Una librería de Madrid y dos de Cuenca

En Madrid hay algo de alboroto porque una simbólica librería, de título Pérgamo, ha decidido echar el cierre, acosada por las dificultades de rigor en este tipo de establecimientos, de acuerdo con un mal extendido como reguero inevitable por todo el país. La singularidad de este caso pasa por el dato de que tal librería es la más antigua de las existentes en la capital de España. Se cuenta que abrió sus puertas en 1946 a cargo de Raúl Serrano Guillén, un aragonés que tras haber vivido una experiencia republicana en los años previos a la guerra civil y obtener una cátedra de Lengua y Literatura en la Universidad Central, se vio castigado por la represión posterior impuesta por los vencedores, situación de la que quiso salir por la vía del negocio librero que, efectivamente, le dio para vivir y mantener a su familia. Hasta ahora, en que vive sus últimos momentos, porque la hija del fundador, Lourdes Serrano, arroja la toalla y echa el cierre, lo que ha motivado el habitual lamento jeremíaco que suele producirse en tales casos.

La librería más antigua de Madrid ha podido sobrevivir 76 años. En un lugar llamado Cuenca hay dos librerías que van pasito a pasito camino de cumplir el centenario. Tanto la Librería Católica como la de Fernando Evangelio fueron establecidas en 1928. Si el destino no lo impide y las circunstancias son favorables, dentro de esta misma década ambas cumplirán cien años. Es un dato importantísimo, crucial, que la sociedad conquense debería ser capaz de valorar como es debido. Veremos.