Nació en torno al año 1500, probablemente en Cuenca y murió en algún momento de 1567, también en la misma ciudad. María Luz Rokiski considera que es uno de los artistas más interesantes que trabajan en Cuenca en esa época, habitando una vivienda de su propiedad en el Campo de San Francisco. Él mismo se califica como tracista y ensamblador de retablos. Trabajó con varios de los más importantes escultores contemporáneos. Así, con Diego de Villadiego ejecutó la obra de talla y ensamblaje del retablo de la iglesia de Valdecabras (1535); con Bartolomé Rodríguez hizo el de la iglesia de Beteta (1539), inicialmente encargado también a Villadiego; con Diego de Tiedra y Michael Angelo, los de Boniches (1540) y Cólliga (1540), el de Lagunaseca (1563), que dejó inacabado, el del canónigo Juan del Pozo en la catedral (1563) y quizá también el de la iglesia de Albendea. La mayor parte de estas obras ha desaparecido, sobreviviendo únicamente las de Valdecabras y Albendea. En cambio, estuvo abiertamente enemistado con Esteban Jamete.
Dos de sus hijos, Juan y Matías, continuaron el oficio paterno que aprendieron en su taller, así como otros: Pedro Jiménez, Francisco Sánchez, Pedro Gómez y Alonso de Lizana.. (Dimas, Retablo, 87)
Referencias: María Luz Rokiski, “Los Hernández, una familia de entalladores en Cuenca”. Revista Cuenca, núm. 28, segundo semestre 1986; pp. 47‑59.