Torralba 1894 / Cuenca, 1921
Uno de los personajes más extraños y estrambóticos que pulularon por la Cuenca de la primera mitad del siglo XX. Último miembro del movimiento romántico y primero del vanguardista, todo en su vida está marcado por la búsqueda de lo insólito, lo trasgresor, hasta llegar al momento, rebuscado, de su propia muerte, arrojándose en frac y zapatillas desde el puente de San Pablo, según el relato que nos han transmitido Carlos de la Rica y Enrique Domínguez Millán. En su poesía tienen cabida tanto la temática amorosa como la patriótica. En 1917 colaboró con Federico Rodríguez en la edición de la efímera revista Cáliz y estrella, que pretendía una casi imposible fusión de la poesía con la ciencia. De su obra, se conocen sólo cuatro títulos: La princesa Florinda (Cuenca, 1914); De la flor de la vida (Madrid, 1915); La trova (Cuenca, 1916) y La orgía (Madrid, 1918).
Sin embargo, en una de ellas, La trova, se incluye un catálogo con otros títulos de los que no parece haber sobrevivido ningún ejemplar, pues no los hay en los catálogos de las Bibliotecas Públicas españolas ni han aparecido nunca en los de anticuarios: Canciones de mi lira, La primera cita, El adulterio, Carrillo de Albornoz, Cuentos de juventud.
Referencias: Carlos de la Rica y Enrique Domínguez Millán, 70 años de poesía en Cuenca. Carboneras de Guadazaón, 1972; El Toro de Barro, p. 197.