Duro del Hoyo, Andrés

Castejón 30‑11‑1934 / Albacete –09-2000

Abandonó su pueblo natal cuando tenía doce años e hizo sus primeras armas poéticas en el seminario de san Julián, al participar en unas justas literarias en 1955. Después de diez años de estancia en el centro religioso, lo dejó para dedicarse a la vida civil, estudiando magisterio en la Escuela Normal de Cuenca. Tras ejercer como maestro de primera enseñanza en Las Pedroñeras, se licenció en Filosofía y Letras y alcanzó el grado de catedrático de Lengua y Literatura en el INB “Bachiller Sabuco”, de Albacete, hasta su jubilación poco antes de morir.

Ya en su época de seminarista ejerció la vocación poética que sería nota distintiva toda su vida, obteniendo algunos premios juveniles. Colabora en gran cantidad de publicaciones poéticas extranjeras, habiendo obtenido más de ciento cincuenta premios (Ministerio de Educación y Ciencia, Doncel, Carta Puebla, Blas Infante, Flor Matural de Cheste, Salas de los Infantes, Aguamiel, Carta Puebla…), entre ellos el “Fray Luis de León”, de Cuenca, en su segunda edición, la de 1967. En 1993 obtuvo el segundo premio de Poesía en el Certamen “Villa de Iniesta” por “Melodía”.

Antes había participado en la fundación de la revista poética Aquí el alma navega, editada en Belmonte, además de colaborar en El Molino de Papel. Sin embargo, no fue presuroso a la hora de publicar libros, demorando el primero hasta que ya se consideró escritor maduro, actividad que intensificó a partir de 1972. Figura en dieciseis antologías y ha sido traducido al francés, portugués e inglés. Ha colaborado en numerosas revistas españolas y extranjeras (Rocamador, Poesía Española, Caracola, Azor, La Estafeta Literaria, Llanura, Barcarola…)y tuvo a su cargo la preparación y recopilación del número 41 de la revista Manxa, dedicado a poetas conquenses.

    La obra de Duro del Hoyo está marcada, en sus inicios, por una evidente influencia religiosa, tanto por la vía bíblica aprehendida en el Seminario como por asumir una tendencia inevitable hacia la figura de fray Luis de León.

El momento de inflexión en su obra es, sin duda alguna, Ecos de evidencia, que recoge una situación personal de máxima serenidad versificadora y mayor profundidad emocional, además de ofrecer una muy reveladora capacidad de interpretación del lenguaje, que aquí aparece pleno de tensión estilística. Es un libro en el que la poesía aparece formando parte de un universo muy personal reflejo de sus vivencias íntimas, como la metafórica amada hacia la que se dirigen los versos del escritor. Florencio Martínez Ruiz, con su habitual agudeza en la comprensión de los poetas contemporáneos, asegura que “desde sus páginas nos llega la inquietud de un lírico por expresarse no sólo con el corazón, sino también desde los versos con los que pretende hablar de sí mismo con mayor exactitud que desde el carnet de identidad”. Esas virtudes alcanzan la plenitud en su última obra poética, en la que sin embargo deja mayor espacio para la expresión de los sentimientos, envueltos en un poso de amargura vital que refleja naturalmente sus propias actitudes personales, con amplio espacio para la soledad, las apelaciones a la belleza.

Al final de su vida empezó a mostrar una abierta tendencia hacia la literatura dramática. En 1997 debutó como autor teatral con Abraham García, con la que obtuvo un singular reconocimiento. Al año siguiente recibió el encargo de escribir otra obra dramática, en forma de oratorio, para vincular las figuras de san Julián y san Juan del Castillo, trabajo que permanece inédito.

* Poesía

Una luz en nuestra historia (Cuenca, 1972)

Recital número 2 (Cuenca, 1972, en colab.)

Escucha el canto del gallo (Caracas, 1974)

Cimientos de mi sangre (Málaga, 1981)

Ecos de evidencia (Miguelturra, 1982)

Cicatrices en el recuerdo (Albacete, 1995)

* Teatro

 Abraham García (Albacete, 1997)

* Bibliografía

Florencio Martínez Ruiz: Andrés Duro del Hoyo: muerte en el silencio del poeta de Castejón. El Día de Cuenca, 13-09-2000, pág. VI-VII