Carrillo de Huete, Pedro

N. Huete, entre 1380-1385 / M. 1455

Halconero mayor y consejero personal del rey Juan II e influyente personaje del conflictivo siglo XV castellano. Señor de Priego, Escabas y Cañaveras, montero mayor y guarda mayor de de las calzadas de Huete y de su Tierra. Debió entrar muy pronto al servicio real, a las órdenes de Fernando de Antequera, por quien en 1407 fue armado caballero por su participación en el sitio de Setenil (Cádiz) y seguidamente fue nombrado halconero mayor, pues era de esos “omes sabidores en tal arte, que sopieron tomar de las aves bravas, et las asegurar et las amansar et las fizieron amigas et familiares del ome”. Más tarde entró al servicio del nuevo rey, Juan II, al que acompañó de manera constante como hombre de confianza.

Por su intervención personal ante el rey, éste concedió a la villa de Huete el título de Ciudad, el 26 de julio de 1428. Durante toda su vida mostró una valiosa habilidad para sortear intrigas cortesanas, manteniéndose siempre fiel a la corona, pero participó en favorecer la huida de Juan II desde Talavera (1420) donde le tenía aprisionado el bando del infante Enrique. En esos momentos ya poseía las fortalezas de Cañete y Zafra, y por su participación en la acción citada recibió tierras en Murcia. Continuó participando en diversas acciones políticas y militares, como la toma de posesión del castillo de Montánchez, la batalla de La Higueruela en los campos de Granada o la reclusión en el monasterio de Santa Clara, de Tordesillas, de la reina Leonor, esposa de Fernando de Antequeera. Tuvo sólo una heredera, Teresa, con la que habría terminado el apellido familiar si su padre no hubiera tenido la previsora prudencia de casarla con Diego Hurtado de Mendoza, imponiendo la condición de que el primogénito llevaría el apellido Carrillo en primer lugar.

Ocupa un lugar destacado en la historia de la Literatura como autor de un libro excelente, la Crónica del Halconero de Juan II, publicada por primera vez en 1946, con una luminosa introducción de Juan de Mata Carriazo a quien se debe, además, la mejor biografía de Pedro Carrillo. El libro, importante en sí mismo como recopilador de datos, hechos y comentarios sobre una época tan convulsa y conflictiva como el siglo XV castellano ofrece además considerable información sobre la provincia de Cuenca. Ahí están, protagonistas repetidos del relato histórico, Álvaro de Luna, Lope de Alarcón, Enrique de Villena, María de Albornoz, Enrique Gómez Carrillo, Juan Pacheco, el obispo Álvaro de Isorna, el arzobispo Alonso Carrillo, Gómez Carrillo de Acuña, junto con numerosisimas noticias de Castillo de Garcimuñoz, Uclés, Huete, Huélamo y, por supuesto, la ciudad de Cuenca. La «Crónica de Juan II” es, sin lugar a dudas, una crónica singular, porque su autor no era un cronista oficial, formado como tantos otros en las letras, sino un noble de segundo rango que alcanzó en la corte castellana un puesto de confianza del rey, el de halconero mayor, con el que acompañaba de manera permanente al monarca. Eso significa que el texto carece del valor literario que hubiera aportado un hombre de letras experto en el manejo del idioma latino pero, en cambio, posee un considerable interés por la espontaneidad del relato y la cantidad de noticias, datos y observaciones que aporta, además de utilizar y reproducir documentos auténticos que no se encuentran en ningún otro sitio, cuestiones que se ponen de relieve en este excepcional volumen que cuenta, además, con una muy valiosa introducción de su editor, Juan de Mata Carriazo, un auténtico especialista en la España del siglo XV. Hay ediciones modernas de Sevilla, 2006 y Granada, 2016.

Mateo López le atribuye también una obra titulada Splendor fidei y Muñoz y Soliva, citando a Nicolás Antonio, otra obra titulada El esplendor de la fe que, como se puede comprobar, es la traducción al castellano de la primeramente citada.

Bibliografía

            Antonio Herrera García, “Pedro Carrillo de Huete y su crónica de Juan II”. Diario de Cuenca, 27-04-1965.