MUÑOZ, Eustaquio

Cuenca, ¿1468? / Cuenca, 16-02-1546

Canónigo en Cuenca, figura destacada en su época, fundador de la capilla que lleva su nombre en la catedral, cuya obra principal fue realizada por Diego de Tiedra a partir de 1537. Pertenecía a una familia destacada oriunda de tierras turolenses, con amplios intereses ganaderos en la Serranía de Cuenca, en especial en la zona de Valdecabras y con intereses políticos vinculados a los marqueses de Cañete. Había estudiado en la Universidad de Salamanca, como colegial de San Bartolomé y posiblemente se doctoró en Derecho, lo que explica la influencia que ejerció en el seno del cabildo catedralicio. Jiménez Monteserín asegura que fue “hombre de amplia curiosidad intelectual, apenas unos trazos extraídos de su testamento abocetan el rico contenido de la biblioteca que llegó a reunir, la cual dejó a su muerte al convento dominico de San Pablo”. El obispo Raffaelle Riario (1493-1518), que nunca pisó la ciudad de Cuenca, le nombró vicario general del obispado, cargo que mantuvo durante el siguiente prelado, Diego Ramírez de Villaescusa y en cumplimiento de sus competencias en ese cargo llevó a cabo la investigación encargada por el Vaticano en el proceso  sobre los milagros atribuidos a san Julián y que habrían de culminar con la santificación del patrón de Cuenca, proceso que desarrolló entre 1518 y 1521.

Participó activamente durante los sucesos relacionados con el levantamiento popular de los comuneros (1520), siguiendo las actitudes de los Hurtado de Mendoza, que trajo la consecuencia directa para él de ver cómo su casa era saqueada, con el añadido final de que la corona le impuso como castigo una pena de destierro de la ciudad. Superado este incidente y vuelto a ocupar el papel preponderante que ejercía en el seno del cabildo, participó también en algunas actitud de rebeldía emprendidas por varios canónigos contra el citado obispo Diego Ramírez.

Portada de la capilla de los Muñoz, obra de Diego de Tiedra

En el tramo final de su vida, Eustaquio Muñoz emprendió la que había de ser su obra más duradera, puesto que se prolonga hasta hoy: la construcción de la capilla de los Muñoz, que edificó a partir de un oratorio que poseía su familia en la catedral de Cuenca dedicada a san Martín, ocupando un espacio inmediato al Arco de Jamete y frente a la Capilla de los Caballeros. Una vez obtenido el permiso del cabildo, el canónigo encargó la realización de la obra al entallador Diego de Tiedra que ciertamente llevó a cabo un trabajo magnífico, dando origen a un recinto de plenitud artística, a la vez que regulaba las normas por las que habrían de regirse los capellanes responsables del culto en la capilla, entre las que había algunas tan curiosas como la de pertenecer a un linaje de cristianos viejos (condición hasta entonces insólita en el seno de la catedral conquense), estar bien instruidos y no amancebados cautela esta última ciertamente curiosa si tenemos en cuenta que el propio canónigo Muñoz se encontraba en ese mismo caso, al estar vinculado con una mujer, Juan Sánchez, de la que tuvo dos hijos, legitimados por el rey Fernando el Católico. Uno de ellos, Jerónimo Andrés, hizo carrera universitaria en Salamanca y escribió algunos libros. También al propio Eustaquio se le ha atribuido la autoría de algunos textos, en concreto una Vida de San Julián y una Historia de Cuenca, pero de ninguno de ellos hay la menor noticia bibliográfica ni se conoce ejemplar alguno.

Referencias: Miguel Jiménez Monteserín, Diccionario Biográfico Español. Real Academia de la Historia / Mateo López, Memorias históricas de Cuenca y su obispado. Edición de Ángel González Palencia. I) Cuenca, 1949, p. 103; II) Cuenca, 1954, p. 182