Gilibert, Fuentelespino de Haro, ¿? / Jaén, 21-03-1473
Alonso Lucas fue «hombre principal y rico» de Belmonte, contemporáneo de los maestres de Santiago y Calatrava, Juan Pacheco y Pedro Girón, respectivamente. Tuvo tres hijos y una hija, siendo el mayor de ellos Miguel Lucas de Iranzo, que llegó a ser condestable de Castilla (el segundo fue comendador de Montizón y el tercero, comendador de Oreja). Es opinión común en casi todos los autores hacer a Miguel Lucas de Iranzo como nacido en Belmonte, si bien la Relación Topográfica de Villaescusa de Haro dice que nació aquí (en realidad, en el hoy despoblado de Gilabert), explicando la confusión por el hecho de que su padre se casó en segundas nupcias en Belmonte, “adonde llevó al hijo que era nascido del primero”, aunque la referencia a Belmonte se debe entender en el sentido de que era el centro del marquesado de Villena, al que estaban sujetos todos los pueblos del territorio. El hoy despoblado de Gilibert se encuentra en el término municipal de Fuentelespino de Haro.
Rodrigo de Luz contradice lo que parece evidente para asegurar que fue “hombre de humilde origen”. En cualquier caso, el niño debió mostrar pronto dotes suficientes para merecer en seguida la protección de su señor natural, el marqués de Villena, quien le introdujo en la corte de Juan II como paje del príncipe Enrique (el futuro Enrique IV) y al que sirvió con valor y eficacia, recibiendo a cambio el título de Condestable, junto con el control de varias villas y fortalezas (Ágreda, Verantón, Vozmediano, Jaén y Andújar). En 1455, por cédula real del 12 de junio, recibió del rey el privilegio de nobleza con título de barón y tres años más tarde, el 25 de mayo de 1458, le concedió el título de conde de Lucas, junto con el de condestable de Castilla, distinción en la que sustituyó a otro conquense, Álvaro de Luna, ejecutado anteriormente (1453). Por entonces ya había contraído matrimonio con Teresa de Torres y Soller, también de familia de rancia nobleza emparentada con los reyes de Portugal, lo que sirvió para incrementar poder y riqueza. Fue nombrado canciller mayor del reino, corregidor de Baeza y alcalde de Jaén, con la misión expresa de defender la frontera del reino frente a los musulmanes.
En esos momentos ya empezaba a ser mal visto por la nobleza castellana, siempre envidiosa de cualquier éxito ajeno, situación que el condestable sorteó apartándose de la corte para retirarse a sus dominios en Andalucía. Mantuvo su fidelidad al rey cuando un amplio sector de la nobleza escenificó una pantomima de deposición del monarca, la conocida como “Farsa de Ávila” (1465), lo que sirvió para que recibiera nuevas mercedes por parte de Enrique IV, que lo convirtió en uno de los hombres más poderosos y ricos del reino.
El ya citado Rodrigo de Luz asevera que el rey “lo elevó desmesuradamente a uno de los cargos más altos del reino (1498) [sic: en 1498 ya había muerto el condestable], sin que antes ni después Miguel Lucas de Iranzo diera muestras de su talento y sus cualidades personales merecieran este desorbitado encumbramiento”. Menos mal que el escritor y fiscal Guillermo Sena contradice tal opinión asegurando: “Por mi tierra los cronistas e historiadores tenemos mejor concepto de este personaje medieval, cuya vida escrita representa el mejor testimonio de su vida jaenera y fronteriza” [G. Sena, en La Tribuna, 15-02-1999, p. 9]. Otras versiones con fundamento histórico señalan su carácter magnánimo y generoso, con actuaciones personales concretas en ayuda de sectores marginados y desfavorecidos, que finalmente habrían de costarle la vida.
En efecto, encontró la muerte mientras oía misa; según opinión generalizada, los asesinos actuaron así en venganza por sus acciones en defensa de los conversos, pues en 1472 se suscitaron diversos movimientos populares, primero en Córdoba y luego en otras ciudades andaluzas, contra los miembros de aquella raza, siempre castigada. En Jaén, el condestable intentó protegerlos de los asaltos y saqueos de que eran víctimas; posiblemente esa fue la razón de su asesinato que incluso puso en peligro a su mujer, Teresa de Torres y a sus hijos, que tuvieron que refugiarse precipitadamente en el alcázar.
Era el día de San Benito y el condestable oía misa en la iglesia mayor, cuando se le acercaron dos ballesteros, uno de ellos tuerto, con ballestas de acero “y el uno le dio en la cabeza con la empuñadura de la ballesta, y le echó los sesos fuera, y el otro le sacudió con el mocho de su ballesta y así dieron con él muerto en el suelo”. El duque de Medinasidonia organizó de inmediato la persecución de los malhechores, a los que pudieron capturar y ejecutar en seguida. Según Pere Gimferrer, “a su modo, el fin del condestable es una muerte de ejemplario: una estampa violenta, gráfica y vívida de una turbia cuaresma del medievo tardío”. La viuda, Teresa de Torres, entró en un convento en Écija y el único hijo de ambos aunque intentó prosperar en la corte parece que no estaba adornado de muchas luces mentales y optó también por la vida religiosa hasta que perdió por completo la razón.
Fue enterrado en la capilla de los Torre, cerca del Sagrario, en la catedral jiennense. Su vida fue recogida en una crónica escrita por Pedro de Esquivias, alcaide de Andújar, que viene a ser una encendida defensa de la figura del condestable; en tiempos modernos, el escritor Juan Eslava Galán ha incluido esta figura en su novela En busca del unicornio, que recibió el premio Planeta en 1978 y más recientemente aparece en Jaén y el condestable, de Enrique Toral (1987).
La figura de Miguel Lucas de Iranzo ha sido reivindicada en tiempos modernos por el Ayuntamiento de Fuentelespino de Haro, con la imposición de su nombre a un Museo Casa de Oficios destinado a recoger elementos de la cultura tradicional y agraria manchega. Por otro lado, en la ciudad de Jaén, el palacio del condestable, situado en la calle Maestra un espléndido ejemplar de la arquitectura mudéjar, fue comprado en 1919 por el Casino Primitivo que allí instaló su sede social y recreativa.
Ilustración: Busto del condestable Lucas de Iranzo, obra de Javier Barrios, en el Museo de Fuentelespino de Haro.
Referencias: José María Álvarez Martínez del Peral, “Conquenses ilustres”. El Día de Cuenca, 01-01-1927. / María del Pilar Carceller Cerviño, “El ascenso político de Miguel Lucas de Iranzo. Ennoblecimiento y caballería al servicio de la monarquía; Jaén, 2000; Boletín del Instituto de Estudios Giennenses / Pere Gimferrer, “Vida y muerte del condestable”. El País, 23-12-1984 / ateo López, Memorias históricas de Cuenca y su obispado. Edición de Ángel González Palencia, II) Cuenca, 1954, p. 15 / Catherine Soriano, “El exilio voluntario de un condestable de Castilla, Miguel Lucas de Iranzo”; Madrid, 1988; Anuario de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, VI-VII, pp. 71-79 / Enrique Toral, Estudios sobre Jaén y el Condestable don Miguel Lucas de Iranzo. Jaén-Madrdd, 1987. Instituto de Estudios Giennenses / Diego de Valera, Memorial de diversas hazañas. Crónica de Enrique IV. Madrid, 1941; Espasa Calpe