VICENTE MARÍN MORTE
Cuenca, 28‑07‑1951
Uno de los más destacados escultores conquenses contemporáneos. Desde niño mostró una clara predisposición natural hacia la pintura. En 1972 hizo estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, orientándose ya hacia la talla, lo que le anima a trabajar como aprendiz en los talleres de varios escultores, actividad laboral que prefería a la disciplina académica, por lo que abandona los estudios para ingresar en el taller de Juan Luis Básalo Parodi, su auténtico maestro. La piedra se convierte, durante estos 15 años de actividad, en su material preferido, al que añade más tarde la madera. En 1979 participa en una exposición colectiva en el Palacio de Velázquez de Madrid. En 1983 toma parte en otra colectiva, en la madrileña Galeria Kreiser. Ese mismo año es seleccionado para la muestra itinerante «Otra pintura de Castilla‑La Mancha» y entre el 25 de junio y el 22 de julio presentó una exposición en la galería Jamete. A partir de sus inicios, el artista emprendió un serio camino de investigación de las formas y los materiales, trabajando tanto la piedra como la madera, el cartón, el papel, el cristal o el metal en búsqueda de una mayor limpieza y claridad de las propuestas elaboradas. En esa etapa inicial, no había mostrado especial interés por la imaginería religiosa, situación que cambió cuando en 1986 se instaló en Cuenca para definir su propio estudio y entró en contacto con algunas hermandades de Semana Santa que le animaron a tallar imágenes procesionales.
Los críticos valoran en el trabajo de Vicente Marín la forma enérgica en que trabaja la piedra para dar lugar a esculturas que surgen con gran nitidez del bloque pétreo original; en madera trabaja sobre todo con la de tilo, abedul y cedro americano, que le permiten obtener formas muy limpias. Artista absolutamente personal e independiente, su estilo es inclasificable sin que se le pueda vincular con ninguna corriente determinada, aunque él personalmente destaca y admira la bora del rumano Constantin Brancusi, en el que predominan línea geométricas o el estadounidense Isamu Noguchi.
En el terreno de la imaginería religiosa, Vicente Marín ha tallado varias imágenes en las que se transmite una potente fuerza interior, como ocurre con El Encuentro de Jesús y la Virgen (1987), Cristo descendido (1988), El Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo (1990) o La Negación de San Pedro (1997), todos ellos para la Semana Santa de Cuenca, Para la de Tarancón realizó el paso de La Exaltación de la Cruz (1998), en León, El Santo Sepulcro (1996) y El Hombre Nuevo o Resucitado (2002). Para la iglesia del pueblo de Mondéjar (Guadalajara) hizo algunos relieves de los Evangelistas y Santa Mónica con destino a un retablo que fue destruido durante la guerra civil. Obra religiosa en piedra encontramos en el Hospital de Santiago de Cuenca y en la localidad conquense de Villamayor de Santiago junto con una Virgen para la portada de la Iglesia de San Pedro de Cuenca.
Hombre austero y silencioso, poco amigo de la parafernalia mediática y de la exposición pública, en mayo de 2007 presentó su obra en Cuenca, en la Galería Jamete, mediante una pequeña muestra de trabajos recientes que mereció cálidos elogios de la comentarista Ana R. Orive en El Día de Cuenca: “Una exposición limpia, armónica, serena, excelente prueba de que Marín persiste en un hacer austero y serio; de que persevera en un camino absolutamente personal que le viene dando, y es de esperar que continú ehaciéndolo, excelentes resultados”.
Vicente Marín es un escultor prolífico pero, pese a ello, quizá no demasiado conocido, algo atribuible, sobre todo, a que es una persona muy reservada y de pocas palabras, al que no le gusta promocionarse ni conceder entrevistas porque considera que no tiene nada que decir, que ya lo dice todo con sus obras. Y desde luego que dice mucho de su curioso e imaginativo hacer la selección de una veintena de esculturas, algunas nuevas pero otras de hasta hace quince años, que mostró en 2014 en el Teatro-Auditorio, tanto en su interior como en las escaleras de acceso. Años más tarde, en septiembre de 2017, expuso en el Centro Cultural Aguirre una muestra de su obra reciente, titulada Excelencia, en la que ofreció un significativo panorama de su visión sobre los elementos de la naturaleza. Un cercano ejemplo de esa vinculación del artista con el ambiente natural se puede encontrar en el pequeño parque urbano situado en la Ronda Oeste de Cuenca, entre la calle de la Guardia Civil y la carretera de acceso a la estación del AVE, donde se encuentran situadas varias esculturas en piedra que reproducen la conocida imagen de las setas.
Referencias: Rebeca Pascual, entrevista en Las Noticias, 16-04-2022.