Esteso, Luis

ESTESO, Luis

San Clemente, 1881 / Madrid, 15-03-1928

(Luis Esteso y López de Haro)

Poeta, novelista y dramaturgo, primo hermano del novelista y académico Rafael López de Haro, consiguió en su época un singular éxito popular e incluso la atención de la crítica, que encontró en él serias virtudes literarias, quizá nunca bien desarrolladas o no expuestas en toda su plenitud y que siguen esperando un análisis serio y objetivo, lejos ya de las circunstancias ambientales que condicionaron el juicio de sus contemporáneos, singularmente en Cuenca, donde el nombre de Luis Esteso sigue estando acompañado de un estigma desconsiderado.

La juventud no ofreció especiales señales de lo que podría suceder después. Hasta los 14 años estuvo trabajando con su padre en el taller de guarnicionería de su propiedad y después encontró ocupación en un comercio de Campo de Criptana de donde el dueño, un familiar lejano, tuvo que despedirlo con el argumento de que dedicaba más tiempo a la lectura que al trabajo. Tras una breve estancia laboral en Valdepeñas, volvió a San Clemente y en seguir leyendo ocupó la mayor parte de su tiempo, a la vez que se iniciaba en la poesía con versos que acompañaba a la guitarra, hasta que tuvo que incorporarse al ejército, lecturas que si no le sirvieron en principio para nada práctico sí le proporcionaron un considerable caudal de conocimientos de los autores clásicos españoles. A continuación encontró el camino que habría de llevarlo simultáneamente a la escritura y al espectáculo.

Para ello se instaló en Madrid y sin que sepa muy bien de qué vivía, lo encontramos formando parte de los ambientes propios de la bohemia artística y literaria, participando en tertulias y llamando a las puertas de las compañías teatrales, que empezaron a tomar nota de sus habilidades para la caricatura y el humor, de manera que insistiendo en este territorio pudo empezar a gozar de pequeñas oportunidades para actuar en público, ciertamente en un estilo bufo vinculado a las astracanadas, sin duda muy lejos del que le hubiera gustado ofrecer gracias a su preparación teórica, pero fue en ese aspecto en el que encontró acomodo y del que ya no acertó a salir, convirtiéndose pronto en un destacado ejemplar del teatro más ramplón y descarnado, propicio para la risa fácil y las groserías textuales mediante el hábil empleo de los chistes y las expresiones equívocas.

    Debutó en septiembre de 1901 en una barraca cómico-lírica de Chamberí con el monólogo Un hortera cómico y publicó su primera obra poética, El palacio de las musas, y esta doble dedicación le enseñó, de inmediato, que con la primera podría ganarse la vida mientras que la segunda sería escasamente rentable.

            Estrenó en Barcelona una pequeña obra teatral con la que empezó a recorrer España de la manera más humilde que se pueda imaginar, enhebrando recitales y representaciones en locales de ínfima categoría hasta que en Madrid pudo llegar al teatro Barbieri, pero encontrando no siempre el calor del público sino también insultos e improperios ante la retahíla de versos, disparatados o incongruentes, que solían salir de sus labios. Con ello, se ganaba el favor popular y el desprecio de la clase intelectual, sin que obtuviera especiales beneficios pues durante años vivió en una situación de permanente miseria, mala racha que por fin pareció encontrar arreglo cuando en 1907 estrenó el sainete La pobre Dolores y el entremés La influencia del tango, obras más elaboradas y que fueron bien recibidas por el público y la crítica. Intentó también el género de la zarzuela, en el que no acertó, volviendo a padecer los problemas de antes, hasta llegar a recibir incontables improperios y ser bautizado con el apelativo chusco de “el rey del hambre y de la risa”. Estas lamentables experiencias le hicieron renunciar al mundo del teatro, que sustituyó por el de la escritura de textos humorísticos en forma de monólogos interpretados por él mismo, en los que combinaba, con bastante habilidad, la picardía, el desenfado y la ironía. A medida que se fue asentando su prestigio, amplió también el horizonte de sus obras hasta llegar a ser editor de clásicos españoles. Con todo ello, terminó por producir una obra múltiple y variopinta, en la que se encuentran libros de chistes, entremeses, monólogos, folletines y cuanto se pueda englobar en el término de “literatura popular”, siempre bajo el paraguas del humor y la intención de hacer reír a sus lectores, además de obtener algún reconocimiento de los especialistas literarios de la época

Como ha escrito Florencio Martínez Ruiz, un estudio detenido de esta personalidad compleja «permitiría hallar las fuentes de una intrahistoria determinada y, desde luego, la raíz de un hombre en cuyo melancólico «recit» adivinamos una profunda inquietud humana y una soberana ambición de escritor que hubo de malgastar su ingenio en burdos retruécanos y chistes».

Sin embargo, la valoración de Esteso es muy dispar según las fuentes a las que recurramos, porque un amplio sector de comentaristas margina su papel como escritor concediéndole atención prioritaria al de cómico que actuaba en escenarios teatrales, casi siempre ambulantes, además de conspicuo vividor en el mundo de la bohemia madrileña. Un aspecto que, desde luego, podría dar materia suficiente para escribir un apasionante, amén de divertido, relato sobre la época y sus circunstancias (tarea que, por cierto, hasta ahora nadie ha intentado). Por los testimonios que han llegado hasta nosotros, él mismo debía ser un auténtico espectáculo, saliendo solo a escena, enhebrando un chiste tras otro e improvisando diálogos con el público, en un ambiente desinhibido y estruendose, poniendo en juego todas las habilidades lingüísticas que nuestro idioma permite.

Como escritor, que es la dimensión que aquí interesa, hizo incursiones en todos los géneros y mostró una fecunda inventiva en la elaboración de cientos de chistes y monólogos (esa especialidad hoy tan en boga) pero además mostró una sorprendente dedicación cultural como editor de autores clásicos, labor en la que demostró tener un sólido conocimiento de la literatura española. Se hizo popular como autor de juguetes cómicos, monólogos y sainetes, que él mismo ponía en escena junto con su esposa, Polonia Herrero, “La Cibeles”; en el contenido de esos pequeños trabajos literarios se aprecia no solo una gran capacidad para la inventiva sino también para trazar caricaturas escénicas de los personajes más destacados de la época. Desde ese punto de vista, Esteso fue un eficaz testigo de su tiempo, manejando con soltura a la vez la prosa y el verso. Cuando en la prensa local aparecía alguna referencia al popular paisano era calificado como “el popular poeta festivo, prez del desternilleo de chicos y grandes” [El Día de Cuenca, 29-05-1925].

Es verdaderamente notable (y en apariencia, contradictoria) la aportación de Esteso a la publicación de obras clásicas de la literatura española. Editó y prologó Las soledades de Aurelia (Jerónimo Fernández), La visita de los chistes (Francisco de Quevedo), Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo (Torres Villarroel), El héroe (Baltasar Gracián), Cárcel de amor (Diego de San Pedro), entre otras.

En suma, a pesar de que a lo largo de su vida fue denigrado de manera constante, no faltan los críticos literarios que valoran justamente su labor, que se puede resumir en la opinión de Álvaro Retana, quien no duda en asegurar que “su nombre procedería grabarlo con letras de oro en la historia del arte frívolo; escritor cultísimo, exhumador y editor de curiosas producciones clásicas, monologuista de ingenio y desenfado quevedescos”.

Desde un punto de vista estrictamente conquense, la figura personal y la obra literaria de Luis Esteso han quedado distorsionadas por la escenificación de uno de sus juguetes cómicos que tuvo unas consecuencias en absoluto esperadas ni deseadas por el autor: el monólogo titulado El crimen de Cuenca, escrito en un tono zafio y ramplón y que, quizá por ello, hizo las delicias del público más bajo y con el que recorrió prácticamente toda España, aumentando su popularidad con cada representación. Si como muestra basta un botón, veamos el severo comentario que mereció en un escritor contemporáneo suyo, Valeriano Martínez Pérez:

“Desdichado parto humorístico, resbalón y torpeza imperdonable que, en nadie, a excepción de los ignorantes, de los incultos, de los follones, provocaba la risa y, en cambio, en los conquenses de verdad, nos llenaba y nos sigue llenando de verdadera indignación”. Pero no satisfecho con emitir ese cruel comentario, Martínez Pérez recuerda una “hazaña” en la que participó él personalmente, una noche, en el Teatro Romea de Madrid, situado entonces en la calle Carretas: “Aquella noche, en la que actuaba nuestro insigne humorista, nos reunimos un grupo de amigos, conquenses todos, y como era de esperar, apareció en el escenario ‘el crimen’; ‘crimen’ que no pudo terminarse a causa del escándalo que armamos: gritos, silbidos, pateos, tableteos con los asientos de la butacas, etc., etc. Fue una noche memorable, que el causante del escándalo no olvidaría jamás” y que, por lo que cuenta el orgulloso narrador, tuvo una versión similar, allá por el año 15 o 16, en el Ideal Artístico de Cuenca donde otra vez “nosotros, los jóvenes sobre todo, le obsequiamos con la bronca mayor de todas las que tuvo que soportar en su vida” Relato que debería avergonzar a su autor y no enorgullecerlo, como sin duda lo hizo.

La noticia de su muerte fue recogida en la prensa local conquense en un ambiente de contradicciones. El juicio de El Día de Cuenca fue muy severo: Cuenca, entre sus desgracias, ha tenido la de que Luis Esteso fuese de ella. Por eso precisamente la ridiculizó, por la misma razón que hizo constante mofa de su mujer y de su hija, todo por hacer reír a cuatro mentecatos que gustan de estos espectáculos sin comprender acaso la tragedia que se esconde bajo la máscara pintarrajeada del payaso”. Y añadía el periódico, más adelante: “Muchas veces he oído hablar mal de Esteso, indignarse contra él, a conquenses amantes de la patria chica, y aún alguna vez yo mismo me he contagiado del deseo de castigar las ofensas hechas a Cuenca, pero la reflexión se impuso siempre al comprender que harta desgracia es la del que para poder vivir tiene que mofarse de aquello que todos los hombres más aprecian y estiman” [El Día de Cuenca, 16-03-1928]. En cambio, en la prensa madrileña menudearon los elogios sobre “el hombre eminentemente bueno que ha dejado de existir”, sin que faltaran protestas, como la del Casino de San Clemente, que consideró ofendido el honor de la villa por los insultos proferidos en contra del autor. Otro comentario, que puede ser ilustrativo, aparece en forma de carta firmada por P. Martínez Cano, desde Fuentes: “Esteso, con su cara de melancólico, de trágico, con su dicción atrevida y descarnada, con sus chistes y cuentos, no ridiculizó; la provincia del crimen quedará impertérrita por varias generaciones; es mancha que no se quita ni con bencina ni jabón de palo” [El Día de Cuenca, 31-03-1928].

El mismo Esteso escribió su epitafio, que apareció en la portada de Monólogos alegres en la forma siguiente:

  Es un actor liso y llano,

sin carácter de eminencia,

que recita en castellano

cosas de su pertenencia.

  Un hombre que habla de prisa,

que no es rey ni tiene imperio

y que lo que toma a risa

pudiera tomarlo en serio.

  Es, en fin, un mal histrión

que, sin ser original,

ha resuelto la cuestión

del asunto estomacal.

  Y que si muere algún día,

por la mala o buena o mala ventura,

pondrán en la losa fría

que cubra su sepultura:

  “Se prometió hacer reír

careciendo de talento…

y se tuvo que morir

para conseguir su intento”.

Establecer la bibliografía completa de Luis Esteso es una tarea prácticamente imposible, tal es el ingente número de publicaciones y su dispersión, en buena parte de los casos sin incluir los mínimos datos que permitan su identificación, a lo que se añade que el autor fue reeditando obras a medida que se iban agotando, en algunos casos con títulos similares o las reagrupaba para darlas nuevamente a la luz. En este abrumador repertorio se encuentran obras dramáticas, poesías, relatos, novelas cortas y, en fin, misceláneas del más variado carácter. En la Biblioteca Nacional de España se conservan varios discos con grabaciones del propio Esteso de algunas de sus creaciones humorísticas.

Uno de los títulos sobre el que prima el desconcierto en cuanto a su fecha de edición es, precisamente, El crimen de Cuenca, que probablemente tuvo una primera vida oral, mediante recitaciones públicas de su autor, hasta que hacia 1920 lo plasmó en un folleto con forma de pliego de cordel. No hay fecha exacta sobre su publicación ordinaria, que quizá tuvo lugar en 1927, poco antes de morir Esteso, reunida en un solo volumen con otros títulos.

Obra publicada

1898. Amor y broma (Versos de la última recolección), poesía / ¡Y pan, sopas!, comedia

1901. El palacio de las musas, poesía

1904. El cantor de los amores, poesía

1906. Reír que alegra, poesía

1907. Diálogos de teatro: El Nichi, La Tía, Pastillas Plun, La bofetada, La niña gitana / La influencia del tango, entremés / La pobre Dolores, sainete

1908. El señor ladrón, entremés / La loca, zarzuela.

1910. Animaladas carcajeantes, monólogo / El asesinato de la cupletista Ombliguete, novela / Chascarrillos picarescos, humor /  Conferencias cómicas. El atrevido Aquilino, monólogos / Conferencias cursilonas, monólogos / Los recién casados, entremés / Nuevas cartas amorosas, prosa / Tres novelas alegres: Boda y divorcio; La catalepsia perjudica; La vida de los muertos, prosa

1911. Monólogos picarescos, humor / La reata humana, poemas / La bella pendoncete, prosa / Chistes de Esteso y López de Haro, humo

1912. Quince romances en chufla, humor / Cartas amorosas, prosa / Cartas para todos, prosa / Alaridos eróticos, prosa / Sermones de Esteso, monólogos / El arte de embellecerse, prosa

1913. Para que rían las mujeres / Joselito tiene miedo /  Viaje cómico por España / Cartas amorosas / La vida de Belmonte y algo más, ensayo / Entremeses / Los caminos del amor, poesía / Chascarrillos y epigramas / Diálogos de teatro

1914. Comedias cortas (La pena del querer. El Ninchi. El rival de Belmonte. Pastillas Plun. Petición de mano. El asistente portero. La bofetada. Triunfa el amor. La tía. Monomanía torera. La niña gitana / Los calzones coloraos, comedia / Consulta gratis, juguete cómico / Rebuznos, lecherías, alegres y excitantes  / La vida cachonda (Memorias de una cupletista)

1915. La morcilla, entremés / El bailarín misterioso, comedia, con Ignacio Muñoz / La muerte de Fernández, entremés /La mujer del primo, juguete cómico / El nuevo fenómeno, juguete cómico, con Ignacio Muñoz / El pago del burro, entremés / Las cartas de Secundino, comedia / El señor catalán, prosa, con Ignacio Muñoz / Al volver de las capeas, entremés / Pancho y Mendrugo, sainete / Examen de chistes / Comedias cortas en prosa y en verso / De Jacinto Benavente a Luis Esteso, ensayo

1916. El baño de María, juguete cómico / Los dos Pérez, comedia / Los intereses mal creados, comedia / La ciudad más alegre y confiada / La mano del ahorcado / Los mejores monólogos / / León. Consulta gratis. La Morcilla, comedias

1917. Nuevo viaje al Parnaso, ensayo / La musa picaresca, comedia / Los matones, sainete / Receta para casarse, comedia / Los recién casados, entremés / La madre señora, sainete / Una conquista militar, entremés / No hay dicha sin amor, sainete / Monólogos / La pobre Dolores, sainete

1918.  El pequeño derecho / ¡Oigan las mujeres guapas!, monólogos / El nieto de Don Quijote, prosa / Cartas amorosas y cartas para todos / Cartas de novias y amantes / Para que rían las mujeres y Los caminos del amor / Diálogos y entremeses en prosa y verso / Diego de Torres Villarroel: Visiones y visitas de Torres con Don Francisco de Quevedo por Madrid, edición / Baltasar Gracían, El héroe, edición / Jerónimo Fernández de la Mata, Soledades de Aurelia, edición

1919. Animales caseros / Teastro ligero / Chistes y cuplés

1920. Bacará y treinta y cuarenta, novela / La lujuria, novela / Los expósitos, drama / Monólogos alegres / Monólogos excitantes / Rebuznos de Luis Esteso / Couplets. Para reírse. Teatro fácil: León, Consulta fácil, La Morcilla / El crimen de Cuenca / Todos los monólogos de Esteso / El crimen de Cuenca y otras cosas. Monólogo a modo de pliego de cordel. .

1921. La que todo lo dio / La vanagloria, novela / Cartas Amorosas. Cartas para todos. Cartas de novias y amantes. Nuevas cartas amorosas / Cancionero de chistes. Romances en chufla. Chascarrillos y epigramas

1922. Cincuenta monólogos verdes. Rebuznos, lecherías, alegres y excitantes.

1923. Chistes míos y de ustedes / Animales caseros. El turbión de la risa. La vida de Belmonte /  Teatro fácil: diez y seis sainetes, entremeses y juguetes cómicos / Chistes y cuplés / La sala del crimen

1924. Viajes por España. Viaje de placer / Libros que enloquecieron a Don Quijote / Tres novelas alegres / Conferencias, monólogos, parodias y humorismo / Para que rían las mujeres. Los caminos del amor. El campo y sus hombres

1926. Tres mil chistes / Cuatro mil chistes / Tonterías y chistes

1927. Cinco mil chistes / Seis mil chistes nuevos / Todos los monólogos de Esteso/ Siete mil chistes. Originales y arreglados / El crimen de Cuenca y otros

1945. Correo de América, comedia (edición póstuma)

s.a. El nuevo crimen de Cuenca y otros

Como Cide Hamete Benengeli

1905. Adiciones a la historia del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha

1918. Libros que enloquecieron a Don Quijote

Obras citadas en algún momento, de las que no existen datos de edición

Nuevas cartas amatorias. Madrid, s.a.; 19 cms., 54 pp

Monomanía torera y Pacaleta. 1916

Monos y chistes

Despertadoras de amantes sufridos

La República del común

Malagueñas y cantares

Monólogos nuevos

Bibliografía: Francisco Gómez-Porro, La tierra iluminada. Un diccionario literario de Castilla-La Mancha. Toledo, 2003;  pp. 268-272 / Florencio Martínez Ruiz, El Día de Cuenca, 22-03-1998, p. 32 / Valeriano Martínez Pérez, Boletín de la Casa de Cuenca en Barcelona, núm, 109, junio de 1979, pp. 1-2 /Rafael González Cañal, Biblioteca Virtual Cervantes