Belmonte, 1423 / Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real, 02-05-1466
Hijo de Alfonso Téllez Girón y de María Pacheco, hermano del primer marqués de Villena, Juan Pacheco y sobrino del poderoso Alonso Carrillo, arzobispo de Toledo. Miembro de la más rancia y poderosa nobleza castellana, señor de muchas villas, miembro del Consejo de los reyes Juan II y Enrique IV, en los que ejerció notable influencia, notario mayor de Castilla, alcaide de Toledo y Logroño, maestre de la Orden de Calatrava. Vinculado a Enrique IV, del que fue compañero de estudios y juergas juveniles, la amistad se mantuvo cuando alcanzó la corona, pasando Girón a ser el favorito del voluble rey, al que dominó por completo. Su momento de fortuna le llegó en la batalla de Olmedo (1445) en la que participó en el bando de los vencedores, lo que se tradujo en la obtención de posesiones y dignidades que engrosaron su patrimonio. Pero ni la amistad acuñada durante años ni el poder conseguido impidieron que Girón traicionara al rey, aliándose con la nobleza siempre levantisca y con su hijo, el príncipe Alfonso.
Su nombramiento como maestre de Calatrava (19-09-1445) provocó un cisma dentro de la orden, al no ser reconocido por un sector encabezado por el comendador Juan Ramírez de Guzmán, que contaba con el apoyo de otros caballeros, disputa que resolvió Juan II al confirmar en el cargo a Girón y ser ratificado por el papa Eugenio IV (09-01-1446). El nombramiento fue el punto de partida para favorecer su rápido encumbramiento, aliándose con unos o con otros según las circunstancias de la turbulenta situación del reino, para seguidamente tomar parte en la conjura que provocó la caída y muerte del condestable Álvaro de Luna (1453). La capacidad intrigante del noble se desarrolló sobremanera al llegar al trono Enrique IV (1454), al que animó a tomar parte en empresas disparatadas, como una campaña contra los musulmanes de Granada, que fue un fracaso total o la guerra contra Juan de Navarra (1460), que tampoco produjo ningún resultado efectivo para Castilla, lo que no impidió que el rey lo nombrara capitán general de la frontera de Andalucía cuyo control efectivo consiguió (1465), lo que utilizó para proclamar en el alcázar de Baeza al infante Alfonso como nuevo rey de Castilla, frente a los sectores nobiliarios que seguían fieles al rey Enrique IV, operación que se completó con la llamada Farsa de Ávila, una grotesca ceremonia llevada a cabo en esa ciudad el 5 de junio de 1465 en la que los nobles conjurados, entre ellos Pedro Girón, escenificaron el destronamiento del monarca. El débil y tornadizo Enrique IV en un intento de solventar el serio problema dinástico al que se enfrentaba, ofreció a Girón la mano de su hermana, la infanta Isabel, en contra de la decidida opinión de ésta, aunque todavía era una niña, situación que le obligó a pedir dispensa al Papa, puesto que como maestre de Calatrava no podía contraer matrimonio; Pío II concedió la dispensa y también aceptó su renuncia al cargo directivo de la orden.

Marchaba Pedro Girón en busca de su prometida, cuando murió repentinamente en Villarrubia de los Ojos, lugar del territorio calatravo, dejando abiertas las dudas sobre los motivos de tal fallecimiento, sin que faltara en su momento la lógica especulación hacia un posible envenenamiento y sin que podamos imaginar qué hubiera pasado con la historia de España de haberse consumado tal matrimonio. No fue así, y la princesa Isabel casó con el príncipe Fernando de Aragón, pasando ambos a ser los Reyes Católicos.
Entre los títulos de que gozó en vida figuran los señoríos de Urueña, Tiedra, Peñafiel, Gumiel de Hizán, Briones y Santisteban del Puerto, todos ellos lugares de Castilla. Los cronistas castellanos de la época no tienen reparos en señalar que el maestre de Calatrava gozaba de amplios sentimientos de aversión entre sus contemporáneos e incluso alguno de ellos llega a afirmar que murió blasfemando contra Dios por quitarle la vida tan pronto (sólo tenía 43 años). Por su parte, Lafuente Alcántara, en su Historia de Granada, asegura que fue “el más bravo, el más rico y el más turbulento de los señores de España”. Nunca contrajo matrimonio, pero sí mantuvo relaciones con varias mujeres, especialmente con Isabel de las Casas, con la que tuvo tres hijos, todos ellos debidamente legitimados por el pontífice y herederos de los cuantiosos bienes y señoríos acumulados por su padre (uno de ellos es el origen de la Casa de Osuna) y tres hijas, entre ellas una de su relación con Inés de Meneses.
Maestre de Calatrava (su hermano, Juan Pacheco, lo fue de Santiago), ambos merecieron los honores de ser unidos por Jorge Manrique en aquellos versos que dicen: “Pues los otros dos hermanos, / maestres tan prosperados / como reyes, / que a los grandes y medianos / trajeron tan sojuzgados / a sus leyes”.
Según Francisco de Rades y Andrada, historiador de las Ordenes Militares, «fue su cuerpo sepultado en el Convento de Calatrava, en una capilla que él había mandado hacer y puesto en sumptuoso sepulcro de alabastro», obra realizada por el maestro flamenco Hanequin de Bruselas.
Referencias: F. Aguado González, “El ascenso de un linaje castellano en la segunda mitad del siglo XV: los Télez Girón, condes de Urueña (el origen del señorío de Osuna”; Madrid, 1991, Universidad Complutense, I, pp. 57-204 / José María Álvarez del Manzano, “Conquenses ilustres”. El Día de Cuenca, 10 y 11-11-1926 / Enrique Rodríguez-Picavea, Diccionario Biográfico Español, Real Academia de la Historia / Ana Viña Brito, “Don Pedro Girón y los orígenes del señorío de Osuna”, en Historia, Instituciones, Documentos, 17, 1990, pp. 267-285 /