Martínez Kleiser, Luis

Madrid, 06-11-1883 / Madrid, 16-07-1971

 Prolífico escritor en diversos campos: historiador, poeta, novelista, autor dramático y colaborador habitual de periódicos, en especial ABC, La Esfera y Blanco y Negro. En todos ellos, pero sobre todo en el primero, desarrolló una fecunda tarea divulgativa de Cuenca, a través de una colección de artículos verdaderamente notables. Pasó en Cuenca los años de su niñez, vinculado a su preceptor que era conquense, relación que acrecentó con la edad adulta, pasando en la ciudad largas temporadas y adquiriendo varias fincas urbanas, incluyendo un hocino en la hoz del Huécar.

Licenciado en Derecho por la Universidad Central (1903) ocupó una concejalía en el ayuntamiento de Madrid; ingresó en la Real Academia Española el 10 de enero de 1946 con un discurso titulado “Oración a la palabra”, en el que dijo: «Es joya la Palabra, y a vosotros toca ser sus artífices, sus orfebres, sus engarzadores y hasta sus estuchistas […] cuidáis de su brillo, estimáis su valor, certificáis su autenticidad y conserváis su tesoro en el Diccionario». Le contestó el académico Armando Cotarelo Valledor, un destacado lingüista. Martínez Kleiser fue secretario perpetuo del Instituto de España. Considerado un escritor de inspiración y vocación popular, amante de las tradiciones españolas publicó un libro de poemas, De hondos sentires. Dos de sus novelas, Los hijos de la hoz y Talegos de talegas están ambientadas en la Serranía de Cuenca. Pero, sin duda, la obra esencial que vincula a Martínez Kleiser con Cuenca (ciudad en la que fijó una residencia casi habitual a partir de 1920) es la titulada Cuenca. Paisajes y monumentos (1944) en la que recogió una serie de valiosos artículos publicados antes de la guerra civil en varios medios, sobre todo en ABC y Blanco y Negro, con muy interesantes y originales aportaciones sobre bastantes lugares de la provincia, que el autor llegó a conocer muy bien. Su imagen a caballo, con el obispo Eijo Garay, caminando ambos por la Ciudad Encantada, dio la vuelta al país. Hay en el estilo de Martínez Kleiser un sedimento de clasicismo, a través de la pureza de la descripción y el uso de las vertientes más elegantes del idioma, que le ayudan a ofrecer descripciones muy personales, envueltas en una visión placentera, nada crítica.

Un aspecto especial que es conveniente señalar en la relación literaria de Martínez Kleiser con Cuenca es la que se deriva de su actividad como difusor de la Semana Santa, que en aquella época era prácticamente desconocida, incluso para los propios conquenses. El autor publicó el 24 de marzo de 1929 en la revista Blanco y Negro un trabajo verdaderamente clarificador, que obtuvo un enorme impacto, La Semana de Pasión en Cuenca. Años más tarde, en 1943, publicó en el programa oficial otro notable trabajo “El beso devoto de Cuenca”, al que siguieron varios más en que acierta a combinar un sentimiento lírico con la expresión de aspectos muy concretos de la organización procesional, como fueron “Pórtico pasional”(1946) o “La emoción de la Semana Santa conquense”(1948). Las aportaciones del autor en este tema fueron recogidas en el libro Luis Martínez Kleiser y la Semana Santa de Cuenca (1995).

Editado en 1944, Cuenca. Paisaje y monumentos recoge una amplia selección de artículos periodísticos.

Como novelista, su obra ha sido rápidamente devaluada por el tiempo, de manera que a estas alturas del siglo XXI prácticamente ninguna de ellas encuentra hueco en el análisis de los historiadores, a pesar de que en ellas se encuentran algunos títulos estimables, como Rarezas (1904), Rosa petrificada (1925), Testigos de talegas (1929) o La obispilla (s.a.). Tampoco su obra poética ha trascendido. Mejor suerte han tenido algunos ensayos de evidente interés históricos y sociológico, como Del siglo de los chisperos (1925). En cambio, sí mantiene su vigencia el intenso trabajo realizado para reivindicar el valor y el contenido del refranero tradicional, en el que recogió no pocos ejemplares hallados en su deambular por la serranía conquense, incorporados a su monumental Refranero general ideológico español, publicado en 1953 bajo el patrocinio de la Real Academia España, en el que recoge nada menos que más de 65.000 refranes populares recopilados en todo el país.

Y, desde luego, es meritorio el largo catálogo de artículos que dedicó con constante fidelidad a la tierra que le acogió como residente esporádico e hijo adoptivo, con la notable observación de que no solo dedicó su pluma a los reportajes paisajísticos, costumbristas y encomiásticos, sino que también la puso al servicio de las reivindicaciones sociales de la ciudad, como el famoso caso del tren Madrid-Valencia, que a través de sus artículos en tribuna tan destacada como ABC, alcanzaron una notable repercusión. Residió durante una larga temporada en un hocino al comienzo de la Hoz del Huécar (que luego adquirió Federico Muelas) y más tarde en una casa del comienzo de la calle de San Pedro, donde situó una tertulia literaria de mucho interés.

Carlos de la Rica le recuerda “enjuto, muy sordo, alto. Y la voz de Federico que truena al oído frases entre picarescas e irónicas. Ríe y se divierte; también mira de soslayo por si alguien más escuchara el chiste. Su profesión fuera proclamar la osadía de difundirla tajándola de ángeles o espíritus burlones”.

Federico Muelas, le dedicó un sereno y cálido elogio al producirse su muerte: “Vino a Cuenca, convivió con sus gentes, paseó sus caminos, se extravió por la jungla de su historia, meditó sobre tantas sinrazones conquenses… Y protestó exaltado, con nobilísima voz, la primera en el tono alto, caballeroso, retador. Porque hasta él habíamos tenido eruditos, pero no campeadores. O cuando más, esforzados admiradores de palestra pequeña, la de los periódicos locales, la de las tribunas mínimas de los centros y ateneillos. Pero una voz como la suya, clara, hermosísima, de puntillas sobre el pedestal periodístico más preciado del país, rotunda, inapelable, Cuenca no había tenido jamás”.

Obra publicada sobre Cuenca

Las bellezas naturales y las grandezas históricas de Cuenca (Cuenca, 1927)

Juegos florales celebrados en Cuenca el día 21 de septiembre de 1928 (Cuenca, 1928)

La poesía de fray Luis de León, espejo de su alma (Cuenca, 1928)

Indicador de rutas artísticas de Cuenca y su provincia (Madrid, 1930)

Los hijos de la Hoz (Cuenca, 1931)

Cuenca. Paisajes y monumentos (Madrid, 1944)

Referencias: Juan Ignacio Bermejo Gironés, “Martinez Kleiser”. Diario de Cuenca, 26-11-1978 / Florencio Martínez Ruiz, Cuenca y los enconquensados. Cuenca, 2003; Diputación Provincial, pp. 107-119 / Federico Muelas, “Martínez Kleiser o el primer gran amigo de Cuenca”. Ofensiva, 22-10-1961 / Carlos de la Rica, “Don Luis Martínez Kleiser o un amor primero”. Revista Cuenca, núm. 29, primer semestre 1987, pp. 127-131 /