Cuenca, 21-07-1535 / Madrid, 15-10-1609
Por algo los grandes guerreros han procurado siempre tener al lado un escritor encargado de cantar sus hazañas. La fuerza de las letras suele ser, si no superior, sí más duradera que la de las armas. Por no atender a esta delicada cuestión, las gestas bélicas de García Hurtado de Mendoza han sido empalidecidas porque el hombre al que derrotó, Caupolicán, sí encontró dos aliados de peso: Alonso de Ercilla y Rubén Darío, de forma que aquella cruel guerra que ganó el español cristiano se transformó, en alas de la poesía, en el triunfo perdurable de quien fue derrotado, el caudillo indígena y pagano.
El segundo hijo de Andrés Hurtado de Mendoza y de Magdalena Manrique, al morir su hermano Diego heredó el título, siendo así cuarto marqués de Cañete. Aprendió la ciencia militar en los campos de Europa, participando en acciones bélicas en Italia, Flandes y Alemania. Apenas cumplidos los veinte años (1556), viaja a Perú con su padre, el virrey, quien a poco de llegar le encomienda la definitiva conquista del territorio de Chile, aún no bien sujeto al poder colonial a causa de los constantes enfrentamientos entre Francisco de Aguirre y Francisco de Villagrá, tras la muerte de Pedro de Valdivia. Comienza así la expedición en que, según costumbre, se alternan las feroces luchas con los indígenas resistentes, con las fundaciones urbanas. Relatan las crónicas de aquel periodo que, en una de las peleas (parece un poco pretencioso llamar combates a aquellos encuentros), fue alcanzado por una piedra y estuvo a punto de perder la vida, que salvó gracias a la acción de su hermano bastardo, Felipe de Mendoza, que se apresuró a retirarle del campo.
Sin embargo, la expedición resultó más trabajosa de lo que había parecido desde la lejana capital del virreinato, por lo que pidió refuerzos a Lima, ayuda con la que se atrevió a cruzar el río Bio-Bio, penetrando así en el díscolo territorio chileno. La pelea y victoria final sobre Caupolicán es el punto culminante de la conquista, rematada luego (1557) en Lagunillas, al apresar a otro caudillo, Galvarino. Mientras, funda o reedifica el fuerte de Concepción, la ciudad de Cañete, los lugares de Tucapel y Villarrica; además, hizo explorar las ricas islas de Chiloé, en el golfo de Reloncavi y, finalmente, ordenó la reconstrucción de Arauco. En 1559 decidió repoblar la ciudad de los Confines, a la que dio el nuevo nombre de Infantes [Había sido fundada por Valdivia en 1553 y destruida después por los araucanos. Se encuentra en la provincia chilena de Malleco]. Controlado el territorio chileno, Hurtado de Mendoza cruzó los Andes y penetró en Argentina, ya pacificada, donde fundó la hoy importantísima ciudad de Mendoza, así como la de Osorno. En el terreno administrativo, sentó las bases de la organización burocrática de la extensa colonia, mejoró las finanzas del territorio, apresó al pirata Richard Hawkins (1594) y al frente de una expedición exploradora descubrió y alcanzó las islas Marquesas, así denominado en su honor.
Había ya pacificado y explorado prácticamente por completo la franja andina que hoy llamamos Chile, cuando fue llamado a la capital virreinal, acusado de despilfarro excesivo en la expedición. Era don García sin duda un hombre duro en la aplicación de la disciplina y poco riguroso en el manejo de la hacienda pública, asuntos ambos que llamaron la atención de Felipe II. Destituido, pasó un duro periodo de marginación, que invirtió en elaborar un detenido memorial en el que recogía todos sus servicios a la corona, valorando el sentido de eficacia administrativa y colonial por encima de criterios de rigidez burocrática y que consiguió hacer llegar al rey. Aunque en principio no recibió ninguna respuesta del severo monarca, aceptó el riesgo de regresar a España, en 1561, para intentar dar cuenta personal al monarca sobre su gestión, permaneciendo en la corte el largo periodo de casi 30 años, al cabo de los cuales fue rehabilitado plenamente, volviendo a América, ahora como virrey de Perú. El 6 de enero de 1590 entraba en Lima para inaugurar un azaroso periodo de gobierno, destinado a introducir en la ya próspera colonia algunas de las costumbres de la metrópoli, como el impuesto conocido con el nombre de alcabalas. Luchó y venció al inglés Hawkins y desarrolló una intensa labor repobladora y cultural, en la que hay que citar la organización administrativa de la provincia de Huencavélica, la fundación de las ciudades de Castro‑Virreina y La Rioja (1591), el establecimiento del colegio de San Felipe y San Marcos (1592) y la institución de Lazo de la Frontera como capital de Santa Cruz de la Sierra (1595). Por otro lado, impulsó y patrocinó la expedición de Mendaña por el Pacífico, la exploración de la Patagonia y la primera incursión en el estrecho de Magallanes.
Hurtado de Mendoza cesó en el virreinato a petición propia el 24 de julio de 1596 y volvió a España, dejando tras sí seis años de fecunda labor, no empañada con el tipo de manchas que tan frecuentes fueron en el periodo colonial. Durante los últimos años de su vida residió alternativamente en Madrid y en Cuenca, muriendo en la capital del reino. Está enterrado, como toda su familia, en la Capilla del Espíritu Santo, de la Catedral de Cuenca.
La figura de García Hurtado de Mendoza fue durante varios siglos fuente de inspiración literaria, especialmente en La Araucana, de Alonso de Ercilla; Lope de Vega lo hace personaje central de su comedia El Arauco domado, en la que ofrece de él una figura bizarra y valiente; Juan Ruiz de Alarcón publicó Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza; de Pedro de Oña; Crónica del reino de Chile, de Bartolomé de Escobar; Los españoles en Chile, comedia de Francisco González Bustos, en la que el virrey es el personaje central.
Imagen: García Hurtado de Mendoza. Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia de Perú.
Referencias: José María Álvarez Martínez del Peral, “Conquenses ilustres”. El Día de Cuenca, 11, 14 y 15-06-1927 / Miguel Jiménez Monteserín, Personajes de Castilla-La Mancha. Ciudad Real, 1990; JCCM, p. 100 / Julio Larrañaga, “Hoy hace años”. Ofensiva, 30-07-1942 / Juan Pablo Mártir Rizo, Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Cuenca. Madrid, 1629; pp. 227-230 / A. Pérez Ortiz, “Algo sobre los Hurtado de Mendoza”. Ofensiva, 03-07-1963