Cuenca, 28-12-1921 / Madrid, 08-01-2003
Huérfano de padre cuando apenas si tenía dos años, esta circunstancia dramática sirvió para animarle, desde muy joven, a seguir la práctica de la Medicina. Tras realizar los primeros estudios en Cuenca, aquel interés inicial encontró una vía de conocimiento práctico, en los años de la guerra civil, al conocer a varios médicos vecinos que trabajaban con los heridos en el hospital de Santiago, a los que acompañaba en ocasiones. Decidida la vocación, hace la carrera en la Universidad Central de Madrid, terminando con premio extraordinario (1945) que completó con el doctorado (1953). Amplió su formación en Estados Unidos, al amparo de médicos españoles ya asentados en aquel país: Severo Ochoa, Francisco Grande Covián y Santiago Grisolía con cuya protección contó, además de los beneficios de ser Becario de la Daugherty Foundation en la Universidad de Minnesota. A su regreso a España contrajo matrimonio con Josefa Medina (1956), con la que tuvo seis hijos. Profesor titular de Patología y clínica Médica de la facultad de Medicina de Alcalá de Henares, jefe del servicio de Medicina Interna de la Fundación Jiménez Díaz y subdirector de investigación (1976-1983), fue presidente de la Academia Médico-quirúrgica española y de la Sociedad hispano-argentina de Medicina y Ciencias afines, además de participar como miembro (y en ocasiones, directivo) en otras entidades profesionales. y miembro de varias misiones médicas en Iberoamérica, además de participar en incontables congresos y simposios y dictar conferencias en numerosos países. Esa actividad profesional que le hizo figurar en uno de los primeros lugares del escalafón de la medicina española contó con un complemento de importancia local, por su extraordinaria y permanente vinculación a su ciudad natal, a la que venía de manera constante y en la que consiguió contar con una enorme simpatía popular. Vinculación que consolidó edificándose una casa en lo más alto de la calle de San Pedro, según proyecto del arquitecto Arturo Ballesteros Ochoa y que manifestaba de manera constante a través de su pertenencia a la hermandad del Jesús Nazareno de las seis de la mañana del viernes santo. Junto con otros paisanos, promovió la formación en Madrid de una cofradía dedicada a San Julián. Presidente del Patronato de la Fundación Jiménez Díaz, tras el fallecimiento de su titular, durante los días 4 a 6 de marzo de 1993 organizó en Cuenca, en la sede de la UIMP, las IX Jornadas Médicas hispano-argentinas, que reunieron en la ciudad un prestigioso número de profesionales en torno a temas de actualidad: la arteroesclerosis, el sida, las modernas técnicas de medicina endoscópica, la biología molecular, etc. En septiembre de 1985 recibió el título de hijo predilecto de Cuenca y el 16 de diciembre de 1994 la medalla de honor de la Cámara de Comercio e Industria de Cuenca. Considerado uno de los últimos ejemplares de médico vocacional, humanista y no tecnificado, el doctor Merchante afirmó en cierta ocasión que “el gran fallo de la medicina actual es el poquísimo tiempo que se dedica a charlar con el paciente, a conocerle”. Aunque no publicó ningún libro, sí desplegó su sabiduría profesional en más de 250 artículos en revistas nacionales y extranjeras sobre trabajos de investigación experimental o clínica, problemas terapéuticos relacionados con la medicina interna y ha colaborado con varios capítulos monográficos en catorce títulos de obras colectivas de medicina interna. Sufrió un ictus mortal cuando estaba en el hospital atendiendo a un enfermo, incidencia que le provocó finalmente la muerte. Fue enterrado en Cuenca, en un acto multitudinario, con funeral en la iglesia de San Pedro, al lado de su casa. En su tumba, en el cementerio municipal de Cuenca, hay una leyenda sencilla y expresiva: “Alfonso Merchante Iglesias. Médico”.
Referencias: José Miguel Carretero, Cuadernos de Semana Santa. Cuenca, 2024 / Emilio Martínez, “Doctor Alfonso Merchante: la región ha pegado un salto hacia delante”. Entrevista. Castilla-La Mancha, núm. 130, febrero 2001, pp. 58-60.