Cuenca, ¿1553? / Madrid, 03-08-1610
Arquitecto que empezó a trabajar a las órdenes de Juan de Herrera en 1579 y por cuya recomendación fue incorporado por Felipe II en 1583 al grupo de artistas al servicio de la corte. Su sobrino, Baltasar Porreño, no escatima un elogio que, aunque familiarmente interesado, se ajusta bastante a la realidad: “El hombre más eminente en architectura que han tenido nuestros siglos como lo afirma todo el mundo y lo testifica el edificio del Escurial, que en gran parte es obra suya, y la lonja de Sevilla y todas las obras famosas que hoy día se hacen en nuestra España”, tal como señala en su “Historia de los arzobispos de Toledo” (que se conserva en manuscrito).
En su juventud se le encuentra en Cuenca trabajando como aprendiz de carpintero entablador de retablos en el taller de Pedro de Villadiego, etapa de la que se conocen algunos datos laborales, como un viaje a Madrid para tratar con Rodrigo de Mendoza sobre los trabajos que estaba preparando para la Capilla del Espíritu Santo de la catedral. No debió interesarle mucho esa primeriza dedicación porque en 1576 se encuentra ya residiendo en Madrid. Era todavía muy joven (apenas con 26 años) cuando por Real Cédula firmada el 22 de agosto de 1579 se le puso a las órdenes de Juan de Herrera, con cien ducados anuales de salario “atendiendo a su habilidad y suficiencia en la arquitectura y matemáticas”. Desde ese momento y hasta la grave enfermedad que afectó a Herrera en 1584, figura como ayudante del maestro de la arquitectura en la práctica totalidad de proyectos que éste estaba realizando.
Entre 1583 y 1587 reconstruyó parte del alcázar de Segovia y también trabajó en la Casa de la Moneda, que son sus dos obras más antiguas documentadas, pero la primera en que verdaderamente se puede apreciar su carácter creativo es la iglesia parroquial de San Bernabé, en El Escorial de Abajo, un edificio muy sencillo, de planta rectangular, con pequeñas capillas laterales y una portada de escueta decoración. A continuación trabajó en el Colegio de doña María de Aragón, en Madrid, ya desaparecido, y en el que con toda probabilidad debió coincidir con El Greco, encargado de los retablos y seguidamente en la iglesia de San José, de Ávila, que es verdaderamente su primera obra personal, con aplicación de teorías constructivas que habían de tener gran influencia posterior, como explica Martín González, al destacar, siguiendo a Kubler, “los aciertos de retranquear la fachada, entre dos sobrios muros y de adherir un pórtico de tres arcos iguales y un pequeño niño (donde se dispuso un grupo escultórico del santo titular con el Niño) coronado por un frontón. En un plano posterior emerge la portada del templo sin más adornos que una simplicísima moldura y el frontón subrayando las líneas del hastial. Con ello se instauraba un prototipo que iba a tener amplísimas resonancias en la arquitectura conventual española”.

El nombre de Francisco de Mora alcanza especial relieve al desempeñar un importante papel en las obras del monasterio de Uclés, del que fue designado maestro mayor el 11 de mayo de 1587 y donde realiza la traza de la fachada occidental, que ciertamente refleja la influencia de El Escorial; el 7 de junio de 1591 fue designado maestro mayor en el alcázar de Madrid y el rey le encargó el mantenimiento de la Casa Real de El Pardo, a la vez que actuaba como inspector de las obras que se estaban haciendo en El Escorial y castillo de Simancas. En el monasterio escurialense, Mora es responsable de las zonas de la Compañía, las Casas de Oficios, el pretil de las Lonjas, la Galería de Convalecientes y el estanque, balaustrada y escalera de la huerta, además de intervenir en las obras anexas al monasterio, como la iglesia de El Escorial de Abajo.
Entre esa ingente actividad, Francisco de Mora encontró la oportunidad de elaborar para su ciudad natal una obra excelente, la fachada principal del Hospital de Santiago, que desde su inigualable situación en lo alto del cerrillo mira a la ciudad antigua ofreciendo desde allí una imagen espectacular.
Finalmente, sucedió a Herrera (falleció en 1597) como arquitecto y aposentador del Palacio Real. Fuera del círculo de la corte, el arquitecto conquense intervino en un buen número de proyectos arquitectónicos, como son los planos del retablo mayor del monasterio de Montserrat, la sala capitular del monasterio jerónimo de Lupiana, el coro de la catedral de Málaga, la iglesia del Santo Cristo en Zalamea y el hospital del mismo lugar, el palacio de Lerma, el palacio del duque de Uceda en Madrid, la restauración del alcázar de Segovia y la casa de la moneda de esta ciudad (1598), la reparación del claustro de Los Evangelistas, en Simancas, la capilla de San Segundo en la catedral de Ávila, la capilla de San Bernardo en Oropesa. Destaquemos en este ingente trabajo el bellísimo conjunto urbanístico de la villa de Lerma, por iniciativa del duque del mismo título, valido de Felipe II, a orillas del río Arlanza, en el que brillan como elementos centrales el palacio ducal y los conventos inmediatos, en un audaz alarde combinatorio de elementos civiles y religiosos. A lo largo de esta trayectoria profesional y artística, Mora fue depurando un estilo que en sus inicios es fiel seguidor de la austeridad clásica y rectilínea de Herrera, pero que con el tiempo incorpora detalles decorativos que demuestran la definición de un estilo propio en el que hay lugar para la ligereza constructiva complementada con el adorno que proporciona a la sequedad arquitectónica una notable gracia imaginativa. El profesor Juan José Martín asegura que “la personalidad que puede servir de arranque para analizar la actividad artística que se desarrolla en torno a Madrid es la de Francisco de Mora”, en un primer nivel como seguidor de Juan de Herrera, pero también luego como creador de un espíritu propio que supone un avance en la teoría herreriana.

Francisco de Mora murió repentinamente en Madrid y fue enterrado en la capilla de su propiedad dedicada a los Mártires Cosme y Damián, en la iglesia de Santiago, desaparecida al edificarse por José I la actual parroquia madrileña.
Referencias: José María Álvarez Martínez del Peral, “Conquenses Ilustres”. El Día de Cuenca, 07-09-1926 / Luis Cervera Vera, “Noticias biográficas del arquitecto conquense Francisco de Mora. Su matrimonio”; Revista Cuenca, 1984, núm. 23‑24, pp. 57‑78 / Julio Larrañaga, “Hoy hace años”. Ofensiva,, 07-06-1942 / Rodrigo de Luz Lamarca, Francisco de Mora. Juan Gómez de Mora. Cuenca, foco renacentista. Cuenca, 1997; Diputación Provincial / Juan José Martín Gonzalez, Summa Artis. XXVI: La Escultura y la Arquitectura españolas del siglo XVII. Madrid, 1985; Espasa Calpe, págs. 445-450.