Priego, 1566 / Madrid, 1639
Los comentarios biográficos sobre este personaje destacan su papel como censor y corrector de libros, circunstancia que le permitió tener en sus manos la primera edición del Quijote, pero en cambio no dicen nada de su actividad como escritor, que fue abundante y con matices de interés. Se conoce la fecha de su bautizo, en la iglesia parroquial de san Nicolás de Bari el 12 de enero de 1566, hijo de Martín de Murcia, maestro soplador en elaboración de vidrio, y Maria Duro de la Llana, que vivían en la calle Franca, como ha establecido el cronista local pricense Gonzalo Canales. Estudió en Alcalá de Henares, en el colegio de teólogos de la Madre de Dios, donde también ejerció la docencia como catedrático de Filosofía. Fue médico, traductor de obras clásicas y actuó como corrector de textos, al menos desde 1565, oficio por el que percibía 140 ducados anuales, tarea en la que firmó la fe de erratas de la primera edición del Quijote, cuyo manuscrito le llegó en 1604. La misión del corrector era no sólo capturar posibles erratas sino comparar el texto original con el impreso para confirmar que no había diferencias entre ambos, lo que en el caso que nos ocupa certificó con la famosa frase que aparece en la obra: “Este libro no tiene cosa digna que no corresponda a su original; en testimonio de lo haber correcto, di esta fee. En el Colegio de la Madre de Dios de los Teólogos de la Universidad de Alcalá de Henares, en primero de diciembre de 1604 años”. Pero parece que su trabajo no fue muy minucioso, porque la primera edición de la obra cervantina apareció con múltiples erratas de impresión, hasta el punto de que Cervantes forzó rápidamente una segunda edición, más limpia de errores. En 1607 Francisco Murcia se trasladó a Madrid y dos años más tarde Felipe III le nombró corrector real, lo que hace suponer que, pese a los deslices anteriores, había alcanzado un sólido prestigio en la corte. El cargo lo heredó uno de sus hijos y quedó en manos de la familia al menos hasta el siglo XVIII, en que se menciona como último corrector a Carlos Murcia de la Llana.

En los repertorios bibliográficos figura como autor de varios títulos muy similares que podrían hacernos pensar que es la misma obra en diferentes versiones, dilema que sólo se podría resolver si un experto hace una detenida lectura comparativa de los diversos textos que se ofrecen con estas denominaciones, todos ellos referidos a Aristóteles y de los que hay ejemplares aislados en algunas bibliotecas públicas españolas:
Selecta circa libros Aristoteles De anima subtiliores doctrinae que in Complutensi Academia versatur (Madrid, 1604)
Selecta in libros Aristotelis De Generatione et Corruptione subtilioris doctrinae, quae in Complutensi Academia versatur (Madrid, 1604)
Circa universam Aristotelis logicam subtilioris doctrinae, quae in Complutensi Academia versatur (Alcalá, 1606)
Selecta circa octo libros Physicorum Aristotelis subtiliois doctrinae, quae in Complutensi Academia versatur (Alcalá, 1606)
Selecta in libros Aristotelis De anima, Generatione & Coelo, subtilioris doctrinae, quae in Complutensi Academia versatur (Madrid, 1616).
Selecta super universam Aristotelis philosophiam (Madrid, 1615), obra dedicada a Juan Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete;
Similar contenido parece ofrecer la titulada Compendio de los meteoros del príncipe de los filósofos griegos y latinos Aristóteles (Madrid, 1615).
En el mismo año figura como traductor de la obra Sumulas del doctor Villalpando (Madrid, 1615). Posterior es la titulada Rhetoricorum tomus primus in duas partes (Madrid, 1619) y de contenido muy diferente, ya que entra directamente en el terreno literario es Canciones lúgubres y tristes a la muerte de don Christobal de Oñate (Madrid, 1622), de la que hay una edición moderna (Cieza, 1953).
Se puede mencionar también aquí un Memorial dirigido al rey, en el que representa los inconvenientes que ay de no moderar el estilo que han empezado a guardar los diputados de Roma, para prohibición de libros en España… (por la que se censura el libro completo en lugar de solo la parte). Este ejemplar no tiene año de edición; el único conocido se conserva en la Biblioteca General de la Universidad de Granada.
En cualquier caso, la figura de Francisco Murcia de la Llana ofrece matices tan sugerentes que bien justificaría una investigación a fondo para establecer una completa biografía.
Referencias: Félix Díaz Moreno, “El control de la verdad: los Murcia de la Llana, una familia de correctores de libros”. Madrid, 2009; Arbor, núm. 740, septiembre-diciembre, pp. 1302-1311.