Garcitoral, Alicio

Gijón, 06-10-1902 / Quincy, Massachusetts, Estados Unidos, 01-01-2003

Escritor y político español vinculado a Cuenca como gobernador civil de la provincia al inicio de la República y autor de un libro singular, El crimen de Cuenca, en el que, en forma novelada, recoge su experiencia en aquella situación tan comprometida como compleja. Desde los primeros años de su vida mostró un ánimo combativo en el terreno ideológico, que mostró a través de sus colaboraciones en la prensa asturiana, actividad que continuó en la madrileña (La Vanguardia, El Heraldo de Madrid, La Libertad) al trasladarse a la capital del país y entrar abiertamente en política, a través del Partido Republicano Radical Socialista, tras el periodo en que tuvo que hacer el servicio militar, participando en operaciones bélicas en el norte de Marruecos. El triunfo en las elecciones de 1931 le dio la oportunidad de ser el primer gobernador civil en Cuenca, entre agosto de ese año y enero de 1932 corto periodo en el que pretendió, nada menos que cambiar mentalidad y costumbres de una sociedad tan apática como conservadora. De manera especial, encontró una abierta oposición entre los sectores más ultramontanos de la jerarquía eclesiástica, con el obispo Cruz Laplana a la cabeza, sin que fuera tampoco fácil las relaciones con la clase social más consolidada.

Para entonces, contaba ya con un cierto bagaje literario a través de libros marcados por la beligerancia política, como Breviario de la dictadura. Política. Horizonte (Madrid, 1928); Italia con camisa negra (Madrid, 1930); La revolución capicúa (Madrid, 1931) u Oleaje (Amanecer de nuestro tiempo) (Madrid, 1931), un relato novelado sobre los problemas de la clase media durante la dictadura de Primo de Rivera, que había conseguido un estimable éxito.

Tras su estancia en Cuenca volvió a Madrid, como secretario político del ministro de Agricultura, Industria y Comercio, Marcelino Domingo y ocupó diversos cargos pero nada más iniciada la guerra civil emprendió el camino del exilio, primero en Argentina y posteriormente a Estados Unidos, afincándose en la ciudad de Boston y finalmente en Nueva York, donde además de trabajar como tipógrafo continuó su carrera literaria, con títulos como España y la verdad (Buenos Aires, 1937), Tercer frente. Política y espíritu (Buenos Aires, 1939); La tercera república española (Buenos Aires, 1941), Interpretación de España (Buenos Aires, 1945), Diccionario del hombre (Buenos Aires, 1949), La edad democrática (Nueva York, 1965), etc., en los que se desliza su pensamiento político, marcado siempre por la nostalgia derivada de su ausencia de España, que no interrumpió ni siquiera a la muerte de Franco y entre los que aparecen, curiosamente, algunos títulos de contenido religioso: El amor divino. Profetas, Santos, Apóstoles (Buenos Aires, 1946), Meditaciones religiosas (Hacia un moderno cauce religioso) (Buenos Aires, 1949), Vida humana de Jesús (Buenos Aires, 1952), y también varias novelas.

A principios de los años 90 publicó un curioso anuncio en Diario 16: “El escritor y ciudadano español Alicio Garcitoral, desde hace muchos años en forzoso vivir fuera de España, desea relacionarse con eficientes editores españoles que puedan estar interesados en dar a conocer sus obras en España (y una vez más en el mundo de habla española) publicadas en América y todas agotadas hace tiempo (salvo su reconocido como gran trabajo La edad democrática, New York, desconocido en España y agotándose). Editores que también puedan estar interesados en la producción inédita de dicho autor”.

La obra por la que Alicio Garcitoral aparece incluido en este Diccionario es, naturalmente, la ya citada El crimen de Cuenca, que según el anónimo redactor de Wikipedia es “una novela fundada en un error judicial real”, afirmación que demuestra, una vez más, lo peligroso que es acudir a una fuente tan poco fiable, pues el título elegido por el autor es sólo una alusión metafórica al famoso error judicial de Osa de la Vega, pero sin que el contenido de la obra tenga absolutamente nada que ver con tal caso. Para Garcitoral, el auténtico crimen de Cuenca es el que se desarrolla de manera constante sobre una provincia (y una capital) abandonadas por los poderes públicos y sometida al capricho de fuerzas reaccionarias que impiden cualquier síntoma de progreso o libertad. El retrato que ofrece de la situación no puede ser más más deprimente: “Trescientos Ayuntamientos. Trescientos cincuenta mil habitantes. Analfabetismo: sesenta y cinco por ciento. Tres latifundios. Ausencia de minifundios. Pobreza de la tierra. Riqueza forestal sin salida. Carencia de industrias. Cien guardias civiles. Cojera en todos los sentidos”. A esa situación, el joven, primerizo y entusiasta gobernador civil pretende enfrentarse con la utópica creencia de que las ideas que alimenta la recién nacida República pueden ser suficientes para remover la situación y transformarla. La decepción es tremenda y recorre cada una de las páginas de la novela. Ahí están, con una viveza narrativa sorprendente, propia del mejor realismo español, los obreros, los agricultores, los caciques, el clero (con el obispo al frente), los complacientes, los escépticos, huelgas, conflictos sociales, corrupción municipal, zancadillas partidistas, todo un magma social y político que en su desgraciada estructura y penosas consecuencias deviene en un auténtico nuevo crimen de Cuenca.

Literariamente, la novela es muy floja porque se ve con claridad que Garcitoral la escribió de un tirón, con apasionamiento, sin atender a florituras de estilo. Es una narración que trasciende el nerviosismo inquieto de su autor, empeñado en dar salida cuanto antes a los sentimientos que había acumulado durante su gestión gubernamental, pero en esa misma inmadurez se encuentra, paradójicamente, su mayor grandeza, como retrato apasionado y vivísimo de unos años trascendentales y en una situación irrepetible. La edición de la obra le costó a su autor el puesto de director general que ocupaba en el seno del gobierno, ya que la facción socialista del gabinete pidió literalmente su cabeza y allí acabó la carrera política del animoso escritor. La novela había sido publicada en 1932 y tras aquél primer impacto y momentánea vigencia pasó al olvido, de donde salió en 1981 merced a una edición en la serie Biblioteca Silenciada, de Editorial Ayuso, con prólogo de José Esteban, a la que se añade otra, en 2020, de Editorial Renacimiento, con introducción de José Ignacio Álvarez Fernández y prólogo de José Esteban.

A estas alturas y con la perspectiva que ahora tenemos, El crimen de Cuenca, de Alicio Garcitoral, sigue siendo una lectura imprescindible para conocer y comprender un importante fragmento de la historia reciente de Cuenca. Eso sí, no tiene nada que ver con el error judicial de Osa de la Vega, aunque lo diga Wikipedia.

Referencias: Enrique Domínguez Millán, “El otro crimen”. La Tribuna de Cuenca, 04-08-2018, pp. 16-17 / José Esteban, prólogo a El crimen de Cuenca; Madrid, 1981; Ayuso.