. 27-49 / David Flory, El conde Lucanor: don Juan Manuel en su contexto histórico; Madrid, 1995; Pliegos / Andrés Giménez Soler, Don Juan Manuel. Biografía y estudio crítico; Zaragoza, 1932; F. Martínez / José María González Muñoz, Señorío de Villena. La muy noble villa del Castillo de Garcimuñoz y su monasterio de San Agustín; Castillo de Garcimuñoz, 1998; Autoedición /Aurelio Pretel y Miguel Salas Parrilla, Garcimuñoz medieval; Albacete, 2016; Ayuntamiento de Castillo de Garcimuñoz /M.C. Ruiz, Literatura y política: el Libro de los Estados y el Libro de las armas, de Don Juan Manuel; 1989 /