LUIS MARTÍNEZ MURO
Santa Cruz de la Zarza, Toledo, 18‑11‑1937 / Cuenca, 23-12-2023
Pintor, originario familiarmente de Cuenca, ciudad a la que llegó cuando solo tenía cinco años de edad, en la que fijó su residencia habitual. Fue aquí donde, desde muy joven se interesó por diferentes prácticas artísticas. De formación autodidacta, en Cuenca presentó su primera exposición individual, en 1959, a la que siguió otra en 1961. A continuación expuso en Toledo (1962) para marchar luego a Londres, donde conoce algunas de las propuestas creativas con mayor impulso del momento, como el Pop art y el Land art, que le hacen surgir su interés por la estética y el pensamiento oriental, un encuentro fundamental a partir de ese momento, en su trabajo posterior. Expone en Londres (1963 y 1964) y en 1967 regresa a España instalándose ya de manera permanente en Cuenca donde se deja atrapar por el influjo del Museo de Arte Abstracto y expone de inmediato (1968), Madrid y Sevilla (1971), Bilbao (1972), nuevamente Madrid (1983) y así de modo continuado hasta final del siglo XX, decayendo luego su actividad en este terreno, aunque ha continuado inmerso en el mundo del arte, pese a su voluntario retiro de todo tipo de actividades públicas.
Para Muro “pintar es una forma de pensar”, una manera de estar en la que el juego, la ironía y la subversión son temas recurrentes. Uno de los momentos más destacados de su actividad pictórica los vivió en diciembre de 1979, cuando mostró una exposición ciertamente brillante en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, ocasión en la que el crítico Juan Manuel Bonet escribió: “Difícil encontrar una trayectoria artística menos afirmativa, menos paradójica, más guadianera, que la de Muro. A través de sucesivos avatares que a veces eran auténticos saltos al vacío y otras veces quedaban en amagos, lo cierto es que ha construido su espacio: sueño de una unidad perdida, empeño absoluto que cristaliza en boutade zen, en silencio, en juego de fragmentos y de sombras”.
Ganó uno de los terceros premios en escultura, por su obra «Falacia, escultura», en los I Premios Castilla‑La Mancha de Artes Plásticas (1987) y en 2009 realizó por encargo el cartel de la Semana Santa de Cuenca.
Sobre sus últimos trabajos, Carlos de la Rica ha escrito: «Cuida la estructuración de un lenguaje que desea, en todo momento, comunicación por sorpresa. Inconformismo y exigencia, independencia» (El Día de Cuenca, 05‑01‑1996). Él mismo ha explicado en alguna ocasión cómo se enfrenta a la técnica pictórica: “Hace tiempo que vengo tratando de expresarme valiéndome principalmente de dos elementos de valores muy distintos y pertenecientes a diferentes categorías: el fragmento y la línea. Su dispar naturaleza me ha obligado a emplear medios de fusión, que han resultado de técnicas muy complejas y de carácter demasiado formal que aunque hayan satisfecho algunas necesidades de estética y mis apetitos de artesano, también han sido causa de una reacción contra la frialdad conceptual y calidad de objeto preconcebido que tenía mi obra”.
La obra de Luis M. Muro fue, en su mejor momento, una explosión de singularísimo carácter, como si estuviera inventando un nuevo mundo creativo, lejos de los arranques figurativos y penetrando en una especial versión del abstracto. Como decía coloquialmente en las largas conversaciones que mantenía con sus amigos, pintar era para él resolver un problema o varios problemas, que afrontaba buscando la liberación de los principios prefijados y las teorías consolidadas, para dejarse llevar por la ocurrencia, dejando que el propio cuadro arrastrara la mano del artista, como si fuera un estímulo que era preciso obedecer.
Referencias: Juan Manuel Bonet, “La incesante búsqueda de Muro”. El País, 15-01-1979 / Rosa María Pereda, “Luis Muro: pintar es una forma de pensar”. El País,03-01-1980 / Carlos de la Rica: “Alto tapial de transparencias para Luis Muro”. Revista Cuenca, núm. 31‑32, año 1988; pp. 173‑174