Coll García, José Luis

Cuenca, 23-05-1931 / Madrid, 06-03-2007

            Artista polifacético, que ha cultivado registros de la más amplia variedad, que incluye el articulismo, la literatura, el humor en vivo, el teatro, la radio, la televisión y el cine, con aportaciones que se salen de lo común y que lo convierten en un autor inclasificable.

            Su padre falleció cuando él era todavía muy niño y la madre, muy comprometida con la República, marchó al exilio en Argentina al término de la guerra civil, dejándolo al cuidado de sus abuelos, Rosalino García y Trinidad Usón, en una casa de la calle Alfonso VIII, con ventanas a la Hoz del Huécar. Estudió en el colegio Ramón y Cajal y luego en el Instituto Alfonso VIII, antes de entrar a trabajar como auxiliar administrativo en las oficinas de Abastos, actividad que le permitió iniciar sus primeros intentos literarios, en las páginas, tan fecundas entonces, del diario Ofensiva. Ya en esos primeros escritos adelanta un tono breve, sentencioso, cáustico, irreverente, con inteligente juego de palabras ambivalentes, que habría de ser una constante en la obra de Coll. Desde esa actividad de aficionado a escribir entró en los círculos literarios de la ciudad y conoció a César González Ruano, para quien actuó como una especie de chico de los recados, encuentro providencial pues le facilitó el ingreso en los cenáculos madrileños, cuando en 1956 llegó a la capital y lo puso en contacto con Antonio Mingote y Álvaro de Laiglesia, que propiciaron los pilares para el desarrollo de su vena humorística, en la revista Don José.

             En seguida empezó a formar parte de repartos escénicos, tras debutar con Ninette y un señor de Murcia, de Miguel Mihura, a la que siguió Amor, en el teatro Marquina, una larga estancia en el Teatro Español y la participación en la compañía de comedias de Celia Gámez. En 1959 comenzó a colaborar en La Codorniz, simultaneando con actuaciones como actor y guionista en Radio Madrid. En TV debutó en 1961 como guionista de un programa de grato recuerdo, La tortuga perezosa, pero el éxito llegó cuando en Galas del sábado apareció formando pareja con Luis Sánchez Polack «Tip» (al que había conocido en Radio  Madrid); ambos, durante dos décadas, dominaron el paisaje del humor televisivo nacional, con un sentido cáustico y anarquista de la actualidad del país, circunstancia más extraordinaria aún si tenemos en cuenta que Tip era ideológicamente de derechas mientras Coll militaba en la izquierda socialista. Un bombín y una chistera vinieron a representar, respectivamente, no solo el carácter sino también la altura de cada uno de ellos. El dúo multiplicó sus actuaciones en radio, TV, cine y teatro, en programas como Protagonistas, Este país necesita un repaso, El colibrí o Pirulí que te vi, mientras Coll compaginaba esa actividad con la escritura, tanto para prensa como en libro.

            La unión entre ambos quedó rota en 1995 (Sánchez Polack murió en 1999), aunque antes cada uno por su cuenta había actuado en distintos medios. En concreto, José Luis Coll ha rodado más de 40 películas y ha sido colaborador continuado en distintos medios informativos, en especial y durante mucho tiempo en Diario 16. En 1990 se incorporó a Tele-5, presentando en solitario el programa «¿Hablando se entiende la gente?», que pronto se convirtió en uno de los más populares de la emisora. En 1991 ganó el III premio «El Papagayo» de ensayo/narrativa en clave de humor, dotado con 3 millones de pesetas, con su obra Eroticoll, que en la línea habitual y reconocida de nuestro escritor, aporta una serie de sabrosas -y por lo común, profundas- observaciones sobre la actividad erótico-amatoria del ser humano; en 1994 ganó el premio «Espasa», de humor, dotado con tres millones de pesetas, por su obra ¡Firmes! y en 1996 el premio «Tormo de Oro» por su artículo «Comerse Cuenca» publicado en ABC y reproducido en El Día de Cuenca.

Firmando ejemplares en la Librería Evangelio

En su larga trayectoria literaria y artística, Coll tuvo que enfrentarse a algunos escollos judiciales, cosa normal en un país en el que abundan los inquisidores encubiertos, incidentes de los que pudo ir saliendo de manera más o menos airosa. En ese terreno de los tropezones no faltó el localista conquense, en julio de 2002, a causa de un artículo publicado en la revista de Castilla-La Mancha, cuya lectura, en vez de hacerse en clave de humor, como corresponde, se hizo en serio, lo que motivó el habitual revuelo de las gentes de buena conciencia local. Reacción que obligó a Coll a enviar una carta para poner de manifiesto su aprecio por la mujer conquense, que según los biempensantes había sido denigrada en el artículo. Tras expresar “asco y pena” por las cosas alentadas desde el PP, Coll asegura “en voz muy alta, que amo Castilla y todo lo castellano, que llevo docenas de años ensalzando la tierra que me vio nacer y crecer (esto poco) y que lo de que pastores hacen el amor con sus ovejas es una licencia literaria (no averigüemos si es verdad) a la que ya han aludido montones de buenísimos escritores”.

            El 12 de diciembre de 1988 fue elegido presidente de la Federación Española de Billar, deporte de salón en el que, según los entendidos, era un maestro y gracias al cual tuvo abiertas las puertas de La Moncloa para compartir afición con el presidente Felipe González.

            A finales de 1999 volvió a los escenarios, ahora en solitario, con un espectáculo en el que, realmente, su antiguo compañero Tip (fallecido ese mismo año) ocupa tanto protagonismo como el propio Coll. Eduardo Haro Tecglen lo explicó así en El País (14-01-2000, pág. 46): “Se diría que el espectáculo está montado esencialmente para eso, para rendir un homenaje póstumo al compañero desaparecido” y algo de eso había cuando, al terminar la función, “Coll salió a saludar llevando en las manos su sombrero hongo y la chistera de Tip, que formaron parte característica de su inolvidable creación”. A este montaje teatral siguieron otros, como Yo, El cianuro… ¿sólo o con leche? y una nueva versión de Tres sombreros de copa (2006) de Miguel Mihura, en el que habría de ser su último papel en los escenarios.

  La obra literaria más característica de Coll (y también la más vendida) es su popular Diccionario, del que llegaron a publicarse hasta 27 ediciones. El humor ágil, agudo, surrealista, siempre vinculado a los juegos y significados tortuosos de las palabras, está presente como en ningún otro caso en este libro jugoso e irreverente. En otro estilo, su obra narrativa más notable es El hermano bastardo de Dios, en la que el escritor realiza un interesante trabajo al dibujar su ciudad natal, Cuenca, vista con los ojos del niño que sufre el drama de la guerra civil, sin comprender lo que está pasando y, por ello, dejándose llevar por la imaginación para buscar explicaciones al misterio. Como ha dicho Florencio Martínez Ruiz, “en esta novela sería improcedente buscar otra dialéctica que no sea el puro testimonio existencial y que el protagonista encarna con inefable felicidad. La metáfora utilizada en el título ofrece la clave del problema: la presencia de los horrores de la guerra y de la injusticia de la postguerra no pueden ser realizados por Dios, sino por un hermano bastardo. Esa es la raíz del estremecedor alegato del desasosiego de un tiempo dramático. El libro reproduce con pasmosa gravedad la conciencia del mal en el corazón impasible” [FMR, El Día de Cuenca, 23-09-1999]. Poco después, un singular éxito de crítica obtuvo con la nueva versión de su popular y ya anticuado entonces Diccionario, orientado hacia el siglo XXI

Aunque siempre dijo que su género preferido era el teatro, fue también abundante su presencia en películas a lo largo de dos décadas, prácticamente todas comedias a la española, salvo la muy notable excepción de El verdugo. Su presencia en estas películas (muchas de ellas al lado de Tip) vino a ser un reflejo de la personalidad que había definido de manera tan eficaz en los demás medios. Fue premio del CEC 1975 al mejor actor de reparto por La adúltera y en junio de 2004 fue premiado con el galardón “Andrés Torrejón” en el I festival de Cine de Comedia de Móstoles.

            En el tramo final de su vida, José Luis Coll afrontó diversos problemas personales y profesionales que le llevaron a mantener una posición exigente hacia las instituciones conquenses, en demanda de ayuda económica. A comienzos del año 2007 su salud mostró síntomas de progresivo deterioro y por ello fue ingresado en el hospital de La Paz; se recuperó levemente de la dolencia cardíaca que, finalmente, concluyó con su vida en los primeros días de marzo, como consecuencia de un fracaso multiorgánico provocado tras una larga dolencia cardíaca.

            “Yo nací en Cuenca, cosa que muy poca gente puede decir”, aseguraba Coll para afirmar su vinculación con la ciudad natal en una frase cargada la ironía y doble sentido que fue característica de su trabajo.

            En Cuenca actuó en varias ocasiones. En la década de los 70 protagonizaron él y Tip una gala del 1 de mayo; en las ferias de 1984 actuaron en el parque de San Julián; el año anterior, en 1983, pronunció el pregón de las fiestas, desde el balcón principal del Ayuntamiento, sobre la Plaza Mayor. En 1984 fue distinguido con el título de Popular de El Día de Cuenca, ocasión en la que sugirió que Cuenca fuese el escenario adecuado para crear un Museo del Humor, idea recibida calurosamente por las autoridades del momento y olvidada al día siguiente. Sus últimas actuaciones en Cuenca tuvieron lugar en el Teatro-Auditorio: en 2004 como protagonista único del monólogo Yo y en 2006 en la comedia de Mihura Tres sombreros de copa. En el Día de la Región del año 2007, celebrado en Quintanar de la Orden, recibió a título póstumo la medalla de oro de Castilla-La Mancha.

            Estuvo casado con Clotilde (Tilde) Rodríguez y tuvo cinco hijos. Años después de su muerte, el Ayuntamiento de Cuenca decidió dedicarle una calle y el 5 de marzo de 2018, se le ofreció un homenaje póstumo en el salón de plenos del Ayuntamiento, seguido del descubrimiento de una placa recordatorio en la fachada del número 75 de la calle Alfonso VIII, donde vivió de niño. Más tarde y durante muchos años estuvo en obras un mirador dedicado a Coll en el camino de San Isidro, a pocos metros de la ermita, espacio diseñado por su amigo Luis Roibal. Aunque la obra quedó terminada en 2021, nunca ha sido oficialmente inaugurada.

Para el recuerdo puede quedar el extraordinario retrato que le hizo Manuel Vicent en uuno de sus afortunados Daguerrotipos: “Detrás de esa cara blanca, de esa gravedad de moflete descolgado, José Luis Coll esconde un pequeño mundo surrealista que es producto de una mezcla de emociones infantiles y formalidad de señor mayor de Cuenca, de ingenuidades de niño rodeado de nuevos juguetes y resabios de gato escaldado, de una cierta pureza lírica en el despilfarro y regusto de tendero a la hora del arqueo. Si lo ves un día por la calle con una elegancia cortefiel, el cuello despechugado, con las aletas sobre las solapas de la chaqueta, el bolso de cuero en la mano a la altura de la tetilla, no pienses que es un practicante de la Seguridad Social. Es un cómico puro, un humorista del absurdo que comienza por ser absurdo él mismo, para que no se diga

Obra publicada
El diccionario de Coll (Barcelona, 1975)
Las dedicatorias de Coll (Barcelona, 1979)
Epitafios (Barcelona, 1982)
El hermano bastardo de Dios (Barcelona, 1984)
Debajo de mi sombrero (Barcelona, 1985)
El Eroticoll (Madrid, 1991)
¡Firmes! (Madrid, 1994)
Diccionario Coll del siglo XXI (Barcelona, 2000)

Filmografía
Días de feria (Rafael J. Salvia, 1960)
Las cuatro verdades (Luis García Berlanga, 1962
El rapto de T.T. (José Luis Viloria, 1962)
El Verdugo (Luis García Berlanga, 1963)
Historias de la Televisión (José Luis Sáenz de Heredia, 1965).
El rayo desintegrador (Pascual Cervera, 1965)
Escándalo en el internado (Mario Girolami, 1965)
No somos de piedra (Manuel Summers, 1967)
Amor a la española (Fernando Merino, 1967)
Los chicos con las chicas (Javier Aguirre, 1968).
¡Dame un poco de amooor! (José María Forqué, 1968)
Operación Mata Hari (Mariano Ozores, 1968)
Johnny Ratón (Vicente Escrivá, 1969)
Cuatro noches de boda (Mariano Ozores, 1969)
¿Por qué te engaña tu marido? (Manuel Summers, 1969)
Juicio de faldas (José Luis Sáenz de Heredia, 1969)
Mónica Stop (Luis María Delgado, 1969)
El astronauta (Javier Aguirre, 1970)
¿Por qué pecamos a los 40? (Pedro Masó, 1970)
En un lugar de la Manga (Mariano Ozores, 1970)
Enseñar a un sinvergüenza (Agustín Navarro, 1970)
Las siete vidas del gato (Pedro Lazaga, 1970)
Después de los nueve meses (Mariano Ozores, 1970)
Las Ibéricas F.C. (Pedro Masó, 1971)
La casa de los Martínez (Agustín Navarro, 1971)
Una chica casi decente (Germán Lorente, 1971)
La garbanza negra (que en paz descanse) (Luis Mª Delgado, 1972)
El insólito embarazo de los Martínez (Javier Aguirre, 1974)
La adúltera (Roberto Bodegas, 1975)
Canciones de nuestra vida (Eduardo Manzanos Brocherlo 1975)
Pepito Piscinas (Luis Mª Delgado, 1976)
Ligeramente viudas (Javier Aguirre, 1976)
Cuentos de las sábanas blancas (Mariano Ozores, 1977)
El sexo ataca (Manuel Summers, 1978)
El asalto al castillo de la Moncloa (Francisco Lara Palop, 1978)
Y al tercer año, resucitó (Rafael Gil, 1980)
Moros y cristianos (Luis García Berlanga, 1987)
Isi, Disi, amor a lo bestia (José María de la Peña, 2004).

* Bibliografía

    Florencio Martínez Ruiz: Quince años de un éxito de la narrativa conquense: El hermano bastardo de Dios. El Día de Cuenca, 23-09-1999, págs. 20-21

    Florencio Martínez Ruiz: Vuelve el gran Coll. Éxito apabullante de su diccionario del siglo XXI. El Día de Cuenca, 01-11-2000, pp. 20-21.

    Manuel Reina, “Humorista eterno”. La Tribuna de Cuenca, 10-03-2018, pp.18-20.

    Manuel Vicent, “La venganza del chinito de Cuenca”. El País Semanal, 22-06-1980, p. 52.

     Sin autor: nota bibliográfica en Revista Castilla-La Mancha, núm. 197, abril 2007, pp. 54-55.