El ego de una escritora novel

Ana Isabel Fernández Escribano se ha enfadado con los organizadores de la Feria del Libro de Cuenca. Ella, que acaba de aparecer hace unos días como finalista del premio Planeta, con su obra El canto del grajo, considera que eso es mérito suficiente para que hubiera sido invitada y agasajada puesto que semejante puesto en una lista de diez, piensa, la ha aupado ya a la cumbre de las letras españolas y debe ser tratada como tal. Sin duda sabe ya que cualquier escritor o artista o músico que se precie necesita exhibir públicamente una buena dosis de ego para hacerse valer. Por lo pronto, ya ha tenido éxito. El presidente de la Diputación se ha apresurado a recibirla y rendirle el justo homenaje a que se ha hecho merecedora. Felicidades. En el camino quedan otros muchos conquenses que ganaron premios, no tan bien dotados económicamente como el Planeta, pero sí más serios y prestigiosos y casi ninguno de ellos se enfadó por no haber sido invitado a esto o aquello. Y son legión, desde luego, los que no recién nunca invitaciones para estar presentes en este acto o en el otro. Pero, como es natural, cada cual está en su derecho de orientar sus caminos como mejor le parezca y de buscar los mecanismos publicitarios que sean más de su agrado.