VILLAVICIOSA, José de

Sigüenza, 01-04-1589 / Cuenca 28-10-1658

Nacido en el seno de una familia acomodada y culta, originaria por línea paterna del pueblo de Cardenete, fue traído a Cuenca de niño, al heredar su padre, Bartolomé de Villaviciosa, un mayorazgo en la provincia. Aquí se crio y educó, estudiando latinidad y filosofía y él mismo llamó a Cuenca su segunda patria. Tuvo tuvo dos hermanos y una hermana; Bartolomé llegó a ser secretario del Santo Oficio en Cuenca, Francisco fue nuncio en el tribunal de Toledo y María llegó a ser abadesa del monasterio de Franciscas de la ciudad toledana. Como se ve, toda la familia alcanzó puestos destacados en la estructura social de la época y en todos los casos, con vinculación eclesiástica.

Antes de fijar su residencia en Cuenca (1608) estudió en la universidad de San Antonio de Portaceli, en Sigüenza, donde siguió la carrera eclesiástica y se licenció en Leyes, y luego en la de Alcalá de Henares, donde posiblemente se graduó en Artes. Se ordenó sacerdote poco después de publicar La Mosquea. El obispo Andrés Pacheco le nombró su secretario (1619) y a continuación relator de la Inquisición en Murcia (1622), territorio en el que luego fue inquisidor (1638). Fue racionero en Burgos y arcediano en la catedral de Palencia, antes de pasar como canónigo a Cuenca en 1641. Obtuvo cinco años después la dignidad de arcediano de Moya en el seno del cabildo catedralicio y finalmente se retiró a sus posesiones de Reíllo, cuyo señorío había comprado y donde fue enterrado finalmente, tras haberlo sido entre los dos coros de la catedral, bajo una lápida con un epitafio que él mismo había compuesto.

Alcanzó la gloria literaria por un sólo libro, magnífico y estimable, La Mosquea, que escribió antes de ordenarse sacerdote, cuando sólo tenía 24 años y que ha merecido los más sonados elogios. Nicolás Antonio lo emulaba a Homero y no faltan autores que consideran este largo poema superior al que le sirvió de modelo, La Gatomaquia, de Lope de Vega, opiniones que, aunque valiosas, seguramente debemos considerar un tanto exageradas, pues lo cierto es que éste último tiene más ligereza y espontaneidad, si bien el de Villaviciosa aparece mejor estructurado, con un plan más completo y con mayor riqueza formal en la distribución de los versos.

Gracias a Villaviciosa, el río Moscas, tan entrañable para los conquenses, se convierte en protagonista de este largo poema en solemnes octavas reales, por donde circula la emoción, la belleza y la alegría de la ciudad y su entorno. El libro, distribuido en doce cantos, narra poéticamente una guerra entre moscas y hormigas, contando estas últimas con el apoyo de un ejército de pulgas, piojos, arañas y chinches, que les permite obtener la victoria frente al ejército mosquiteril, en el que se integraron también tábanos y mosquitos. La obra fue estudiada por González Palencia en su volumen Historias y leyendas (Madrid, 1942). El libro pertenece al género de la épica burlesca y por tanto se elabora mediante una parodia narrativa que da forma a una fábula en verso protagonizada por animales. Como corresponde a un escritor intelectualmente bien preparado, hay alusiones muy claras a los clásicos; de manera evidente se aprecia la influencia de Virgilio y en concreto La Eneida, dividida en doce cantos, los mismos de La Mosquea, similitud que fue analizada debidamente por González Palencia.

La obra está dedicada a Pedro de Rávago, regidor perpetuo de Cuenca, que poseía un lavadero de lanas cerca del rio Moscas. Está compuesta por un «Prólogo al lector» en décimas y doce cantos. Contiene 925 octavas reales con un total de 7400 versos.

Muñoz y Soliva asegura que “desde muy joven compuso versos eróticos”, desdichadamente perdidos. Ciertamente extraña que teniendo en cuenta el buen resultado de su primer y único libro, con la excelente acogida que se le prestó, no intentara Villaviciosa ninguna otra empresa literaria, pero es posible que exista una explicación razonable y, desde luego, práctica, que podemos interpretar siguiendo los pasos de su biografía, que nos transmiten la idea de un hombre muy comprometido con oficios públicos y, en definitiva, con el poder, singularmente el de la Iglesia. Él sabía perfectamente que en esa situación personal y profesional, el ejercicio de la literatura era un arma de doble filo, más peligrosa aún en tiempos conflictivos como la España de su época y, seguramente, prefirió la tranquila seguridad de su oficio a los riesgos de versos quizá inoportunos. El analista José María Balcells lo explica de forma eficaz; “La Mosquea cabe ser interpretada como el canto de cisne artístico de un hombre expeditivo que prefiere liquidar la literatura antes de que ésta pudiera dificultarle, hipotéticamente, un progreso seguro en el cursus honorem”.

Por otro lado, Villaviciosa, hombre culto, investigó en sus posesiones de Reíllo localizado varias piezas arqueológicas de época romana, que expuso en el patio de su residencia.

De La Mosquea se han hecho numerosas ediciones, desde la primera, en Cuenca, por Domingo de la Iglesia (1615) pasando por las de Madrid, a cargo de la viuda de Francisco del Hierro (1732) y la de Antonio Sancha (1777), que ayudaron a popularizar la obra, hasta llegar a la más reciente, en edición preparada y comentada por Ángel Luis Luján Atienza (Cuenca, 2002).

Ilustración: Grabado calcográfico de Juan Moreno de Tejada sobre dibujo de Antonio Carnicero, en la edición de Sancha, Madrid, 1777,

Referencias: José María Balcells, “Reivindicación de José de Villaviciosa en su cuatricentenario”. Historia y Vida, núm. 253, pp. 61-69 / Fermín Caballero, La imprenta en Cuenca. Cuenca, 1869, Imprenta de El Eco / Mateo López, Memorias históricas de Cuenca y su obispado. Edición de Ángel González Palencia. II) Cuenca, 1954, p. 182 /  Segismundo Medina Pinilla, “La Mosquea, del canónigo Villaviciosa y las Huertas de la Vega Tordero de Cuenca”. Ofensiva, 12-08-1943 / Trifón Muñoz y Soliva, Historia de la M. L.e I. Ciudad de Cuenca, y del territorio de su provincia y obispado. Cuenca, 1867, II, pp. 674-675 / Carlos de la Rica: “Aquel clérigo que escribió, para gloria de un río, La Moschea”. Revista Cuenca, núm. 19-20, año 1982, pp. 125-128 /      Dolores Sánchez Mascuñano, Personajes de Castilla-La Mancha. Ciudad Real, 1990; JCCM, p. 126 / José Torres Mena, Noticias Conquenses. Madrid, 1878; pp. 739-740