Lérida, 10-01-1882 / Cuenca, 18-11-1953
Abogado y promotor periodístico. Su padre, Cesáreo Huerta García, había nacido en La Peraleja en 1845 y fue presidente de la Audiencia Provincial de Cuenca. Hijo y nieto de personas pertenecientes a la judicatura, siguió él mismo los estudios de Derecho, que culminó en la Universidad de Sevilla cuando tenía 21 años (1903). Abogado en ejercicio llegó a Cuenca poco después, ejerciendo el oficio durante toda su vida en la ciudad, con despacho abierto en la calle Calderón de la Barca, número 12, tarea que alternó con el ejercicio del periodismo. Inició esta actividad en Madrid, como colaborador en la Revista de Tribunales (1904-1923) y la prolongó hasta el final de su vida en otra revista profesional, Astrea, en la que colaboró desde su fundación en 1943 y en otras publicaciones de contenido jurídico. Pero su gran vocación periodística la desarrolló en Cuenca, participando en multitud de aventuras propias de la época. Se inició como colaborador y redactor de El Mundo en 1910, dando diez años después un paso adelante, como director y propietario del semanario hasta su último número, en 1922 Fue colaborador de El Correo Católico desde 1910, de La Voz de Cuenca, desde 1923 y de El Día de Cuenca a partir de 1924; en 1926 fundó El Boletín Conquense que mantuvo durante diez años como director y en la práctica casi redactor único de este semanario vinculado al Partido Agrario Español. A esta labor periodística local hay que unir colaboraciones en otros medios, como El avisador numantino (Soria), Revista de la Abogacía, Revista General de Derecho (Valencia), Revista General de Legislación (Madrid), etc. A esa firme vocación por el periodismo hay que añadir otra muy notable, en la que fue pionero, la fotografía, consiguiendo plasmar con su cámara una importante serie de imágenes de la vida en Cuenca durante aquella época. Como en ese tiempo los periódicos locales no tenían capacidad técnica para incorporar fotografías en sus páginas, César Huerta encontró un excelente espacio en la revista Vida Manchega, que se editaba en Ciudad Real en cuyos números se puede encontrar una extraordinaria colección de imágenes de Cuenca.
A comienzos de 1930 fue nombrado alcalde de Cuenca, episodio en el que se generó considerables oposiciones, según se dice, por su empeño en mantener la entidad municipal libre de cargas onerosas, como insinúa en su escrito de despedida: “De seguir en el Ayuntamiento hubiera sido el prisionero de guerra de una mayoría impunista. Y para esto prefiero la libertad de mi pluma y la autonomía de la palabra. Entre encadenado al consistorio y libre en la calle, prefiero la calle”. Casado con Trinidad Huerta López, tuvieron diez hijos, de los que siete le sobrevivieron.
Ilustrración: Caricatura de Ricardo Pérez Compans