HUERTA, Gaspar de la

GASPAR DE LA HUERTA MARTÍNEZ

Campillo de Altobuey 02‑09‑1645 / Valencia 18‑12‑1714

Pintor cuya obra se vincula a la región levantina, a la que se trasladó la familia cuando él era todavía un niño. En la ciudad de Valencia inició sus estudios artísticos como aprendiz en el taller de Gaspar Infant, aprendiendo los rudimentos de la técnica aplicada a cuadros religiosos. Tras casarse con Pascuala, la hija de su maestro (ya fallecido entonces), se hizo cargo del taller en el que se elaboraba todo tipo de cuadros, destacando los de carácter religioso junto a los bodegones de frutas y paisajes. El pintor Palomino, con el que colaboró de manera muy cercana, dejó escrito que Huerta era muy devoto de san Francisco de Asís e incluso vestía de manera cotidiana el hábito de la Orden Tercera. Por referencias del propio Palomino y de otros cronistas valencianos de la época se sabe que pintó una innumerable cantidad de obras, repartidas por toda la región levantina, aunque buena parte de ellas se ha perdido, sobre todo por el cambio de gusto estético en el siglo siguiente. En ese proceso, el pintor, al que podemos considerar realmente un autodidacta sin formación de maestro, inició un cambio de estilo buscando el suyo propio, siempre dentro del género religioso, con numerosos ejemplos de mérito que se pueden localizar en diversas localidades de aquellas tierras, como la Galería Dorada del palacio ducal de Gandía, su última obra y quizá la más valiosa; son pinturas al óleo sobre lienzo en los techos de cinco salas sucesivas en el interior del palacio de los Borja, que habían sido remodeladas por iniciativa del X duque en homenaje a su antecesor, san Francisco de Borja. Otras obras destacadas son la Virgen con el Niño y Santa Rosa de Lima, en el monasterio de agustinas de San Marín en Segorbe; los frescos de la iglesia de Biar; los cuadros del Colegio del Patriarca, en Caudiel; la iglesia de Requena; Los misterios en la vida de la Virgen, en el retablo de la capilla de Nuestra Señora del Rosario, en la iglesia de Santo Domingo; San Francisco de Siena y San Joaquín con la Virgen Niña, en la iglesia del Carmen calzado; San Francisco de Sales, en la iglesia de San Felipe Neri; Huída a Egipto, en la galería de Bernardo Morales San Martín, esto último en Valencia. Otras muchas obras se han perdido, como las pinturas en la iglesia del convento de San Francisco, en Valencia, que estuvo situado en la actual Plaza del Ayuntamiento, o las de la iglesia de San Martín, también en la capital mediterránea, igualmente perdidas durante la guerra civil. Se menciona también una obra que estuvo en un lugar muy distante, un cuadro sobre Santo Tomás de Villanueva repartiendo limosnas, que estuvo en la catedral de Coimbra.

San Vicente Ferrer y el niño de Morella. Cuadro de Gaspar de la Huerta. Museo de Bellas Artes de Valencia

Gaspar de la Huerta consiguió un moderado prestigio en su época. Ceán Bermúdez dice que si hubiera contado con un buen maestro que le guiara y dirigiera podría haber sido uno de los mejores pintores de España y a ello se puso una vez superada la etapa inicial en el taller familiar, intentando en todo momento aprender y mejorar la práctica de la pintura. En ese proceso resultó de gran importancia su etapa al lado de Antonio Palomino, trabajando ambos en la basílica de la Virgen de los Desamparados, en Valencia, donde este último pintaba la bóveda mientras que Huerta se encargaba del telón bocaporta, a la vez que asimilaba la forma de trabajar de Palomino, más abierto a la modernidad.

Referencias: José María Álvarez Martínez del Peral, “Conquenses ilustres”. El Día de Cuenca, 29-09-1926 / Santiago Montoya Beleña: “El pintor conquense Gaspar de la Huerta”. Revista Cuenca, núm. 31‑32, año 1988; pp. 31‑52